CINE › CóMO HACER UNA BIOPIC ROCKERA CUANDO LOS MúSICOS NO CEDEN SUS CANCIONES
All is by my Side, el film en el que Jimi Hendrix es interpretado por André Benjamin, mitad del dúo Outkast, no consiguió los derechos de los temas del guitarrista y apeló a covers para su banda sonora. Pero es sólo el caso más reciente de una larga lista.
› Por Pierre Perrone *
La biopic de rock se ha convertido en un clásico de Hollywood, lo que permite a los estudios facturar con el legado de algunos de los mayores iconos musicales, como James Brown, Johnny Cash o Jimi Hendrix. Los productores ven estas películas como propuestas ganadoras, seguros de atraer a gente que creció con estas estrellas enormes como banda sonora de su vida y también a los jóvenes que las descubrieron más recientemente, ahora que toda la música está disponible en Internet. Sin embargo, hay un mundo de diferencia entre Get on up, la nueva biopic de Brown con Chadwick Boseman, o Johnny & June, el film de 2005 en el que Joaquin Phoenix interpretó a Cash, y All is by my Side, la película de Hendrix con André Benjamin (o André 3000, de Outkast).
Lo asombroso es que, a diferencia de Get on up o Walk the Line, la biopic fue hecha sin tener los derechos de nada de la música escrita por el legendario guitarrista. All is by my Side, que se estrenará en octubre, no obtuvo luz verde para usar “Purple Haze”, “The Wind Cries Mary” o “Voodoo Chile”, los mayores hits compuestos por Hendrix. En lugar de eso, el supervisor musical Danny Bramson inteligentemente sorteó las limitaciones, usando canciones de la época de artistas como Bob Dylan, Buddy Guy y The Seeds, y material del que Hendrix hizo versiones, incluyendo “Wild Thing”, la composición de Chip Taylor que hicieron famosa The Troggs, y “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, el tema de Los Beatles, que el guitarrista tocó en el Saville Theatre de Londres tres días después de su lanzamiento. Bramson también contrató al versátil sesionista norteamericano Waddy Watchel, quien ha tocado con todo el mundo –desde Stevie Nicks hasta Keith Richards, con Linda Ronstadt en el medio– para que cree material instrumental original que equipare los cambios de sonido y el estilo de Hendrix desde el Cafe Wha? en el Greenwich Village neoyorquino hasta el surgimiento de Experience en Londres en 1966.
All is by my Side es sólo la más reciente en una larga lista de biopics musicales que están basadas patentemente en algún artista específico, pero que no incluye material suyo. La lista puede leerse como un “Quién es quién” de la música popular, empezando con Elvis Presley, la segura inspiración para Jeep Jackson, la estrella llamada a la conscripción retratada por Anthony Newley en Idol on Parade (deliciosa comedia de 1959 dirigida por John Gilling, más tarde un maestro del horror británico). Elvis también inspiró a Eli Caulfield, la estrella de Living Legend: The Last King of Rock’n’Roll, hecha en 1980, pero especialista en clase B; Earl Owensby, quien reclutó a la última novia de Presley, Ginger Alden, e hizo playback sobre una banda sonora... ¡grabada por Roy Orbison!
Los Beatles han mantenido firme las riendas de su legado a través de la compañía Apple Corps, pero en 1979 no pudieron impedir que Dick Clark Producciones hiciera Birth of The Beatles, una biopic dirigida por el británico Richard Marquand, especializada en el repertorio inicial de covers de rock’n’roll y, gracias a un vacío legal –cerrado desde entonces–, media docena de sus primeros hits originales, regrabados por la banda tributo Rain, además de aportes del baterista original Pete Best. Backbeat, el drama evocativo sobre el “quinto beatle” Stuart Sutcliffe y los años en Hamburgo, que Iain Softley estrenó en 1994, también se basó en covers para su afilada banda sonora, grabados por un supergrupo grunge que incluía a Dave Grohl de Nirvana en batería.
Otros films relacionados con Los Beatles se concentraron en eventos específicos, como The Hours and Times, el recuento ficcionado por Christopher Münch sobre las vacaciones que John Lennon y el manager Brian Epstein se tomaron en Barcelona en 1963; y Two of Us, la especulación sobre el último encuentro entre Lennon y Paul McCartney en 1976. En cambio, Nowhere Boy, la simpática película que Sam Taylor-Wood estrenó en 2009 acerca de los años de adolescencia de Lennon, consiguió un raro premio al asegurarse el permiso de Yoko Ono para usar la canción “Mother”, del ex beatle.
