CINE › DOS DISPAROS Y LA PRINCESA DE FRANCIA FORMAN PARTE DE LA COMPETENCIA INTERNACIONAL
› Por Luciano Monteagudo
Festivales de cine hay muchos, empezando por los grandes monstruos, como los de Cannes, Berlín y Toronto. Pero si hay uno que en los últimos años se ha ganado una merecida fama como auténtica Meca cinéfila, digna de peregrinación, ése es el Festival de Locarno. No es que sea precisamente nuevo: de hecho, con la edición que comienza mañana en esta hermosa localidad del cantón del Ticino, al sur de los Alpes suizos y a orillas de lago Maggiore, Locarno cumple 67 años, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de Europa. Pero la impronta radical que le impuso a fines de los años ’90 Marco Müller y luego retomó Olivier Père (durante el período 2009-2012), tiene su continuación en la figura del nuevo director artístico Carlo Chatrian, que ya hizo una espléndida edición el año pasado y ahora promete un festival con el mismo nivel de rigor y de riesgo, sin descuidar la mejor tradición cinéfila.
Que en este contexto el cine argentino tenga una importante presencia, con dos películas en el Concorso Internazionale y otras dos en una sección no competitiva dedicada a los nuevos lenguajes, habla a las claras del excelente momento que está atravesando el cine local a nivel internacional. Prácticamente no ha habido festival en el mundo que durante el 2014 no haya tenido una destacada participación de películas nacionales y Locarno no es la excepción.
En la competencia oficial estará Dos disparos, la película que marca el regreso de Martín Rejtman al cine de ficción, después del largo paréntesis que se abrió a partir de Los guantes mágicos (2003). Durante esa década larga, el director de Rapado (1992) y Silvia Prieto (1998) hizo dos experiencias por encargo, pero no por ello menos personales ni celebradas: Copacabana (2006) y Entrenamiento elemental para actores (2009). Y ahora regresa con una película de presupuesto más ambicioso, con una multiplicidad de locaciones y un nutrido elenco (Susana Pampín, Rafael Federman, Benjamín Coelho, Manuela Martelli, Walter Jakob, entre muchos otros). ¿La historia? Una madrugada, Mariano, un adolescente de 16 años, encuentra un revólver en su casa y sin pensarlo se dispara dos veces. Sobrevive. Dos disparos es la historia sobre cómo Mariano y su familia reaccionan a esta situación. “A pesar de lo que pueda pensarse al leer la sinopsis, se trata de una comedia”, ha declarado enigmáticamente el director, que el año pasado también volvió a las librerías con su volumen de relatos Tres cuentos (Mondadori).
La otra película argentina en el Concorso Internazionale de Locarno es La princesa de Francia, una nueva relectura de Matías Piñeiro del universo de Shakespeare, luego de Rosalinda (2010) y Viola (2012). Así como en los films anteriores Piñeiro había abrevado muy libremente en distintas comedias del Bardo (Como gustéis y Noche de reyes), ahora su fuente de inspiración es Trabajos de amor perdidos. Cinco actrices (María Villar, Agustina Muñoz, Romina Paula, Elisa Carricajo y Laura Paredes) se reencuentran con un director teatral (Julián Larquier Tellarini) con quien habían tenido algo más que una relación artística. “Las tres películas que hasta acá existen son parte de una serie que quiero seguir desarrollando”, declaró Piñeiro al sitio especializado otroscines.com. “Todavía encuentro algo para investigar en la relación entre los actores con los que trabajo y los personajes femeninos de las comedias de Shakespeare.”
Mientras tanto, fuera de concurso, en la sección denominada Signs of Life (en homenaje a la memorable ópera prima de Werner Herzog), estará El escarabajo de oro, cuarto largometraje de Alejo Moguillansky, que utiliza como fuentes de inspiración tanto el cuento de Edgar Allan Poe que replica en su título como La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, pero para hacer una ácida y divertida crítica al paternalismo cultural europeo. “Hacia donde escapan Alejo Moguillansky y sus compinches en El escarabajo de oro es a un mundo prácticamente inexplorado por el cine argentino que importa: el de la aventura. El de la comedia de aventuras, para ser más precisos. El de la comedia metalingüística de aventuras, para serlo todavía más”, escribió en estas mismas páginas Horacio Bernades en ocasión del estreno del film en el último Bafici, en abril pasado.
A su vez, en la misma sección, el incansable Raúl Perrone presenta su nuevo opus, titulado Favula, que promete transcurrir en una selva encantada y misteriosa, habitada por unos personajes que parecen escapados de una vieja película muda, en riguroso blanco y negro. Y como si esto fuera poco, también en Signs of Life, la argentina Lupe Pérez García (Buenos Aires, 1970), exhibe Antígona despierta, una experiencia rodada en Cataluña, donde está radicada.
¿Y qué hay además de cine argentino en Locarno? Mucho, por cierto, empezando por nombres muy famosos. Por la Piazza Grande, seguramente el más grande y bello cine al aire libre del mundo –una enorme plaza de traza medieval rodeada de picos nevados, con espacio para casi 8000 espectadores sentados–, pasarán los homenajes a Roman Polanski, Agnès Varda, Juliette Binoche, Mia Farrow, Dario Argento y Giancarlo Giannini, estos dos últimos a raíz de la monumental retrospectiva (medio centenar de títulos) que el Festival de Locarno le dedica a la legendaria compañía productora italiana Titanus. Justamente, la cima de la retrospectiva será la proyección de la versión restaurada de El gatopardo (1963), de Luchino Visconti, en el espacio de la Piazza, con las estrellas como único techo.
En la competencia oficial (ver recuadro), los dos films argentinos deberán medirse con las últimas realizaciones de algunos de los directores más sofisticados del circuito de festivales internacionales, como el portugués Pedro Costa, los franceses Eugene Green y Paul Vecchiali, el estadounidense J. P. Sniadecki y el filipino Lav Díaz. También estará L’abri (El refugio), el nuevo documental –porque el Concorso Internazionale no hace diferencias con la ficción– del local Fernand Melgar, un suizo que viene interpelando de manera muy crítica la política anti-inmigratoria de su país y que ya provocó una ruidosa polémica aquí mismo con su film anterior, La Forteresse (2009).
Y en distintas secciones, fuera de concurso, estarán también los films más recientes de Jean-Marie Straub, Richard Dindo, Thom Andersen, Nicolás Pereda y, como no podría ser de otra manera (al fin y al cabo, es suizo), Jean-Luc Godard, de quien se verá Adiós al lenguaje, su largometraje en 3D que ya fue todo un acontecimiento en Cannes y, por qué no, también volverá a serlo también en Locarno.
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