CINE › EL ATAQUE DE LOS HACKERS A SONY SIGUE LEVANTANDO POLVAREDA EN EL MUNDO
El golpe informático a la empresa de entretenimiento produjo secuelas que perdurarán en el tiempo: rodajes suspendidos, correos electrónicos, historiales médicos y salarios revelados. El guión de la nueva película de James Bond podría filtrarse en la red.
Tres semanas después del ataque informático sufrido por Sony Pictures Entertainment, las dudas sobre su autoría y la incertidumbre sobre el contenido filtrado por los hackers continúan sobrevolando Hollywood, que vive un drama de película que apunta a un improbable final feliz. Desde que el 24 de noviembre los piratas anunciaron su ataque, la indignación se instaló en el estudio, donde desde los ricos ejecutivos hasta los empleados de base comparten la sensación de indefensión por la grave violación de su privacidad.
Los delincuentes tuvieron acceso a más de 100 terabytes de datos de los archivos de Sony, una ingente cantidad de información que está siendo distribuida en Internet y revelada progresivamente por medios de comunicación, como si fuera un serial televisivo criminal de esos en los que no se sabe qué ocurrirá en el siguiente capítulo. Ya se ha confirmado que cayeron en manos ajenas desde números de identificación fiscal de los trabajadores hasta historiales médicos, pasando por salarios y datos personales más básicos, así como una multitud de correos electrónicos que hicieron palidecer a más de uno. Además de la plantilla de más de 3000 empleados, Sylvester Stallone, James Franco, Seth Rogen, Jude Apatow y Rebel Wilson figuran entre las víctimas del pirateo.
En términos de negocio, Sony vio cómo cinco de sus nuevas películas terminaban en Internet antes de tiempo: Fury, Annie, Mr. Turner, Still Alice y To Write Love On Her Arms. En el caso de Fury, de Brad Pitt, la película superó el millón de descargas ilegales en menos de una semana. El domingo pasado se supo que el guión de la primera versión de la próxima entrega de la saga James Bond, Spectre –que comenzó su rodaje en estos días–, estaba también entre la documentación robada. Inmediatamente después del ataque, Sony bloqueó sus redes informáticas para frenar el saqueo, una desconexión de Internet que dejó al estudio casi inoperativo durante una semana. Al día de hoy, las computadoras siguen sin encenderse, aunque sí se autoriza el uso de cuentas de correo electrónico.
Luego les tocó el turno a los abogados, que han enviado cartas a la prensa en las que desautorizan cualquier publicación de información obtenida por el ataque con el objetivo de limitar las consecuencias. La actitud de los medios fue criticada no sólo por el estudio, sino también por referentes de la industria como el guionista y productor Aaron Sorkin (La red social, The West Wing), quien, en una columna de opinión publicada el domingo en The New York times, acusó a los reporteros de colaborar con los hackers. A su juicio, los medios están a la caza de documentos sensacionalistas sin importar el derecho a la privacidad de los afectados. Lo cierto es que, hasta el momento, no se ha destapado ninguna ilegalidad y los correos electrónicos interceptados son más carne de la prensa de chimentos que otra cosa. La copresidenta de Sony Pictures, Amy Pascal, tuvo que pedir disculpas por el contenido de unos mails en los que se refería en tono de broma a la raza de Barack Obama para justificar el tipo de películas que podrían ser del gusto del presidente de Estados Unidos. Las comunicaciones filtradas incluyen críticas a Angelina Jolie, a la calidad de las películas de Adam Sandler, y referencias a George Clooney, Jennifer Lawrence, Brad Pitt y Bradley Cooper, entre otros.
El FBI tiene abierta una investigación para dar con los responsables del ataque, de los que nada se conoce a ciencia cierta. El grupo que se atribuyó el delito se hace llamar Guardians of Peace (Guardianes de la Paz) y el fin de semana pasado anunció que estaba “preparando un regalo de Navidad” que iba a dejar a Sony en su peor momento. Aunque no pudo confirmarse la versión de que los hackers habrían exigido que Sony cancelara el estreno de La entrevista (planificado para el 25 de diciembre), sigue flotando la polémica desatada alrededor de la comedia de James Franco y Seth Rogen sobre un complot para asesinar al dictador norcoreano Kim Jong-un. Durante días se señaló a Corea del Norte como brazo ejecutor de este ataque, algo que el país asiático terminó negando, aunque siga siendo un hecho que fuentes oficiales norcoreanas llegaron a calificar esa película de “un acto de guerra” y prometieron venganza.
El largometraje echó leña al fuego a las ya conflictivas relaciones de Corea del Norte con Occidente y se convirtió en un asunto diplomático a nivel regional. El líder de Sony, Kazuo Hirai, exigió que se moderara la forma de morir del personaje de Kim Jong-un para calmar suspicacias, se borraron digitalmente las medallas que cubrían los uniformes norcoreanos y se descartó el estreno en Corea del Sur por precaución.
Mientras tanto, en Hollywood la dirección de Sony inició una campaña de disculpas por adelantado, por lo que pudiera pasar, y busca la comprensión del sector que poco a poco va dando su respaldo después del silencio inicial y ante la evidencia de que nadie está a salvo de la virulencia de los hackers. No pueden menos que preocuparse: ante la amenaza de filtraciones de guiones y argumentos, Sony debió retrasar el inicio de rodaje de un puñado de películas. Y Guardians of Peace dejó caer en la red la posibilidad de que haya nuevos ataques enfocados en otros estudios cinematográficos. Lo que se dice una situación de película.
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