CINE › ARRANCA EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE LAS TRES FRONTERAS
El encuentro, organizado por los actores Juan Palomino y Daniel Valenzuela, se realizará en Puerto Iguazú, donde ante la ausencia de salas habrá dos carpas para 300 personas. Se verán unas 70 películas, con Relatos salvajes como film de apertura.
› Por Ezequiel Boetti
En 2010, Juan Palomino y Daniel Valenzuela viajaron a Misiones para el rodaje de A la deriva, de Fernando Pacheco. Allí se enteraron de que la directora Kathryn Bigelow, que acababa de ganar el Oscar por Vivir al límite, estaba buscando locaciones para un thriller sobre el tráfico de drogas en la región. De inmediato recordaron las escenas de División Miami filmadas por Michael Mann en Ciudad del Este y presagiaron otra mirada estigmatizadora sobre “una zona hermosa y con una riqueza cultural enorme”, según define hoy Palomino. Entonces pensaron en hacer algo al respecto, pero ¿qué? La respuesta fue, en principio, y tal como afirma el actor, “un sueño loco”: “Tanto Daniel como yo venimos de la actuación y nos parecía más que interesante aventurarnos en un gran desafío”. El paso del tiempo y la sumatoria de apoyos económicos y logísticos hicieron que la aventura se materializara desde hoy y hasta el próximo sábado, cuando Puerto Iguazú sea sede del primer Festival Internacional de Cine de las Tres Fronteras.
“Poner en marcha un hecho artístico como éste nos permite equilibrar la balanza y que todos podamos contar nuestras propias realidades”, dice el actor, corrido momentáneamente de los sets para ocuparse de la dirección del evento. Programado por los cineastas Nacho Garassino (El túnel de los huesos) y Nicanor Loreti (Diablo), y con Valenzuela a cargo de la producción general, el festival tendrá más de 70 películas, muchas de ellas emblemas de las últimas cosechas de las distintas cinematografías de la región. Los films se verán en las dos carpas con capacidad para 300 personas que, ante la ausencia de salas tradicionales en la ciudad, oficiarán como sedes. “No queremos hacer un festival estrictamente para cinéfilos, sino que sume a otros públicos”, afirma el flamante director, y explica: “Iguazú es una ciudad sin salas, por lo que el consumo mayoritario se da a través de la televisión. Queremos que la gente se acerque al cine, entonces el desafío fue seleccionar películas muy representativas de la región que a su vez tuvieran cierta aceptación popular”. En esa línea se entiende la elección de Relatos salvajes como película de apertura y la presencia de la paraguaya 7 cajas en la sección de panorama Tres Miradas.
Como en todos los festivales, habrá actividades paralelas (una muestra en homenaje a Isabel Sarli), talleres, charlas y homenajes, en este caso a The Last Movie, Ramón Ayala y Walker, esta última con la presencia de su director, el británico Alex Cox, que presidirá el jurado de la Competencia de Ficción. Justamente sobre ella recaerá el mayor foco de atención. Allí estarán varias conocidas para el público argentino, como las recientemente estrenadas El ardor, de Pablo Fendrik; El cerrajero, opus dos de Natalia Smirnoff, y la coproducción con Ecuador Feriado, Feriado, de Diego Araujo. Las contendientes nacionales de este apartado se completan con las comercialmente inéditas La Salada, de Juan Martín Hsu, que sigue las peripecias de un grupo de comerciantes en la feria del título, y la favorita de los locales No hay tierra sin mal, ópera prima de la posadeña Belén Bianco sobre la particular relación entre dos mujeres.
Brasil también aportará lo suyo con un trío encabezado por A despedida, de Marcelo Galvao, la historia de un hombre de 92 años que se enamora de una mujer 55 años menor. Las otras dos están hermanadas por la tematización de la historia. Los señores de la guerra, de Tabajara Ruas, se sitúa durante la Guerra Civil para narrar una de amores y venganzas, mientras que Después de la lluvia, de Marília Hughes Guerreiro y Cláudio Marques, elige desplazarse hasta 1984, cuando la población civil comienza a salir a la calle en reclamo de elecciones presidenciales que pongan fin a la dictadura militar. El resto de la Competencia se completa con la peruana El mudo, de Daniel y Diego Vega; la venezolana Nena, salúdame al Diego, de Andrea Herrera Catalá; la boliviana Ivy Maraey - Tierra sin mal, de Juan Carlos Valdivia; la mexicana Despertar el polvo, de Hari Sama; la costarricense-venezolana Princesas rojas, de Laura Astorga; la puertorriqueña Hugo, Paco, Luis, y tres chicas de rosa, de Edmundo Rodríguez; y la colombiana Crónicas del fin del mundo, de Mauricio Cuervo.
La escuadra argentina también parte como amplia favorita en el apartado competitivo de documentales, con cinco de las once participantes jugando de local. Allí habrá dos films con amplio recorrido festivalero como Pichuco, de Martín Turnes, que propone un repaso por la vida y obra del gran Aníbal Troilo en el marco del centenario de su nacimiento; y la muy buena La Paz en Buenos Aires, que va de la generalidad de un retrato sociológico/etnográfico de la comunidad paceña instalada en el barrio de Liniers a una particular atención a una familia con tradición en la lucha libre. Sobre una particularidad también parten Blues de los plomos, rockumental dirigido a cuatro manos por Gabriel Patrono y Paulo Soria acerca de los obreros ocultos detrás del éxito de las bandas de rock; S. C. Recortes de prensa, en la que Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain recuperan la aventura de un grupo de periodistas e intelectuales exiliados durante la última dictadura –entre ellos, Julio Cortázar y Osvaldo Soriano–, dispuestos a lanzar un periódico que ingresará clandestinamente al país desde Europa; y Tierra abrasada, de Gustavo Siri, que toma como hoja de ruta la novela Fuego en Casabindo, de Héctor Tizón. El quinteto nacional se completa con Origen Chapá, de Axel Monsú, que aborda la historia de la localidad misionera de Colonia Alberdi.
Entre las extranjeras vale destacar La muerte de Jaime Roldós. Dirigida por Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera, se trata de una auténtica masterclass de periodismo de dos horas, una investigación rigurosa, atrapante y profunda sobre el supuesto accidente aéreo del mandatario ecuatoriano ocurrido en mayo de 1981. Por su parte, la chilena La última estación, de Cristian Soto y Catalina Vergara, y la paraguaya El tiempo nublado, de Arami Ullón, tematizan la vejez y la inminencia de la muerte. La primera, poniendo la cámara dentro de un asilo de ancianos; la segunda, centrándose en el vínculo entre una mujer y su madre enferma de Parkinson. Sigo siendo (Kachkaniraqmi), de Javier Corcuera, propone un viaje por las distintas culturas peruanas mediante la vida de sus músicos, mientras que la mexicana Quebranto, de Roberto Fiesco, relata la vida de una joven promesa del cine mexicano que, con el correr de los años, desapareció de los primeros planos mediáticos. Todo listo, entonces, para un festival que tendrá una alfombra tan roja como la tierra a su alrededor.
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