CINE › FINALIZó LA 42ª EDICIóN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE GRAMADO
La muestra evidenció el buen momento que vive el cine gaúcho, especialmente en el rubro Cortometrajes. La uruguaya El lugar del hijo, de Manuel Nieto, fue galardonada como Mejor Película, y El crítico, de Hernán Guerschuny, obtuvo el Premio de la Crítica.
› Por Ezequiel Boetti
Página/12 En Brasil
Desde Gramado
Hace cuarenta y un años, Richard Nixon juraba por segunda vez como presidente de Estados Unidos, país que empezaba a palpitar la retirada definitiva de Vietnam. Mientras tanto, debutaba Aerosmith y Pink Floyd lanzaba un disco que con el tiempo se haría más o menos famoso: The Dark Side of the Moon. En la Argentina volvía Perón después de 18 años en el exilio, al tiempo que las elites económicas y militares bosquejaban los años de plomo. Son apenas algunos ejemplos de cómo el mundo artístico, cultural y político ha cambiado desde 1973. El Festival Internacional de Gramado, cuya edición bautismal data de aquel año, no es la excepción y también ha sufrido zarandeos e idas y venidas artísticas, pero sin embargo ha logrado mantenerse inalterable en el calendario del cine regional. Así, uno de los emblemas culturales de esta ciudad, ubicada 115 kilómetros al norte de Porto Alegre, llegó hasta la nada despreciable cifra de 42 ediciones, la última de las cuales se realizó entre el 8 y el 16 de agosto.
“Es el único festival que sobrevivió a dictaduras y a mil cosas, y eso tiene un valor”, dice Juan Zapata, flamante director del Instituto Estadual de Cine de Rio Grande do Sul, quien sin embargo reconoce que en los últimos años el evento anduvo de capa caída. Esto, al menos en términos artísticos. “Gramado recibió muchas críticas por pensar más en la alfombra roja que en el contenido o el contexto. Ahora se está tratando de hacer un equilibrio mayor. Es bueno tener a personajes famosos y actores reconocidos porque son necesarios, pero también debemos darle importancia al aspecto conceptual”, reconoce. En esa línea se explica el homenaje a Rodrigo Santoro, un actor que, según el funcionario, mixtura calidad interpretativa y popularidad no sólo a nivel local sino también a nivel internacional, sobre todo desde su protagónico en 300 y su reciente secuela, 300: El nacimiento de un imperio. “Hace veinte años que está haciendo cine y filmó muchas películas buenísimas aquí, como Bicho de siete cabezas o Heleno. Es del tipo de personas que, aunque transiten por áreas comerciales, también tienen una faceta de calidad muy grande”, explica.
Compuesta por una veintena de largos y más de treinta cortos, la programación tuvo sus principales focos de atención en las selecciones oficiales de largometrajes, divididos en brasileños y extranjeros. Sin embargo, una de las particularidades de esta edición fue que la sumatoria de la cantidad de películas en competencia estuvo por debajo del número de cortos. El dato es aún más llamativo si se tiene en cuenta que los 20 films de menos de media hora fueron íntegramente producidos en Rio Grande do Sul, convirtiendo a la Competencia de Cortos Gaúchos en una de las principales atracciones para el público local. ¿Qué ocurre, entonces, con el cine en esta región? ¿Se trata del síntoma de una industria incipiente? “Este es un gran momento”, diagnostica Zapata antes de ejemplificar con la presencia en la Berlinale de Castanha, de Davi Pretto, un director de apenas 24 años. El funcionario recuerda que “en los años anteriores se hizo un promedio de entre 20 y 25 películas”, afirma que sólo en 2014 “se propusieron 84 proyectos” y explica: “Estamos con un fondo para diez películas en plena producción y otro para otras diez que ya están terminándose. Es un volumen muy importante que en el futuro nos va a permitir tener un mejor festival y más cineastas locales teniendo éxito, además de obligarnos a pensar más políticas culturales y cinematográficas”.
El cine argentino tuvo una destacada participación en la Competencia de Largometrajes extranjeros, con un par de películas y otras tantas coproducciones minoritarias. Nada mal para un total apartado con sólo cinco films. Entre las primeras estuvieron El crítico, la metadiscursiva ópera prima del periodista y codirector de la revista Haciendo Cine, Hernán Guerschuny (que obtuvo el Premio de la Crítica), y el coming of age Algunos días sin música, de Matías Rojo; mientras que la venezolana Esclavo de Dios, de Joel Novoa, y la uruguaya El lugar del hijo, de Manuel Nieto, conformaron el segundo lote. El quinteto se completó con la chilena Las analfabetas, de Moisés Sepúlveda. Estas dos últimas serían, a la postre, las grandes ganadoras del evento, con el film rioplatense quedándose con los premios a Mejor película y Mejor actor, y el chileno con los de Mejor director, Mejor actriz y Mejor fotografía. Es cierto que las diferencias entre ambos eventos son arrolladoras, pero el doblete del opus dos de Manuel Nieto podría significar una pequeña reparación histórica ante la poca visibilidad concedida por el Bafici ’14, que decidió programarla en la inabarcable sección Panorama. Es que El lugar del hijo significa una vuelta de tuerca a los temas y el tempo narrativo uruguayos, una superación a la marca de agua implementada por la escuela de Rebella-Stoll hace ya más de una década.
El protagonista es Ariel (Felipe Dieste), un estudiante de psicología en Montevideo, que recibe la noticia de la muerte de su padre en plena asamblea, por lo que deberá volver a su pueblo natal para ocuparse de los asuntos pendientes. Asuntos que son poco auspiciosos, ya que el panorama incluye a una amante paterna instalada en la casa y el reclamo de un escribano (uno de los últimos trabajos del gran Alejandro Urdapilleta) por una vieja deuda. A partir de esa anécdota, la historia se balanceará entre los dilemas propios de un chico de veintipico y la pérdida de la inocencia ante una realidad bastante distinta a la que él imaginaba, constituyendo un relato acerca de la colisión de esas cosmovisiones y el autodescubrimiento social, político e incluso emocional. Porque allí no sólo deberá hacerse cargo del campo y los quehaceres heredados, sino también que afianzará su militancia política –el título en inglés es The militant, pero, según afirmaron aquí, decidieron cambiárselo en América latina por las similitudes con El estudiante– y conocerá a una compañera con la cual tendrá bastante más que buena onda. El gran mérito del film de Nieto es la armonía con la que constituye las distintas vertientes de su relato, amalgamando momentos luminosos con otros auténticamente intrigantes, todo hilado por el comportamiento seguro y misterioso de Dieste.
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