Jue 11.12.2014
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CINE › EMPIEZA LA TERCERA SEMANA DE CINE DOCUMENTAL ARGENTINO

El documental también tiene su espacio

Desde hoy hasta el próximo miércoles en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont, el encuentro pemitirá visualizar el crecimiento del género. Se verán siete films argentinos, más uno internacional invitado.

› Por Oscar Ranzani

El documental argentino goza de buena salud. Así lo demuestra el crecimiento exponencial que ha experimentado este género en los últimos quince años. Cada vez aumenta más la producción, pero el problema radica en la exhibición: no hay suficientes pantallas para mostrar la creatividad de los documentalistas y muchas veces las producciones sólo circulan en festivales y no logran llegar al estreno comercial. Esta situación es motivo de inquietud y preocupación por parte de los cineastas. Los realizadores nucleados en la Asociación de Directores y Productores de Cine Documental Independiente de Argentina –entidad más conocida por sus siglas ADN– buscaron una manera de darle visibilidad a sus trabajos audiovisuales. Y por tercera vez consecutiva organizaron la Semana de Cine Documental Argentino. Esta edición de la muestra se desarrollará entre hoy y el miércoles 17 en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635). A diferencia de años anteriores, ahora se presentará en un formato de 7+1: siete películas argentinas, en calidad de preestreno, más un largometraje internacional invitado. El extranjero es Invasión, del realizador panameño Abner Benaim, que cuenta con la coproducción argentina de Alejandro Israel y que acaba de ser preseleccionado por su país para competir por el Oscar a la Mejor Película Extranjera.

Adriana Yurcovich, codirectora de El ambulante, presentará su nuevo documental: Bronces en la Isla Verde. En un pueblo del sur de Córdoba, un grupo de voluntarios formado por Juan, el peluquero; su hijo Luis, trompetista; los músicos Lucía y Ximena, una pareja de cocineros; amigos, parientes y vecinos del pueblo, llevan adelante un festival internacional de música de bronces. Lo que empezó como una idea loca y divertida creció tanto que alcanzó suficiente envergadura para que a Isla Verde lleguen grandes maestros de todo el mundo y estudiantes de toda Latinoamérica, que se alojan con los habitantes del pueblo. Entre otros, dieron clases y conciertos los trompetistas Ronald Romm (USA), el francés Thierry Caens, el tubista estadounidense Jon Sass, el trombonista inglés Brett Baker y el cornista francés André Cazalet.

A Yurcovich la contactó un hombre de Isla Verde que había visto El ambulante y que había conocido al personaje de ese documental: un hombre que hace y pasa cine en pueblos olvidados del interior. Y el señor de Isla Verde que la contactó le pasó el dato de quienes organizan el festival. El mismo nació gracias al trompetista Luis Isaia, que se fue del pueblo para vivir en Buenos Aires, pero siempre quiso organizar algo en su tierra. “Empezó a organizar algo muy chiquito: clases con un profesor nacional que él conocía”, recuerda Yurcovich sobre el origen de esta aventura musical que ya lleva ocho años. “Fue creciendo de a poquito y ahora es un festival internacional, con profesores que vienen de todo el mundo. Y ahora son ellos quienes escriben diciendo que quieren ir a Isla Verde. Se fue convirtiendo en un evento importante”, explica la directora. El festival se autofinancia porque los estudiantes pagan una suma de dinero cercana a los 2500 mil pesos, que incluye una semana de alojamiento, comidas y clases. “Y ellos tienen poco costo, porque el alojamiento no lo pagan, ya que lo brindan los vecinos, buena parte de la comida son donaciones y algunos de los profesores que vienen son sponsoreados por su universidad en el exterior o por la marca del instrumento que traen”, comenta Yurcovich.

En siete días los habitantes del pueblo pasan de la cotidianidad, la rutina y el anonimato a un hecho trascendental. “La gente participa muchísimo. Por supuesto, también hay personas que dicen: ‘No, no vamos, esa música es aburrida’. Es que interpretan jazz, música clásica o contemporánea. Igual, en el festival también tratan de poner algo de tango para hacerlo más popular. En el pueblo no hay muchas cosas para hacer. Un evento que dura una semana, que moviliza a todo el mundo, es algo interesante. Y la gente participa. Los jóvenes ayudan y trabajan de mozos. Todos comen juntos en el salón de una escuela. Otra gente se organiza y va a buscar a los músicos a la estación porque el único micro que va desde Buenos Aires llega a las tres de la mañana”, señala Yurcovich.

