CINE › LA ENTREGA, DE MICHAëL R. ROSKAM, CON GUIóN DE DENIS LEHANE
Autor de las novelas en que se basaron Río Místico y La isla siniestra, Lehane tiene aquí la oportunidad de escribir su primer guión original para el cine, un policial con influencias del primer Scorsese y una rica pintura de personajes.
› Por Horacio Bernades
Impuesta desde la redacción de Cahiers du Cinéma en los años ‘50, la noción de “autor” remite a aquellos realizadores que imprimen su sello personal, filmen con guión propio o no. Alfred Hitchcock jamás escribió un guión y, sin embargo, en toda la historia del cine hay pocas películas más inconfundibles que las suyas. Lo mismo podría decirse de las de F. W. Murnau, Howard Hawks, Ken Loach, Daniel Tinayre, Leonardo Favio o Tim Burton, que raramente (o nunca) escribieron nada. Eso no quiere decir que en ocasiones no se dé el caso inverso: el del novelista o guionista cuyos temas, ambientes, desarrollo o tipo de personajes son lo suficientemente invariantes como para que pueda considerárselos, aunque sea en parte, “autores” (semi-autores, si se prefiere) de las películas que escriben. El caso de Billy Wilder (cuando escribía para otros), de Paul Schrader, del español Eduardo Borrás en el cine clásico argentino, de John Milius en los años ’70 o, más recientemente, del mexicano Guillermo Arriaga en sus películas con Alejandro González-Iñárritu. Otro tanto sucede con Denis Lehane (Dorchester, 1965), en cuyas novelas se basaron Río Místico (2003), Desapareció una noche (2007) y La isla siniestra (2010), y a quien La entrega le da la posibilidad de escribir su primer guión, a partir de un cuento propio.
Con La isla siniestra saliéndose un poco del molde, en The Drop (título original de La entrega, basada en el relato “Animal Rescue”) reaparecen los personajes urbanos, de clase media baja (antes en Dorchester, ahora en una Brooklyn que no es la actual), que asomaban en Río Místico y Desapareció una noche. Reaparece el crimen, claro. Pero sobre todo y de modo más explícito, cuestiones morales de matriz católica: el pecado, el peso de la culpa, la piedad, la posibilidad (o no) de redención. Es, sí, un mundo muy afín al de Martin Scorsese, que no por nada llevó al cine una de sus novelas. Al del primer Scorsese, sobre todo: aquel que narraba historias (criminales) de barrio. De hecho, Marv’s Place, el bolichito de Dorchester que maneja Cousin Marv (el gran James Gandolfini, ahora sí despidiéndose para siempre) y donde atiende la barra su primo Bob Saginowski (Tom Hardy, el Bane de la última Batman), podría ser perfectamente el mismo donde se reunían los amigotes de Calles salvajes (1973).
También aquí la mafia tiende su largo brazo, como una sombra densa y ominosa. Pero los tiempos cambiaron y no se trata ya de la mafia italiana, sino de la rusa. Chechena, más precisamente. De ese origen es Chovka (el temible Michael Aronov), que tiene bien agarrados a Marv y Bob. Sucede que Marv’s Place empezó siendo de Marv, pero ya no: Chovka se lo “tomó” para hacer de él un drop bar, bares que se usan para recibir y entregar dinero sucio. Hay un robo, desaparecen 5 mil dólares de Chovka y Chovka no tarda en venir a reclamarlos, trayendo como advertencia a un tipo que viene taladrado en la parte posterior de una camioneta (Scorsese otra vez). De allí en más, pura sensación de encierro, sin salida y opresión para Marv y Bob, que no saben cómo reponer la plata. Lugar también para un par de violentas vueltas de tuerca, muy propias del género. ¿Qué género? El policial, claro, porque esto va a terminar a los tiros.
“Vos ocupate del policial, que yo me ocupo del drama y los personajes”, parece haberle dicho Lehane al belga Michaël Roskam, que dirige su primera película en Estados Unidos tras haber llamado la atención, tres años atrás, con la dura y también ominosa Rundskop, conocida internacionalmente como Bullhead. Palanca esencial del drama íntimo es el cuadrángulo compuesto por Bob, su vecina Nadia (Noomi Rapace, la chica que fue Lisbeth Salander en la versión sueca de la trilogía Millenium), Rocco, el precioso cachorro de pitbull que Bob rescata de la basura, y Eric Deeds, ex novio de Nadia, matoncito que tiró a Rocco a la basura (el belga Matthias Schoenaerts, protagonista de Bullhead).
Novelista diestro, Lehane multiplica líneas narrativas con la misma precisión con que luego las hará converger, haciendo crecer sin pausa el interés y la tensión del relato. Roskam lo complementa a la perfección, con buen pulso, clima denso y oscuro y una funcionalidad con agallas. Parte del elenco (Gandolfini, Schoenaerts, Aronov) le da verdadera carnadura a la historia, transmitiendo o generando la angustia requerida. Hay dos problemas en La entrega. Uno es el propio Lehane, que subraya sentidos con cruces, iglesias, querubines de decoración rotos y reparados y una clara batalla de ángeles (caídos: Bob) y demonios (los mafiosos y el psicopatón). El otro problema es Tom Hardy, que también subraya, mostrándose como una especie de Rocky abrumado, desde el primer minuto hasta aquél en el que hace pensar que todo eso era una máscara.
EE.UU., 2014
Dirección: Michaël R. Roskam.
Guión: Denis Lehane, a partir de su cuento “Animal Rescue”.
Fotografía: Nicolas Karakatsanis.
Duración: 106 minutos.
Intérpretes: Tom Hardy, Noomi Rapace, James Gandolfini, Matthias Schoenaerts, John Ortiz, Michael Aronov.
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