Vie 25.07.2014
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CINE › JUAN CHICO, MATIAS MELILLAN Y LOS SIGNIFICADOS DEL ENCUENTRO EN MENDOZA

“Hoy el cine hace aportes para seguir descolonizando”

Ambos integran la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina y señalan que se están dando procesos auspiciosos. Pero también subrayan lo que queda por recorrer y la importancia capital de la revalorización del territorio.

› Por Oscar Ranzani

Desde Mendoza

El referente del pueblo qom, Juan Chico, nacido hace 38 años en Napalpí, en el centro de la provincia del Chaco, tiene varios pergaminos: es historiador, productor y actual presidente de la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina (Ccaia), de la que además es miembro fundador. Hace catorce años que trabaja en la investigación histórica de su pueblo indígena para rescatar y poner en valor su cultura, y ha impulsado un espacio de formación audiovisual para la creación de películas de esta temática: en 2008 realizó el primer Festival de Cine Indígena en Chaco y comenzó a capacitar a jóvenes indígenas en el manejo de cámara y en guión. Matías Melillán, de 33 años, coordina el área de Comunicación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y es el representante de los pueblos originarios en el Consejo Federal de Comunicación Audiovisual. Además es integrante de la Ccaia. Pertenece a la comunidad Payla Menuko de San Martín de los Andes (Neuquén). Chico fue programador de la primera edición de la Semana de Cine de los Pueblos Indígenas, organizada por el Ministerio de Cultura de la Nación en Córdoba, el año pasado. En esta segunda edición, que se está desarrollando hasta el domingo, es asesor artístico, mientras que Melillán fue invitado para dar una serie de charlas vinculadas con la comunicación audiovisual, siempre desde la perspectiva indígena.

La primera pregunta que se impone a estos dos comunicadores es qué importancia tiene la realización de una muestra de cine indígena en Mendoza y en San Juan como el que organizó esta semana el Ministerio de Cultura de la Nación. “La importancia que tiene es que el audiovisual, en este caso el cine, permite visibilizar la presencia indígena”, dice Chico. “Nosotros, que venimos del Norte del país, cuando se habla de San Juan y Mendoza, no se habla de presencia indígena. Entonces, uno de los objetivos es justamente visibilizar esa presencia y, a través de eso, sus luchas, sus reclamos y sus propuestas de cómo empezar a construir lo provincial y lo nacional.”

–¿Qué significa que el Estado promueva estos festivales?

Juan Chico: –En realidad es una cogestión entre la Ccaia y el Ministerio de Cultura de la Nación. Nosotros, los pueblos indígenas, hace muchos años venimos de un proceso, en principio, de visibilización, y en segundo término de acercar propuestas sobre cómo empezar a pensar el Estado nacional, ya que durante muchos años estuvo invisibilizada la presencia indígena. Entonces, hoy, que el Ministerio de Cultura de la Nación empiece a apoyar y a acompañar estos procesos políticos en las comunidades nos parece muy interesante. Creo que estamos por buen camino.

–¿Cómo observan el tratamiento audiovisual sobre las comunidades originarias?

Matías Melillán: –De un tiempo a esta parte, a partir del trabajo que se viene haciendo desde la Ccaia y de todo lo que significó la incorporación del derecho a la comunicación con identidad en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, se ha potenciado dentro de las comunidades indígenas y dentro de los diferentes pueblos la apropiación de las nuevas tecnologías, y el manejo de las cámaras y de las computadoras para la edición de la imagen. Podemos hablar de un antes y un después que está muy marcado en la ley de medios, porque hasta no hace muchos años, 2008 o 2009, la imagen que se manejaba de los pueblos indígenas era muy estereotipada, era todo muy folklorizado. La historia argentina les había dado a los pueblos indígenas un lugar folklórico, de relleno, pintoresco. Y a partir de toda la discusión que se generó con la ley de medios, con la participación y la propuesta política comienza a tomar otro rumbo: los pueblos originarios son visibilizados como sujetos políticos y como personas activas dentro de su provincia, y con un potencial de riqueza de diversidad cultural que la Argentina hasta ese momento no había podido tener.

–Hay muchos documentales sobre temática indígena que generalmente abordan cuestiones de luchas territoriales. ¿Creen que hace falta una mayor amplitud temática?

