CINE › WILL FERRELL PROTAGONIZA LA CONTROVERTIDA COMEDIA GET HARD
El actor surgido de Saturday Night Live encarna a un hombre de Wall Street que, a punto de ir a la cárcel por fraude, contrata a un afroamericano para que le enseñe cómo manejarse en ese ámbito, presumiendo racista y erróneamente que el tipo estuvo tras las rejas.
› Por Tom Teodorczuk *
Si se le preguntara a la gente de quién quisiera recibir una clase magistral de comedia, Will Ferrell seguramente estaría cerca del tope de la lista. Sin embargo, si se le pregunta a la estrella de Anchorman de dónde viene su humor, la respuesta probablemente decepcione a los jóvenes devotos tanto de sus películas como de Funny or Die, el video website de comedia paródica increíblemente popular que él cofundó en 2007. “No podés tomar una clase de stand up para aprender a ser gracioso”, dice Ferrell. Tener el gen de la gracia llega hasta la adolescencia. “Ser gracioso era un modo de hacer amigos en la escuela y de conocer chicas, aunque a mí no me haya funcionado”.
Por estos días, las cosas le van bien a Ferrell, de 47 años. Es uno de los actores mejor pagados de Hollywood, con un salario de 20 millones de dólares por película, y su último film, Get Hard (que se estrenará en la Argentina el 16 de abril), reforzará su status como estrella de escandalosas comedias de costumbres. Aun así, él no puede explicar su humor. “No es algo en lo que intente pensar”, asegura. “Hoy estaba en el gimnasio y se me vino a la mente un sketch con un tipo que escucha thrash metal con auriculares mientras entrena y canta a los gritos”, recuerda el actor. “Cuando le piden usar una máquina, responde (pone voz afeminada) ‘Sí, claro’. ¿No sería gracioso un tipo que es súper afeminado cuando habla, pero cuando se pone los auriculares grita como loco con voz de heavy metal? Así es como funciona el cerebro.”
James King, el millonario dueño de un fondo de pensión que interpreta en Get Hard, no tiene mucho de ese asunto llamado cerebro. Es otro retrato a lo Ferrell de un personaje desbordante de lo que a él le gusta llamar “confianza inmerecida”. King, a punto de ser encarcelado por fraude, le paga a un negro dueño de un lavadero de autos que conoce (la estrella en ascenso Kevin Hart) para que lo prepare para la prisión, basado en la errónea y racista presunción de que el tipo estuvo tras las rejas.
En la reciente premiere del film en el festival SXSW en Austin, Texas, la controversia surgió por sus bromas raciales y las acusaciones de homofobia. La palabra “nigger” es usada y el personaje de Ferrell se declara racista y expresa desagrado hacia la homosexualidad en prisión. Queda por ver si Estados Unidos, que lidia con las consecuencias del malestar por Ferguson y todavía envuelta en una batalla cultural sobre el matrimonio gay, está listo para la película. (Hart no ayudó mucho al tema al decirle a los críticos “Si no les gusta, lo que quiero que hagan es que vayan al medio de la calle y se suiciden”; Ferrell adoptó un tono más conciliador al decir “Mándenme notas escritas a mano. En lo posible, en un papel fino”.)
Mientras las bromas raciales y gays de Get Hard ofenden, Ferrell declara orgullosamente que la intención fue burlarse de las elites. “Con todo respeto para cualquiera que haya ido a Harvard, incluido nuestro director (Ethan Cohen), estaba pensando en un pelotudo de Harvard”, dice el actor, graduado en la Universidad de Southern California, cuando le preguntan en quién está basado su papel. “Mi personaje sabe mucho sobre manejos financieros y sobre cómo ganar un montón de dinero, pero en realidad es un completo ignorante acerca del resto de cómo funciona el mundo.”
