CINE › EL PRIMER AñO DE GESTIóN DE LUCRECIA CARDOSO AL FRENTE DEL INCAA
La presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales hace un balance en el que destaca un fuerte impulso federal. Y señala: “Hay que garantizar la posibilidad de la diversidad cultural, y fomentar y generar industria”.
› Por Oscar Ranzani
María Lucrecia Cardoso está a punto de concluir su primer año al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), luego de la renuncia de Liliana Mazure a la presidencia del organismo, tras ser elegida como diputada nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cardoso conoce el paño: durante la presidencia de Mazure fue gerenta de Acción Federal y, posteriomente, vicepresidenta del Incaa. Cuando se le pregunta en qué medida su gestión es una continuidad de su predecesora y cuál describiría, a modo de balance de su primer año de gestión, como su marca personal, Cardoso define su posición: “Hay una continuidad que se viene llevando adelante desde el Instituto y tiene que ver con la continuidad de las políticas que se vienen desarrollando a nivel nacional que impactan sobre el sector audiovisual”, comenta en la entrevista con Página/12. Es que Cardoso entiende que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y los fondos de fomento para la producción de contenidos para la Televisión Digital Abierta “generaron un marco de crecimiento de la industria audiovisual”, sumando a eso la declaración de lo audiovisual como industria, entre otros aspectos.
“Y las políticas audiovisuales tampoco están en el vacío, sino en el marco de un proyecto económico que hace que la gente mejore sus ingresos, tenga acceso al trabajo, a la salud, a una cantidad de cuestiones que le permite volver a las industrias culturales”, explica Cardoso. En ese marco, la taquilla de la producción nacional fue creciendo a lo largo de los gobiernos kirchneristas, al igual que la incidencia del cine nacional. Y 2014 cierra con el 19 por ciento de la taquilla general para el cine argentino, cifra que supera los ocho millones de entradas vendidas.
–Antes de ser vicepresidenta del Incaa fue gerenta de Acción Federal. ¿Su línea política apunta, entonces, a consolidar la regionalización y federalización de la producción audiovisual?
–Es uno de los pilares de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, estableciendo una cuota de pantalla no solamente de producción nacional sino de producción local independiente. Esa producción local independiente viene del sector audiovisual: el cinematográfico, el televisivo, el audiovisual en general. Hoy estamos viendo resultados de muchas de esas políticas. Ciencias naturales, una película cordobesa hecha en Córdoba, ganó en Guadalajara y Berlín. Tenemos otros ejemplos en festivales internacionales de este año, como el caso de Entre Ríos con La tercera orilla, de Celina Murga. Pero también tenemos la primera película íntegramente realizada en La Rioja: El bum bum fue ganadora del concurso Raymundo Gleyzer hace cinco años. Y este año podemos decir que se estrenó la primera película hecha íntegramente en la provincia de La Rioja.
–Este año hubo también una fuerte presencia del cine argentino en los festivales internacionales. ¿De qué manera el Incaa puede colaborar en la proyección internacional de producciones nacionales?
–Primero, es un activo promotor de la presencia de las películas en los festivales y en los mercados internacionales. Y acá hay también una política clara que también es una continuidad: hace unos días concluyó la sexta edición de Ventana Sur, que posicionó la producción argentina (y la latinoamericana en su conjunto) que traía, por supuesto, toda la trayectoria y el reconocimiento de los talentos que hemos tenido en la Argentina vinculados a lo cinematográfico, pero que los consolida como mercado. Entonces, esa presencia como mercado de Ventana Sur en el contexto de los mercados internacionales de cine posiciona al cine argentino de otra manera y le agrega esa perspectiva.
–Hay una discusión no saldada de quienes insisten en que sólo hay que subsidiar las películas que pueden garantizar un éxito rotundo de taquilla. ¿Cuál es la posición del Incaa al respecto?
–Hay muchos debates alrededor de eso. Todos son genuinos, todos se plantean mirar la producción desde un lugar. Creo que el Estado tiene la obligación de mirar la producción en su conjunto. El fomento del Estado tiene que garantizar la posibilidad de la expresión cultural, en lo cinematográfico, de la diversidad, y esa producción audiovisual como un derecho. Eso es algo que está sobre la mesa en una parte de la discusión. La otra es que también tenemos que fomentar y generar industria.