J. Ch.: –La verdad es que cuando se habla de territorio es un tema clave. ¿Por qué? Nosotros decimos siempre que no podemos pensar en una mejor comunicación, en una mejor salud, no podemos pensar en la vivienda ni en la educación si primero no garantizamos el territorio donde se van a desarrollar esos proyectos de vida que tenemos como pueblo, como mendocinos, como sanjuaninos, como chaqueños, como argentinos. Entonces, que hoy muchas de las temáticas tengan que ver con el territorio es clave e importante. Pero también por el hecho de que en la Argentina existe la ley 26.160, gracias a la cual por primera vez el Estado argentino hace una consulta y un relevamiento de la situación jurídica en que se encuentran los territorios indígenas hoy. Creo que viene de la mano con la propuesta de los pueblos. Entonces, ¿por qué tomar el territorio? Porque no podemos pensar en un futuro si no pensamos dónde se va a desarrollar ese proyecto de vida que es justamente en el territorio. Y cuando hablamos de territorio estamos hablando no sólo de la tierra sino también de los recursos naturales, del espacio aéreo. Estamos hablando de una cosmovisión, de una espiritualidad.

–Matías, más de allá de esta reflexión de Juan, ¿no cree que debería haber otros temas en las producciones cinematográficas?

M. M.: –Comparto en su gran mayoría lo que dice Juan. Los conflictos territoriales que se dan no solamente afectan a los pueblos indígenas: en la Argentina hay un gran porcentaje del territorio nacional que en la década del ’90 cayó en manos de los extranjeros. Hoy hay grandes extensiones del territorio argentino que siguen en sus manos. A partir de ese eje, y del conflicto territorial que genera la tierra para los pueblos indígenas, se lo toma como una temática única, pero hay otras áreas donde también se debe profundizar. Que se esté realizando esta muestra de cine indígena aquí en Mendoza, en territorio del pueblo huarpe, y que se haya realizado el año pasado en Córdoba con el pueblo comechingón, no es una casualidad. Es parte del trabajo que nosotros venimos realizando en articulación con lo que hoy es el Ministerio de Cultura de la Nación de visibilizar estas ricas culturas, que le han dado al territorio de lo que hoy es Mendoza grandes aportes. Por ejemplo, todo el sistema de riego y todo lo que hoy existe en Mendoza fue parte del conocimiento y de la tradición que tenía y tiene el pueblo huarpe. Creo que hay que profundizar mucho más en eso y salirse también de una mirada antropológica que ha habido sobre los pueblos indígenas. A la temática de los pueblos indígenas se la aborda por el conflicto territorial o desde lo antropológico. Y también se lo ve desde una mirada muy científica y que, en definitiva, es también sesgada.

–¿El desafío es que se hagan producciones cinematográficas en las propias comunidades, es decir, que no sea solamente la mirada externa sobre el mundo indígena sino que el mundo indígena se mire a sí mismo?

J. Ch.: –Sí, estos ciclos de cine apuestan a eso a largo plazo. En Chaco, a través del Festival de Cine de los Pueblos Indígenas, tenemos que juntar todo el material de gente que viene filmando con una mirada de afuera sobre la realidad indígena. Pero apostamos a que en un proceso lento, pero con paso firme, los pueblos indígenas puedan producir sus contenidos y sus miradas acerca de las realidades. Yo vengo acá a Mendoza y me puedo llevar una realidad muy subjetiva de lo que pasó. Estamos apostando a que en el futuro las producciones sean hechas por los pueblos indígenas.

–¿Creen que también a través del cine se puede fortalecer el encuentro entre las comunidades?

J. Ch.: –Sí, de hecho yo siempre comento que en mi provincia, Chaco, hace dieciséis años empezamos a trabajar lo que se conoce como la Masacre de Napalpí. Y cuando empezamos a llevar los testimonios de los abuelos, de los ancianos, al audiovisual, logramos generar una fuerte conciencia en la sociedad. Tanto hacia dentro de las comunidades como hacia afuera se logró que se incluya en el calendario escolar como efeméride lo que ocurrió ese día. El audiovisual ayudó, como decía recién Matías, a visibilizar, pero al mismo tiempo a generar una fuerte conciencia de quiénes somos realmente los pueblos indígenas y qué proponemos, porque a veces se cae solamente en que se critica que todo está mal, pero lo que proponemos es la construcción de lo que se viene para esta Argentina. Nosotros, como pueblos indígenas preexistentes al Estado argentino o a los Estados provinciales, no podemos estar excluidos.