Otro de los documentales que ofrecerá la Tercera Semana de Cine Documental Argentino es Equipo verde, de Alejandra Almirón. “El proyecto nació en 1996, a veinte años del golpe, luego de un acto en el que militantes de los ’70 le daban el pase generacional a los hijos, y yo, filmando, me di cuenta de que formaba parte de la generación del medio, que era la generación de los que votaron por primera vez en la Argentina de la primavera democrática y que, de algún modo, estábamos caídos de la historia y no teníamos ningún tipo de protagonismo”, explica Almirón sobre la idea que la movilizó a hacer este documental. El pase generacional, entiende la directora: “Se interpretaba que tenía que ser con nosotros, no con ellos”. Entonces, Almirón dijo: “Quiero hacer una película de esta especie de generación perdida o invisible”.

El proyecto pasó por varias idas y vueltas, pero finalmente Equipo verde aborda la situación vivida en el colegio al que fueron Almirón y sus dos amigas del equipo de vóley. “Eramos las que no sabíamos jugar al vóley y éramos también las outsiders del colegio, que lo odiábamos, que no teníamos amigos, que estábamos siempre en los márgenes.” El equipo verde “era el equipo malo del colegio y fue un poco la excusa desde lo micro para hablar sobre cómo era la educación en ese momento, cómo era la vida de los que no militábamos porque éramos chicos (ya que somos la generación que vino después), y un poco sobre la sociedad civil”, relata Almirón, quien también buscó mostrar, según define, “cómo la dictadura nos tocaba, pero no desde el lugar central, sino por la burbuja escolar, por la cultura que nos unía”. La cineasta recuerda que en el colegio al que fue eran muy autoritarios. “Era el tipo de colegio donde no volaba una mosca. Entonces, busqué contar desde la cosa minimalista cómo era la microsociedad en ese momento.”

David Mazal tenía 19 años cuando se produjo el golpe de Estado. Previamente había militado en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y luego fue miembro de la Juventud Peronista. Catalina Garraza también militaba y junto a su familia fue secuestrada por los represores. Ella era oriunda de San Luis. Cuando su padre conoció a David en la temible Unidad 9 de La Plata, le contó acerca de ella. Y David y Catalina –que estaba detenida en el Penal de Ezeiza– comenzaron a escribirse casi como un juego, pero con el correr del tiempo la relación epistolar fue cada vez más intensa y se enamoraron sin conocerse físicamente. Tenían un código con David para encabezar las cartas: “Llegó la mariposa”. Cuando salieron de prisión, diez días antes del retorno de la democracia, construyeron una pareja que hoy perdura. Esto es lo que cuenta Proyecto Mariposa, documental de Sergio “Cucho” Costantino, que integra la muestra. En el film, Costantino entrevista no sólo a David y Catalina, sino también a sus familiares. Y también a viejos compañeros de ambos. Ellos cuentan desde cómo empezaron su militancia hasta cómo los secuestraron, pero sobre todo el film indaga en cómo se formó esa relación afectiva en medio de un país atravesado por el terrorismo de Estado.

Costantino es conocido por ser el realizador de Buen día, día, sobre el gran Miguel Abuelo, y de Imágenes paganas, sobre el recordado Federico Moura. “Yo tengo la misma edad que Alejandra Almirón y sentía que había algo en mí que debía contar. No me quería meter en todo lo que es la dictadura, porque supongo que no tenía la capacidad ni el interés, habiendo ya tanto material, pero sí había una deuda de querer contar lo que pasó”, relata el documentalista. “Creo que todos los que hacemos documentales debemos reflejar la cara de un país, pero se me ocurrió desde otro lugar porque yo hago documentales de música. Y ésta era una historia de amor. Y una vez, Spinetta me dijo: ‘La música es amor’. Y como yo estaba militando en un lugar, conocí la historia de David y Catalina y me parecía que era mostrar esa luz en esos años de oscuridad. Es otra mirada de la dictadura, más subjetiva, y una luz de esperanza que al final brilló y sigue brillando”, agrega el documentalista. “Es una película de amor con memoria, es una película de amor entre rejas que si bien a nivel producción es chica, tiene una historia que es muy grande”, reconoce Costantino.

La Tercera Semana de Cine Documental Argentino también ofrecerá El Mercado, de Néstor Frenkel, quien retrató la historia del mercado del Abasto. También se preestrenará La lluvia es también no verte, ópera prima de Mayra Bottero, que aborda las memorias de los sobrevivientes del incendio del boliche República de Cromañón. Los Anconetani, de Silvia Di Florio y Gustavo Cataldi, refleja la historia de Nazareno Anconetani, quien con sus 91 años atesora el oficio casi extinguido de constructor de acordeones, tradición que aprendió de su padre Giovanni, que llegó a la Argentina desde Ancona, Italia, en 1918. El ciclo se completa con Arreo, de Néstor “Tato” Moreno, que indaga en la historia de Eliseo Parada y su esposa, puesteros trashumantes del sur de Mendoza, quienes deben enfrentar la amenaza que representa el “progreso” para su única fuente de sustento y la incertidumbre de no saber por cuánto tiempo más sus propios hijos mantendrán esta tradición transmitida de generación en generación.

* Horarios de proyección: www.adndoc.com.ar

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