–¿Por qué es importante que el cine sea considerado una industria?
–Porque hay que consolidar la producción, hacerla crecer, afirmar nuestra presencia internacional a través de lo cinematográfico, por la cantidad de puestos de trabajo que genera, porque es una industria limpia que se genera con trabajo en blanco. Por un montón de razones es válido pensar que la Argentina tiene un lugar estratégico para consolidarse en la producción de contenidos audiovisuales en general. Tenemos más de 150 mil alumnos de carreras audiovisuales en el país, una cantidad de escuelas, una potencialidad, un crecimiento de estos puestos de trabajo vinculados a la industria audiovisual, consecuencia de estas políticas que hablábamos antes. Esto habla de un potencial creativo pero también del sector de la producción entendido como industria.
–Hay quienes dicen que el Incaa favorece a artistas, directores y productores amigos. ¿Puede sintetizar cómo es la elección de una película para que reciba un subsidio?
–Esto es fundamental. La Ley de Cine establece que el Instituto tiene básicamente tres representaciones. Una tiene que ver con el rol administrativo, que es la presidencia y la vicepresidencia que se designan por decreto de la presidenta de la Nación. Otro organismo es el Consejo Asesor, donde está representada la industria a través de sus asociaciones: de directores, productores, técnicos y actores, y cinco representantes del interior del país. El tercer órgano es la Asamblea Federal: están los secretarios de Cultura de todas las provincias que eligen esa representación de cinco miembros en el Consejo Asesor. El Consejo Asesor es el que define los comités, que son ratificados por una resolución que los termina formalizando, pero la elección de los profesionales de la industria que van a elegir si un proyecto es (o no) de interés y merece el derecho a ser subsidiado, va a ser la industria a través de la designación de estos comités. Es algo simple. Lo que pasa es que, a veces, hay una manipulación de la información. Esta información es pública porque hay una ley nacional y las resoluciones del instituto están publicadas en la página web, pero muchas veces se omite información. En los últimos siete, ocho años, ni un solo proyecto fue elegido a través del mecanismo que le permitía al Incaa coproducir un proyecto. El Incaa no coprodujo más desde fines de 2007, principios de 2008.
–Uno de los problemas vigentes es la falta de espacios de exhibición de películas que no están en condiciones de competir con producciones más ambiciosas en los complejos multipantalla. ¿Por qué todavía faltan espacios de exhibición para films que tienen otro público? ¿Cuál es la política, en ese sentido, que se lleva a cabo en la actualidad respecto de los Espacios Incaa?
–Es un estado de situación, a nivel de la hegemonización de la producción estadounidense sobre el mercado cinematográfico, que es mundial. En ese contexto, viendo un poco la perspectiva de la que venimos, se consolidan espacios como el Gaumont. Vamos a terminar este año con alrededor de 500 mil espectadores. Allí se exhibe el conjunto de las producciones nacionales desde las ficciones de primera vía o con una impronta más industrial hasta los documentales digitales. Todos ellos encuentran su público. El circuito de exhibición de Espacios Incaa hoy tiene 55 salas. A través del programa de digitalización están siendo equipadas con tecnología digital de última generación: proyectores de 2K y 4K, sonido 7.1; es decir, en las mejores condiciones. No es solamente garantizar el espacio para la proyección, sino también garantizar el acceso a ese bien que se produce en esa sala. Entonces, Espacios Incaa, por un lado, es un circuito de salas que contiene al conjunto de la producción argentina, pero además garantiza el acceso a través de una entrada que está también subsidiada.
–¿En qué etapa está el plan de digitalización de Espacios Incaa?
–Hubo que hacer una cantidad de obras en las salas para poder adaptar las cabinas de proyección a los nuevos proyectores, que se realizó durante este año. Y hoy ya llevamos alrededor de unas ocho o diez salas con equipos instalados de esas primeras 50. Y la verdad es que hay una expectativa optimista de acá a dos meses de poder terminar con esa primera etapa de 50 salas. Tuvimos las primeras inauguraciones en Santa Fe y en Morón, pero ya hay una cantidad de equipamientos instalados en las distintas salas.
–¿Y respecto de las pequeñas salas privadas que se tenía pensado otorgarles subsidios para la digitalización?
