“Ahora empieza lo que llamamos el síndrome post-Cartón”, lamenta Marisa Fernández Villalba. “No sabemos qué hacer con tanto tiempo libre en el día, nos llamamos, los molestamos a ustedes, no entendemos nada”, describe Diego Cabarcos. La dupla es la cara visible del colectivo que organiza el internacionalísimo de cortos animados Festival Cartón, cuya quinta edición culminó el lunes tras siete jornadas a puro dibujo animado, con epicentro en FM La Tribu, pero también en otras sedes, como la Biblioteca Nacional o la Alianza Francesa.

La definición del “síndrome” le resultará familiar a todo aquel que haya organizado algún evento a pulmón y queda claro que la sensación se potencia cuando es excepcional la respuesta de creadores convocados y del público. Durante el acto de cierre del festival, en el Centro Cultural Rechazando Coimas, Cabarcos destacó que recibieron más de 200 cortometrajes, de las cuales eligieron 135 para la competencia oficial. Además, se proyectaron tres largos: el preestreno de Historias de cronopios y de famas, de Julio Ludueña; Sita sings the blues, de la estadounidense Nina Paley, y el documental The mistery of the first animated movies, que el italiano Gabriele Zucchelli dedicó a la figura de Quirino Cristiani, argentino realizador del primer largo animado de la historia, El apóstol (Argentina, 1917).

Es justamente la figura de Cristiani la que más movilizó a los organizadores del festival. “La obra de Quirino desapareció en algún incendio y él se retiró de la producción; ese material que vimos es poco accesible y muy valioso”, destaca Fernández Villalba. Su compañero aprovecha la ocasión para anunciar una campaña para instituir el Día de la Animación argentina. “Tenemos el 28 de octubre como efemérides mundial, pero queremos que se declare el 9 de noviembre, que es el día que se estrenó El apóstol”, explica, y señala que cuando llegó a las salas esa cinta seminal estuvo seis meses en cartel a razón de siete funciones por día. “Me imagino un 9 de noviembre con animación en las plazas, funciones a mitad de precio en las salas comerciales o gratis en el circuito del Incaa, con La Tribu llena”, se permite soñar.

Con la iniciativa, el festival consolida su rol pivotal en la escena de la animación local. Eso se refleja en las palabras de Maxi Bearzi, uno de los integrantes del jurado de esta edición. “Hay que agradecer al festival por lo que logró, es un espacio muy importante en el que nos podemos conocer, charlar y discutir nuestras cosas –celebra el realizador–, nos representa a todos los que trabajamos y experimentamos para llevar nuestras cosas a la pantalla.” La composición del público parecía darle la razón: había dibujantes, productores y directores de distintos grupos y emprendimientos. Entre ellos, los festejados integrantes del grupo dosgalletitas*, responsables del spot oficial de este año, con sus personajes hechos, claro, de galletitas.

Además, el colectivo Cartón reconoció la labor de los siete talleres argentinos que presentaron cortos por fuera de la competencia central del festival. En cuanto a los galardones, se distinguieron ocho producciones, con menciones a la idea original, propuesta estética, realización y otras dos menciones especiales del colectivo organizador.

Hubo grandes ganadores en las tres categorías centrales del evento. En animación tradicional/CGI, el premio fue para Francia y quedó en manos de Carlos de Carvalho y Aude Danset, por su Première automne, un relato de dos niños que representan el verano y el invierno. En la categoría Flash, el galardón se lo llevó el gran trabajo de Hugo Heberto Sosa Odriozola en Curupaity, un corto que mezcla dibujos crudos sobre paisajes fotográficos para contar una historia crítica de la guerra de la Triple Alianza. Además de echar una mirada hacia la vida de ejército de frontera de la época, desdeñosa del conscripto, Sosa Odriozola destaca los nueve mil muertos de la desastrosa batalla que da nombre a su animación.

Finalmente, la categoría Stop Motion quedó para Padre, de Santiago Bou Grasso, que también se llevó el Gran Premio del Jurado. Padre presenta la vida de una señora que sirve a un marino integrante de la última dictadura cívico-militar argentina y el corto destaca su vida enclaustrada, con una poderosa escena alegórica. Además de una animación formidable, el corto tiene tiempos narrativos muy precisos e impacta por su poder expresivo y sutileza. Esta producción de Bou Grasso va en permanente ascenso: ya cosechó más de cuarenta distinciones en distintos festivales y está preseleccionada para los premios de la Academia hollywoodense. Al momento de recibir la estatuilla en su representación (el director vive en Bariloche), Natalia Acosta, miembro del equipo de producción, dedicó el corto “a la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”.

“Es difícil hacer un balance”, considera Silvia Nanni, también miembro del jurado junto a Bearzi, Fernando Martín Peña, Lucas y Carlos Nine. “Primero pienso en la pasión de cada uno, me pongo en su lugar y me cuesta dividirlos en categorías; me emocionó mucho hacer este trabajo”, celebra la dibujante y animadora.

A la hora del cierre, llegó la fiesta. Por cuarto año consecutivo, el ensamble Chancho a Cuerda se presentó en la ceremonia de premios del Festival Cartón, esta vez compartiendo performance con un equipo de dibujantes que ilustraban en vivo lo que les sugería la música. Luego sólo quedó espacio para el cansancio de siete días de cine animado, para las sonrisas y, sobre todo, para el trabajo que se viene. Porque, está claro, se dedican a la animación, pero estos chicos no están dibujados.