CINE › SE ESTRENA EL DOCUMENTAL MAXI KOSTEKI, CONSTRUCTOR DE CAMINOS
Los grupos En Movimiento TV, El Barrio TV y el Movimiento Popular La Dignidad concibieron un film sobre el integrante del MTD asesinado hace doce años en Avellaneda. El documental cuenta con testimonios de amigos y familiares y aborda también su vocación artística.
› Por Oscar Ranzani
Mañana, jueves 26 de junio, se cumplen exactamente doce años de la Masacre de Avellaneda. Aquel día de 2002 iba a ser, en un principio, una jornada de lucha de los movimientos piqueteros y las organizaciones de desocupados que peleaban por mejoras sociales. Todavía se sentían en el tejido social las consecuencias del neoliberalismo y la falta de respuestas en todos los aspectos, heredados del gobierno de la Alianza. Una de las movilizaciones planificadas para ese día iba a realizarse en el Puente Pueyrredón y la idea era también cortar los accesos a la ciudad de Buenos Aires. Pero pronto, esa búsqueda de unidad social terminó en una tragedia. Es que el gobierno de Duhalde ordenó una feroz represión y los jóvenes militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por efectivos policiales. La Masacre de Avellaneda, tal como se la conoce porque la represión fue en el Puente Pueyrredón y en la estación de tren de esa localidad del conurbano bonaerense, produjo una bisagra en la gestión presidencial de Duhalde, que ya venía siendo seriamente cuestionada. A tal punto modificó su futuro político que Duhalde adelantó la fecha de convocatoria a las elecciones presidenciales.
A diez años de la masacre, el documentalista Miguel Mirra estrenó Darío Santillán, la dignidad rebelde, un riguroso documental que incluía material de archivo audiovisual sobre el militante político que nunca había sido visto públicamente. Ahora, los grupos En Movimiento TV, El Barrio TV y el Movimiento Popular La Dignidad realizaron colectivamente el documental Maxi Kosteki, constructor de caminos, que se estrena mañana en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635). Una de las realizadoras, Ximena González, comenta que, junto a su compañera Danila Berger, forman parte del canal comunitario de Villa Soldati, donde surgió la idea de hacer un videoinforme sobre Kosteki para el décimo aniversario de la masacre. “El plan era hacer algo sobre Maxi porque sobre Darío había más material producido, tenía más historia de militancia, se conocía un poco más, y sobre Maxi no se conocía mucho”, señala González. A medida que fueron investigando y se pusieron en contacto con los familiares y con los amigos de Kosteki, el proyecto empezó a crecer y ya no les alcanzaba un informe de diez minutos, como era la idea original. Dos años después concretaron este documental de 90 minutos. El resto del equipo lo completan Julieta Cabrera, Belén Revollo, Elisa Adler, Matías Sastre, Hernán Ouviña y Leonardo Bianchi.
El documental narra la historia de Maxi Kosteki desde su infancia hasta su muerte, a través de los testimonios de sus hermanas, sus amigos, compañeros militantes y otras personas, como su profesor de dibujo. A través de los recuerdos, se puede conocer que Kosteki era un artista brillante tanto en la ilustración como en la música, pero que no había trascendido. Y que tenía la característica de hablar de igual a igual con cualquier persona, más allá del estrato social al que perteneciera. No lo definen como un militante clásico, pero sí como una persona sensible que estaba en contra de las injusticias y el sistema. Y que en 2001 sintió ese dolor que provocó en la sociedad el gobierno de Fernando de la Rúa. Kosteki no militaba en una organización, hasta que en mayo de 2002 vio pasar una columna de luchadores en la estación de Glew. Y así, casi sin mediar diálogo, decidió unirse a ellos. Desde entonces, comenzó a colaborar en un comedor comunitario, donde enseñaba a dibujar a los chicos que asistían: en principio, eran veinte pibes, pero el comedor llegó a darles comida a unos trescientos. Así era Kosteki: un tipo simple que creía en el cambio social. Como Darío.
–¿Definen a este documental como una historia de vida?
Ximena González: –La intención era volver a humanizarlo, sacarlo del mural, de la figura mítica, y conocer un poco más de su historia. En ese proceso nos dimos cuenta de que si bien queríamos contar su vida, no podíamos encontrar una identidad única y absoluta. A través de sus obras, de sus pinturas, de sus poesías, de sus fotos, de sus amigos, de sus hermanas, nos costaba encontrar un único Maxi.
–¿La idea de que hablen sus hermanas fue justamente para acercar su mundo íntimo a los espectadores?
Danila Berger: –Sí, justamente para que puedan conocer a Maxi y cómo era desde su niñez y no solamente la idea ni la imagen política que se tenía de él, que además era muy poca. Era muy refrescante escuchar a sus amigos.
–El documental no está centrado exclusivamente en la faceta política de Maxi, sino también en la artística. ¿Lo decidieron así porque en su vida el arte ocupaba un lugar central?
D. B.: –Es que, además de ser artista, era una persona muy solidaria. El arte era una forma más de expresar su solidaridad.
–En el documental no lo definen como “un militante común y corriente”, sino como “distinto”. ¿Ustedes cómo lo definirían?
D. B.: –También como un militante distinto que no estaba en la primera página de los diarios, sino en la última fila ayudando a la gente que nadie nombra.
X. G.: –La película da la posibilidad de que cada espectador también encuentre su definición. Algunos de los que hablan en el documental lo identifican más con el arte, otros más con la política, y están quienes lo hacen desde otro lugar. Nuestra intención fue no cerrar el discurso y que el espectador pueda realizar también su propia búsqueda.
–¿Cómo analizan el impacto político de la Masacre de Avellaneda?
X. G.: –En lo inmediato, precipitó la salida de Duhalde del gobierno. Los amigos de Maxi lo dicen y nosotros lo discutimos mucho también cuando pensábamos el proyecto: ¿qué función tenía esa represión popular? Y esto lo dice Vicky, su compañera de militancia: mataron a Darío y Maxi pero, en realidad, esa represión era un mensaje para amedrentar el movimiento que desde 2001 se venía fortaleciendo en la calle. Era una represión que se venía preparando, que se venía pensando. De hecho, una de las hermanas de Maxi lo cuenta, cuando dice que ella iba a ir a la movilización ese día y decidió quedarse. Entonces, por un lado, el objetivo político era desarticular ese movimiento popular que estaba muy efervescente. Los amigos de Maxi cuentan que en ellos se generó esta especie de paranoia de meterse un poco más adentro, de retraerse durante un tiempo. Y si eso lo trasladamos hasta hoy, los responsables políticos de la masacre siguen impunes.
–¿Qué creen que tenían en común Maxi y Darío?
X. G.: –Su compañera de militancia dice que tenían la intención de cambiar las cosas desde lugares diferentes, con una disconformidad y con una rebeldía que, en el caso de Maxi, era una rebeldía más cotidiana.
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