–De hecho, se está haciendo. Hay una política muy activa con respecto a la digitalización de salas desde el Instituto de Cine en conjunto con otras áreas del gobierno nacional como el Ministerio de Planificación, que fue el que nos dio esta partida de presupuesto para poder digitalizarlas. Las salas no se digitalizan a partir del Fondo de Fomento, se digitalizan por el presupuesto del Estado nacional pero que viene del Ministerio de Planificación. Esto es importante porque hoy no tendríamos la capacidad de despliegue de la digitalización en todo nuestro territorio si no fuera por un fuerte trabajo interinstitucional. Entonces, hay tres líneas de trabajo. Una tiene que ver con la financiación: facilitar los créditos para acceder a esa digitalización a través del Banco Nación y del BICE, y acceder a una bonificación de la tasa de interés que supone ese crédito por parte del Instituto de Cine en función de la escala del exhibidor. Una bonificación es si hay un exhibidor de una sola pantalla, independiente de capital nacional; otra, un multipantalla de capital nacional también; y otra es la situación de los multipantalla o las majors de capital internacional. Pero a todas les facilitamos una herramienta crediticia que les permite acceder al crédito, importar los equipos, digitalizarse. Y de acuerdo con la escala del exhibidor hay una mayor participación del Estado para promover esa digitalización. Después, venimos trabajando con el sector de la producción de esta tecnología. Por un lado, es una tecnología que se produce en muy pocos centros del mundo. Pero hoy NEC está ensamblando proyectores en la Argentina. Esa es una realidad que es nueva y que tiene que ver con estas políticas de fomento público. Hoy tenemos anteojos para 3D fabricados íntegramente en la Argentina. Las lavadoras de anteojos también son de producción nacional.
–Una deuda heredada de la gestión Mazure es la creación de la Cinemateca Nacional. ¿Por qué es tan difícil concretar su existencia?
–De alguna manera, yo creo que ese proyecto de ley que, en su momento, fue sancionado, partía de una caracterización diferente del sector de la que tenemos hoy. Yo no diría que es una deuda: hay un trabajo que se viene sosteniendo. Esperamos tener noticias para comienzos del año 2015 con respecto a la Cinemateca. Hoy es necesario pensar en una inversión muy fuerte que tiene que ver con restaurar lo patrimonial, pero también contar con las mejores condiciones tecnológicas de preservación. Estamos seguros de que vamos a tener ese acompañamiento. Estamos trabajando en conjunto con el Ministerio de Cultura de la Nación. Y la verdad es que hay buenas noticias, pero todavía no se pueden formalizar. Mientras tanto, vamos atendiendo las demandas puntuales de la preservación patrimonial. Ahora mismo hay cuatro o cinco películas emblemáticas que están siendo restauradas y remasterizadas. Y otro punto importante en términos de restauración patrimonial fue Incaa TV, porque ese canal no solamente exhibe una cantidad de títulos de cine nacional, que son alrededor de 1800. De esos 1800 títulos, aproximadamente el 30 por ciento fueron remasterizados y digitalizados.
–Hace unos días se informó la designación como nueva directora de Incaa TV a la productora Vanessa Ragone. ¿Esto implica un cambio de rumbo?
–Eso sería interesante charlarlo con Vanessa. Ella tiene muchísimas ideas. Estamos trabajando para un relanzamiento de la programación. Y estamos trabajando intensamente con la idea de que el canal también sea parte de todas estas buenas noticias vinculadas al audiovisual y a la producción cinematográfica.
–Hace unos días también se anunció la creación de nuevas sedes de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, que depende del Incaa, en el interior del país. ¿Esto tiene que ver con federalizar también la enseñanza cinematográfica?
–Para nosotros, la formación era una pieza que nos faltaba cubrir. Fue una iniciativa del actual rector de la Enerc, Pablo Rovito, trabajar, en conjunto con las provincias, una sede de la escuela por región. Más o menos las condiciones necesarias eran que del otro lado hubiera una provincia dispuesta a financiar una parte de ese funcionamiento y que el Incaa se encargara un poco de la parte del desarrollo curricular y académico, la formación de docentes, la puesta a disposición de horas cátedra de docentes que pudieran acompañar la puesta en marcha de esa escuela. El Ministerio de Planificación va a aportar todo el equipamiento necesario para cada escuela. Otra condición era que la provincia no tuviera otra oferta de formación audiovisual cinematográfica y que tuviera vocación hacia la región. En total, van a ser cinco.
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