–¿Cómo se pueden lograr mayores expresiones identitarias en el cine sobre temática indígena?

J. Ch.: –Trabajando fuertemente y apostando a los propios actores en los territorios, y con un fuerte acompañamiento desde los órganos provinciales o nacionales.

–¿El cine puede ser también una herramienta de inclusión de las distintas expresiones de las culturas originarias?

M. M.: –Yo creo que sí. No solamente de inclusión desde las comunidades, sino que puede ser una instancia que nos puede servir a todos los pueblos de la Argentina en general. Hay una cuestión: nos podemos dar cuenta de que el audiovisual ha permitido en otros lugares del mundo y de América latina donde se desarrollan experiencias de trabajo audiovisual de los pueblos indígenas que haya disminuido o haya mermado, de alguna manera, la estigmatización cultural que había sobre los pueblos originarios. Y que se haya dejado de lado esa asociación a la pobreza, o que los pueblos indígenas no tienen la misma capacidad que el resto de las personas. En otros lugares como Bolivia, Ecuador o Venezuela esto se ha podido transformar y se ha generado un giro de 180 grados: de la sociedad que tenía una mirada racista o xenófoba sobre los pueblos indígenas se llegó a que la gente de las comunidades terminara participando activamente, incluso en los procesos políticos que se están dando en esos países. Entonces, lo audiovisual nos aporta y nos ayuda desde ese lado. Este tipo de instancias, como la que se está dando aquí en Mendoza, ayuda tanto a las instituciones del gobierno nacional como a los pueblos indígenas a profundizar mucho más el trabajo de articulación y los desafíos que tenemos para adelante. Nos queda una tarea pendiente, que es continuar generando las capacidades en el territorio que permitan que a futuro se puedan realizar muchas más producciones audiovisuales de lo que se está generando hasta el momento. Ese es el desafío en el que nosotros, desde la Ccaia, estamos plantados. Hicimos un camino hasta esta etapa, donde lo que se ha construido no ha sido menor: generar las condiciones para que los pueblos indígenas tengan sus propios medios de comunicación. Ahora estamos en una etapa donde necesitamos generar, por ejemplo, escuelas de cine o que en las escuelas del Incaa que existen se incorpore mucho más la temática indígena. Todavía el tema indígena no está muy metido y a nosotros nos resta esa tarea. Y eso es mutuo.

–¿Creen, entonces, que el cine sobre temática indígena puede fomentar el respeto colectivo de la diversidad cultural?

J. Ch.: –En la apertura de la Semana de Cine yo hice mención a que el cine puede y debería jugar un rol clave en esto porque, por lo general, cuando se habla de pueblos indígenas, en el imaginario colectivo argentino siempre está asociado a lo peor, hay una gran carga de racismo y de desprecio. Y nosotros decimos que no se puede valorar lo que no se conoce. No se puede respetar lo que realmente no se conoce. Entonces lo que proponemos a través del cine es, como dije recién, primero visibilizar la presencia indígena; en segundo lugar, lograr que la sociedad empiece a tomar conciencia de quiénes somos, dónde estamos, qué proponemos. Cuando hablamos de cultura, ¿qué entendemos nosotros por cultura? Por lo general, cuando hablamos de cultura va mucho más allá de una expresión artística. La cultura tiene que ver con la vida, con nuestro pasado y con lo que proponemos. Creemos y apostamos a que el cine pueda ayudar a esto, y que nuestros compatriotas y la sociedad en general tomen conciencia y empiecen realmente a cambiar. Nosotros decimos: “A descolonizar nuestra cabeza”. Por eso apostamos mucho a la educación. Alguien dijo una vez que la educación debería ser una herramienta para liberar a los pueblos. Nuestra escuela sarmientina está atravesada por un pensamiento racista y discriminatorio hacia los pueblos indígenas. Yo creo que el cine aporta para seguir descolonizando justamente estos pensamientos que, a veces, están estructurados en la sociedad.

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