CINE › HOY COMIENZA LA EDICIóN NúMERO 65 DE LA BERLINALE
Una fuerte presencia del cine local, encabezado por Wim Wenders y Werner Herzog, compartirá el festival con medio centenar de films de América latina, entre ellos unos cuantos argentinos. También se verán films de Terrence Malick, Jafar Panahi y Patricio Guzmán.
› Por Luciano Monteagudo
Página/12 En Alemania
Desde Berlín
A grandes rasgos, dos tendencias –como si sobrevolara la sombra de ese gran interlocutor de culturas que fue Alexander von Humboldt– dominan este año la programación de la Berlinale, la primera cita importante del año del calendario cinematográfico internacional, que comienza hoy jueves y se extenderá hasta el domingo 15. Por un lado, los locales están dispuestos a hacerse más fuertes que nunca, con toda una serie de películas y nombres que convocan tanto a los fantasmas del Nuevo Cine Alemán de los años ’70 como a las camadas más recientes. Y por otro, el cine latinoamericano tendrá una presencia inédita en la Berlinale, con medio centenar de títulos desparramados en todas las secciones, incluida por supuesto una amplia representación del cine argentino (ver aparte). Es tanto el cine de la región este año en Berlín, que el propio Dieter Kosslick, director del festival, ya proclamó que durante los próximos diez días se hablará casi tanto español como alemán en las frías calles de Potsdamer Platz, el centro neurálgico alrededor del cual gira toda la Berlinale.
Empecemos por los locales, porque este año vuelven nombres de mucho peso no sólo en la historia de la Berlinale sino también de todo el cine alemán, como los de Werner Herzog y Wim Wenders. No deja de ser una paradoja, sin embargo, que ambos regresen al festival que los vio nacer con coproducciones internacionales o, lisa y llanamente, made in Hollywood. Largamente radicado en California pero siempre ciudadano del mundo, Herzog presentará en la competencia oficial Queen of the Desert, donde cuenta la historia de la inglesa Gertrude Bell (1868-1926), popularmente conocida como la “Lawrence de Arabia femenina”. Historiadora, novelista pero también espía al servicio de Su Majestad británica, Bell –encarnada por Nicole Kidman– habría jugado un papel crucial en la conformación geopolítica de Medio Oriente allá por los años ‘20. Tema raro si los hay para Herzog, pero que vendría compensado por los viajes por el desierto tan del gusto del director de Fata Morgana, ahora en el marco de una superproducción que también suma los nombres de James Franco y Robert Crepúsculo Pattinson.
Por su parte, Wim Wenders será la gran estrella de la Berlinale, por partida doble. En primer lugar, estrena fuera de concurso Everything Will Be Fine, la historia de un escritor (nuevamente James Franco, haciendo doblete con la de Herzog) atormentado por el accidente en el que provocó una tragedia, en la que también está involucrada una mujer, interpretada por Charlotte Gainsbourg. La peculiaridad que promete este drama íntimo es que fue rodado en 3D, el formato tridimensional que Wenders ya había experimentado en su documental sobre la compañía de danza de Pina Bausch, pero que aquí vuelve a probar en un film de cámara, lejos del uso espectacular que se le suele dar al sistema. Y para acompañar ese estreno, la Berlinale le dedica a Wenders toda una retrospectiva, que incluirá sus principales films en copias nuevas –desde Alicia en las ciudades hasta Las alas del deseo pasando por Paris, Texas–, además de una charla pública y un homenaje en el que se le hará entrega de un Oso de Oro por su trayectoria.
¿Y Rainer Werner Fassbinder, el otro gran nombre de esa generación? Como se sabe, murió en 1982, a los 37 años, con casi medio centenar de películas realizadas, pero es tal la importancia de su obra y tanto es el vacío que dejó su figura, que casi no hay año en el que no se rescate alguna película suya que se creía olvidada o que aparezca un nuevo documental sobre su figura. Es el caso esta vez de Fassbinder - Lieben ohne zu fordern (Fassbinder - Amar sin demandas), un retrato del historiador y director danés Christian Braad Thomsen, que promete abundantes entrevistas inéditas no sólo con el autor de El matrimonio de María Braun sino también con su madre y actriz, Lilo Pempeit, realizadas allá por 1970, además de testimonios actuales de varios miembros de la troupe Fassbinder, como Irm Hermann y Harry Baer.