Para hacer Stoned, el intento que en 2005 hizo Stephen Woolley de filmar la trágica historia del fundador de Los Rolling Stones, Brian Jones, y desentrañar las misteriosas circunstancias que rodearon su muerte por ahogamiento en 1969, hubo que arreglárselas con una banda sonora que incluía a The Counterfeit Stones y A Band of Bees, haciendo fotocopias de “Little Red Rooster”, “Not Fade Away” y “Time is on my Side”. O sea, material de blues, rock’n’roll y soul que los Stones tocaron en sus primeros años, cuando la evocadora “Sympathy for the Devil” hubiera encajado mejor por su estado de ánimo oscuro.
La Rosa, el film de 1979 que lanzó la carrera de Bette Midler en la pantalla grande, empezó llamándose Pearl, igual que el último álbum de Janis Joplin, pero pasó por una rauda reescritura cuando la familia de la cantante no otorgó el permiso para usar su música. Aun así, la película incluyó una versión magistral de “Stay with me (Baby)”, el standard de soul escrito por Lorraine Ellison que Joplin también cantaba. Beyond The Doors, la película clase B de 1983, supuestamente exponía un complot de la CIA para asesinar a Joplin, Hendrix y Jim Morrison, cantante de The Doors, pero ni siquiera estuvo cerca de sentarse a la mesa de negociaciones para adquirir los derechos musicales y se conformó con algunos que sonaban parecido (y una especie de Woodstock filmado... ¡en un lugar cerrado!).
Last Days, con la que en 2005 Gus van Sant reimaginó los últimos días de un atormentado cantante llamado Blake –un personaje claramente basado en Kurt Cobain, de Nirvana–, se mantuvo a distancia prudencial de la música del trío grunge con una banda sonora parcialmente grabada por su protagonista Michael Pitt, aunque demostró ser sorprendentemente efectiva al transmitir una posible versión de los eventos que llevaron al suicidio del cantante.
Van Sant probablemente le había prestado mucha atención a la carrera de su colega Todd Haynes, quien ha tenido suertes contrastantes con las tres biopics musicales que hizo. Superstar: The Karen Carpenter Story, el inusual corto que Haynes dirigió en la universidad, no sólo cayó en desgracia con Mattel Inc por usar muñecas Barbie masacradas para retratar la lucha de la cantante contra la anorexia sino que, también, ofendió a su hermano Richard: él hizo juicio por infracción de derechos de autor y ganó fácilmente porque el director no había hecho el mínimo intento por conseguir la licencia de ninguna canción de Carpenters. Hoy en día, una de las pocas copias que no fueron destruidas está en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero no se permite exhibirla.
Haynes aprendió su lección y contactó a David Bowie cuando planeaba Velvet Goldmine (1998), un film de alto presupuesto coproducido por Michael Stipe (R.E.M.) y Harvey Weinstein. Debería haber sido Ziggy Stardust conoce a Lou Reed e Iggy Pop en la era glam de principios de los ’70, con Jonathan Rhys Meyers como Brian Slade y Ewan McGregor como Curt Wild, y referencias a la bisexualidad con la que Bowie jugueteó para atraer notoriedad. Pero Bowie no dejó que se usaran sus composiciones, lo que forzó a Haynes a cambiar por Roxy Music, Brian Eno y el catálogo de Cockney Rebel, interpretado por Venus in Furs, que incluía a Thom Yorke y Jonny Greenwood de Radiohead y al ex guitarrista de Suede, Bernard Buttler, con resultados poco satisfactorios.
Recién la tercera fue la vencida para Haynes con I’m not there (2007), su película sobre varias facetas de Bob Dylan retratadas por diferentes actores –incluidos Christian Bale, Richard Gere y Cate Blanchett– y una banda sonora que combinaba música de Dylan y covers de Eddie Vedder (Pearl Jam), Stephen Malkmus y miembros de Sonic Youth, Television y Wilco llamado The Million Bashers. Esto demostró que, en el convulsionado mundo de las biopics rockeras, no se debe entrar en pánico si no se consigue la banda sonora, pero que todo le llega a quien espera.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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