CINE › EL AFFAIRE ALREDEDOR DE LA ENTREVISTA DEJó MUCHA TELA PARA CORTAR EN LA INDUSTRIA
Fue la comidilla del último mes del año, no sólo en el territorio de la “fábrica de sueños” sino en la política, que respondió al cimbronazo. Los secretos de Sony revelados por los hackers permiten una visión inédita de ciertas costumbres del mundo del cine.
› Por Tim Walker *
Puede ser una cuestión de buen timing o simplemente una coincidencia que da escalofríos, pero uno de los lanzamientos cinematográficos de más alto perfil para enero de 2015 es Blackhat, un thriller dirigido por Michael Mann en el que un hacker brillante ayuda a los autoridades de Estados Unidos en la persecución de un cibercriminal que hackea un reactor nuclear chino y la Bolsa de Chicago, con resultados devastadores. Sólo esa premisa alcanza para meter miedo en los corazones de los ejecutivos de Hollywood, teniendo en cuenta el reciente ciberataque sufrido por Sony Pictures Entertainment... y todo lo que vino después.
Las autoridades de Estados Unidos siguen creyendo que Corea del Norte está detrás del ha-ckeo, aun cuando el ministro de Relaciones Exteriores norcoreano ofreció realizar una investigación conjunta del ciberataque con investigadores estadounidenses. “Mientras Estados Unidos sigue diseminando alegaciones sin fundamento y calumniándonos, nosotros proponemos una investigación conjunta de este incidente”, señaló un comunicado del régimen con sede en Pyongyang, agregando que habría “graves consecuencias” si Estados Unidos rechaza la propuesta. El ataque cibernético, el más grande que haya sufrido una empresa en territorio estadounidense, hizo colapsar los sistemas informáticos de Sony, obligando a sus empleados a volver al papel y lápiz. También dejó expuesta una enorme cantidad de información sensitiva de la empresa, incluyendo detalles de sus empleados, registros financieros, y correos electrónicos privados entre ejecutivos y otros personajes de Hollywood. En el proceso, la revelación de datos proveyó una rara puerta trasera para espiar las mecánicas de la industria cinematográfica. He aquí algunas enseñanzas que deja el affaire Sony.
- Hollywood le tiene terror a Corea del Norte: Sony canceló el estreno navideño de La entrevista, señalada como el origen del ciberataque: hubo varias amenazas a los cines donde se exhibiría el film con Seth Rogen y James Franco. Fueron las salas independientes las que salieron al rescate y se ofrecieron como pantallas para el estreno. Es menos conocido lo que sucedió en el medio: ante la renuncia de Sony, algunos cines planearon volver a exhibir Team America: World Police, una revulsiva comedia con marionetas dirigida por Trey Parker y Matt Stone, creadores de South Park, en la que Kim Jong-il termina empalado y se descubre que en realidad es una cucaracha alien. Paramount Pictures vetó la idea. Otra película ambientada en Corea del Norte fue detenida esta semana por la productora New Regency: Steve Carell iba a ser el protagonista de Pyongyang, un oscuro thriller con toques de comedia basado en una novela gráfica, y que iba a comenzar su filmación en marzo de 2015.
El presidente Barack Obama intervino en el asunto, cuando dijo que Sony había “cometido un error” al capitular frente a los hackers. “No podemos vivir en una sociedad en la que un dictador de algún otro lado puede imponer la censura en Estados Unidos”, dijo. “Si alguien es capaz de intimidar a ciudadanos para evitar que se estrene una película satírica, imaginen lo que sucedería si vieran un documental que exhibe cosas que nos les gustan, o canales de noticias con informaciones que les desagradan. Aun peor, imaginen si productores, distribuidores y otros empiezan a autocensurarse porque no quieren ofender las sensibilidades de alguien cuyas sensibilidades probablemente necesitan ser ofendidas.”
- Las películas se están quedando sin villanos: Michael Lynton, jefe de Sony Pictures, respondió a las declaracines de Obama insistiendo con que el estudio no había “capitulado”, y que tenía planes de estrenar el film, quizá vía video on demand. “No hemos capitulado, no nos hemos rendido, no nos vamos a echar atrás”, dijo. De cualquier manera, Hollywood se ha visto envuelto en diversas formas de autocensura por años. Ansiosos por no ofender a los censores que controlan el explosivo mercado chino, los responsables del estudio Paramount alteraron el año pasado su película de zombies World War Z (protagonizada por una estrella como Brad Pitt), removiendo digitalmente una referencia potencialmente despectiva hacia China. En 2012, MGM gastó un millón de dólares extra para realizar alteraciones digitales en su película Rojo amanecer, transformando sus villanos originalmente chinos en norcoreanos. En ese entonces Corea del Norte era considerado un aceptable malo de película. Ya no.
Hollywood está viendo progresivamente limitadas sus opciones para los antagonistas internacionales. A comienzos de este año, algunos políticos rusos, enojados por la preeminencia de villanos procedentes de Rusia en las películas de Hollywood, buscaron sancionar poderes para que el gobierno pueda prohibir películas extranjeras que “demonizan” a Rusia.
- La compañía madre se mantiene al margen de sus decisiones creativas...salvo una notable excepción: aun antes de que Corea del Norte empezara a lanzar amenazas, los jefes de Sony se mostraban preocupados por las consecuencias que podía traer La entrevista. Durante 25 años, el CEO de la corporación japonesa, Kazuo Hirai, mantuvo la nariz lejos de Sony Pictures Entertainment, su brazo de producción cinematográfica en Hollywood. Esa tradición fue rota este año cuando, preocupados por una posible respuesta desde Pyongyang, Hirai insistió en que los cineastas aliviaran una escena en la que se mostraba la muerte de Kim en cámara lenta y redujeran el escabroso detalle de un primer plano en el que se mostraba la cabeza del líder norcoreano explotando.