De regreso a la competencia oficial: junto con el film de Herzog, habrá dos títulos de neta producción alemana. El director Andreas Dresen, ganador de un Oso de Plata en 2002 por Halbe Treppe, vuelve al concurso con Als wir träumten / Mientras dormíamos, adaptación de una exitosísima novela de Clemens Meyer que describe los tiempos de cambio y confusión que siguieron a la caída del Muro de Berlín, especialmente para los jóvenes de Alemania del Este, abrumados por una flamante libertad que no siempre supieron aprovechar. Por su parte, Sebastian Schipper, el director de Gigantes (1999) y Un amigo mío (2004), presenta Victoria, la historia de una noche afiebrada y unos ladrones improvisados, que atraviesan las calles de Berlín con las venas rebosantes de alcohol y adrenalina.
La competencia oficial de esta Berlinale tendrá tres producciones latinoamericanas a falta de una, dos de las cuales son chilenas. El gran documentalista Patricio Guzmán, autor de la monumental La batalla de Chile, continúa con su obsesiva indagación sobre la dictadura pinochetista y, en El botón de nácar, promete encontrar antecedentes y consecuencias, un poco como ya lo había hecho en su notable film anterior, Nostalgia de la luz. Por su parte, su compatriota Pablo Larraín (el director de las exitosas Tony Manero y No) estará también entre los candidatos a los premios mayores con El Club, la historia de unos sacerdotes “perdidos” entre problemas judiciales, personales o mentales. Son dos exponentes del mejor cine chileno del momento, que llegan a la Berlinale tras el éxito de Gloria, de Sebastián Lelio, Oso de Plata 2013 a su actriz Paulina García.
Y por primera vez en un festival de primera categoría, Guatemala llega a la competencia de la Berlinale con Ixcanul, ópera prima de Jayro Bustamante, que narra, en palabras del propio director, “la vida de una joven cakchiquel, que vive bastante alejada de la modernidad y que se encuentra enfrentada a los amarres de la sociedad que la rodea de cerca y de lejos. La equidad de género no existe en Guatemala, la equidad como concepto es algo que no conocemos. La película habla de esta realidad en nuestro país, tanto de género, de etnia, como de situación socioeconómica”.
Hablando de etnias y pueblos originarios. Además de la profusa presencia latinoamericana en las tradicionales secciones Panorama y Forum del Cine Joven, la Berlinale tendrá en esta edición, por segunda vez, un apartado especial denominado NATIVe, dedicado al cine con temática aborigen. Concebido como bianual, la primera edición, en 2013, estuvo dedicada al cine de esa temática producido en Oceanía. Y ahora en 2015 América latina es la región elegida, en sincronía con la presencia del continente en todas las otras secciones del festival.
Pero no todo es Alemania o Latinoamérica en la Berlinale este año. Al concurso oficial (ver recuadro) también llegan algunos nombres de primera línea de otros países y regiones. El estadounidense Terrence Malick, por ejemplo, Palma de Oro del Festival de Cannes 2011 por El árbol de la vida, trae a Berlín su film más reciente, Knight of Cups, de aparentes rasgos autobiográficos, con Christian Bale, Cate Blanchett y Natalie Portman en los personajes centrales. De Irán, genera muchísima expectativa Taxi, de Jafar Panahi, el gran director de El globo blanco y El círculo, estigmatizado y prohibido por el gobierno de Teherán, pero que sin embargo consigue seguir haciendo cine en los espacios más cerrados y reducidos, como en este caso el taxi del título, conducido por el propio realizador. Y la apertura de esta noche, en competencia, será para la española Isabel Coixet con su coproducción internacional Nadie quiere la noche, filmada en Groenlandia y protagonizada por Juliette Binoche. También estarán en concurso los últimos trabajos del inglés Peter Greenaway, del francés Benoit Jacquot, del rumano Radu Jude y del iconoclasta japonés Sabu. Pero ya habrá oportunidad de hablar de ellos. Esto recién empieza.
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