La demanda llevó a un largo intercambio entre la jefa del estudio Amy Pascal y Seth Rogen, en el que intentaron llegar a un acuerdo de cuán gráfica podía ser la secuencia. Ese intercambio también apareció entre los correos electrónicos filtrados así como los acercamientos que el estudio tuvo con el gobierno estadounidense para obtener una bendición del film: al menos dos oficiales de la administración Obama vieron La entrevista y la aprobaron.
- La jefa del estudio podrá ser mujer, pero la industria aún sufre de sexismo institucional: una de las hojas de cálculo filtradas en la web tras el ciberataque lista los salarios de 6 mil empleados de Sony. Allí se comprueba que 17 integrantes del equipo estadounidense ganan un millón de dólares o más al año. Sólo uno de esos nombres pertenece a una mujer: Amy Pascal, la codirectora de Sony Pictures que le dio luz verde a The Interview. La división Columbia Pictures del estudio tiene dos copresidentes de producción, pero Michael de Luca gana casi un millón de dólares más que su contraparte femenina, Hannah Minghella. La brecha en la paga se aplica también a la actuación. Algunos correos electrónicos de 2013 sugieren que las estrellas de Escándalo americano tenían acuerdos que les asignaban “puntos”, un porcentaje de la recaudación. Pero mientras Christian Bale, Bradley Cooper y Jeremy Renner tenían acuerdos que les aseguraban un 9 por ciento, a Amy Adams y Jennifer Lawrence sólo les tocó el 7 por ciento.
- Las estrellas más cotizadas no siempre son amadas por sus empleadores: quizá sean capaces de atraer grandes audiencias, pero los ídolos de Hollywood no siempre consiguen el afecto incondicional de quienes los rodean. Durante una discusión a través de e-mails sobre el demorado biopic de Cleopatra con Angelina Jolie, el productor Scott Rudin describió a la estrella como “una mocosa destruida, mínimamente talentosa”. En otro intercambio que analizaba la decisión de Leonardo DiCaprio de abrirse de un acuerdo para interpretar al fundador de Apple, Steve Jobs, Pascal señala que la conducta del actor había sido “despreciable”.
- Los actores usan alias realmente ridículos: si 2014 ha dejado una enseñanza, es que las estrellas de Hollywood tienen fundadas causas para preocuparse por su privacidad, más que nunca. Antes del hackeo a Sony estuvo la filtración que se produjo en agosto, cuando la red se vio inundada de imágenes íntimas de celebridades femeninas, incluyendo a Jennifer Lawrence y la supermodelo Kate Upton. Por eso no es de extrañar que actores y actrices usen nombres falsos cuando sus detalles de contacto son distribuidos a los colegas durante el proceso de producción de una película. El hackeo a Sony reveló que, por ejemplo, Jessica Alba usa el alias Cash Money, mientras que Tom Hanks se llama a sí mismo Harry Lauder –el nombre de un performer escocés de vodevil de comienzos del siglo XX o Johnny Madrid, el nombre de un personaje de una serie televisiva de vaqueros de los años sesenta.
- Aun los máximos ejecutivos de Hollywood hacen bromas racistas en privado: en un infortunado intercambio de mails filtrado por los hackers, Amy Pascal y Scott Rudin bromean sobre los gustos cinematográficos del presidente Obama, sugiriendo que disfrutaría películas con temas afroamericanos como Django sin cadenas o 12 años de esclavitud. Ambos se disculparon por las bromas raciales, y Pascal tuvo una reunión con el reverendo Al Sharpton para discutir la posibilidad de establecer un “grupo de trabajo” que aborde la falta de diversidad en la industria. Aun así, ambos fueron defendidos por John Singleton en un artículo de The Hollywood Reporter: el realizador afroamericano, que trabajó con Pascal y con Rudin, escribió que “no creo que ninguno de los dos sea racista o insensible”.
- Los estudios tienen las mismas discusiones sobre arte y dinero que el resto del mundo: en un documento, un empleado de Sony lamenta la charlatanería sobre algunos productos del estudio y habla de “esas películas con Adam Sandler en serie, pura fórmula”. De todas maneras, Sony es un estudio que tiene intenciones de tomar riesgos comerciales, como se advierte en películas como El juego de la fortuna, La red social, La noche más oscura y, hay que decirlo, La entrevista.
- Todo estudio quiere su propio “consejo de historias” a la Pixar: suele decirse que el éxito de Pixar se basa en buena parte en su “consejo de historias”, con directores y otros cineastas a quienes se consulta de manera extensiva en cada película de animación que produce el estudio. Luego de que el empresario de Pixar John Lasseter tomara el control de Disney Animation estableció un grupo similar allí, lo que ya redundó en una cadena de éxitos que incluye a Frozen. Buscando establecer un consejo propio, este año Sony intentó reclutar a Phil Lord y Chris Miller, escritores y directores de La gran película Lego, para que dirigieran su división de animación. Pero ellos declinaron la oferta, y los correos electrónicos revelados citan el hecho de que Sony mudó Imageworks, su empresa de efectos visuales, a Vancouver, por razones financieras: eso llevó a un éxodo de talentos. “Es demasiado difícil hacer un buen trabajo en Sony”, escribió Lord.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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