En persona, Ferrell exuda un aire de serena irreverencia. A menudo interrumpe su línea de pensamiento para lanzarse a rutinas cómicas como un pariente lejano que busca alivianar el clima en una incómoda reunión familiar. Bromea sobre haber visitado 50 prisiones para prepararse para el rol de criminal, pero a continuación se pone serio para abogar por un día de visita a Alcatraz, la notoria prisión convertida en atracción turística de San Francisco: “Se lo recomiendo a todo el mundo. Es un sitio histórico interesante”.
El actor dice que Get Hard le da una palmadita al actual malestar sobre el exceso de Wall Street. “Primero y principal, quisimos hacer una película graciosa. Habiendo dicho eso, sí creo que hay una percepción de que la gente involucrada con los bancos o Wall Street se sale con la suya en un montón de aspectos, así que también hablamos sobre eso.”
Ferrell no va más allá sobre su desagrado por la ética de Wall Street, quizás parcialmente porque él mismo es uno de los más exitosos empresarios de Hollywoood. Además de Funny or Die, Gary Sanchez Productions, la compañía que dirige con el cineasta Adam McKay, produce comedias que incluyen Hanser & Gretel: Witch Hunters, con Gemma Arterton, y la osada farsa sobre el matrimonio Bachelorette, de Leslye Headland y con Kirsten Dunst.
Ferrell reclutó personalmente a Kevin Hart para Get Hard, aunque se conocen desde hace una década, ya que jugaban juntos en un equipo de básquet de celebridades del mundo del entretenimiento (Ferrell está obsesionado con los deportes: estuvo en dos Mundiales, muchos de sus films son sobre deportes y la semana pasada jugó para diez equipos de ligas menores de béisbol como parte de un recurso publicitario caritativo).
Nativo de California, Ferrell ganó su reputación en Saturday Night Live, donde era famoso por sus imitaciones (la del ex presidente George W. Bush incluso terminó extendiéndose en 2009 hasta una obra en Broadway). Después de una cadena de papeles secundarios en comedias, su hit en un protagónico fue con el alegre ayudante de Santa Claus en Elf. Rechazó la oportunidad de aparecer en Elf 2 porque tenía miedo de que fuera un desastre, aunque la secuela que sí hizo con su papel del inútil presentador de TV Ron Burgundy en Anchorman 2 no logró impresionar. La comedia sobre patinaje sobre hielo Blades of Glory fue un gran hit en 2007 pero un año después, la película sobre basket Semi-Pro fue un fracaso.
¿Tiene ahora Ferrell, multimillonario y dueño de un negocio, un sentido agudo sobre cómo van a funcionar sus films en la taquilla? “Tristemente, no”, responde. “Sigo sin tener el mínimo sentido de nada. Mi barómetro no se ha puesto más agudo. Creo que cualquiera que diga que sabe, miente. Cuando ves el film editado, simplemente tenés que sentir ‘Hicimos algo que se siente diferente, fresco y nuevo, y tiene un fuerte punto de vista. Lo demás depende de los dioses. Nunca sabés cuándo una película va a tocar el zeitgeist por la razón que sea, tanto por la fecha de estreno, lo que está en los cines al mismo tiempo o si la gente está con ganas de ver una comedia en determinado momento. Nadie controla todos esos factores. No creo que yo esté mejor calibrado en ningún sentido.”
Esporádicamente, Ferrell ha hecho intentos en papeles más dramáticos, interpretando a un vendedor alcohólico en Everything Must Go y a un oficial de impuestos que descubre que es el personaje de una novela en Más extraño que la ficción. Cuando se le pregunta cuáles de sus films siente que han sido poco apreciados, responde: “Hicimos una película llamada Casa de mi padre, que era completamente en español. Ese es un ejemplo de ‘¿De verdad? Una estrella de la comedia norteamericana que no habla español hace toda una película en español...’ Y los estudios dijeron ‘Hmmm... no sabemos cómo distribuir este film’. Entonces pensé: ‘Eso suena raro, especialmente cuando muchas estadísticas dicen que el público hispano es uno de los que más va al cine en Estados Unidos’. Sencillamente tenés que sentirte bien con lo que estás haciendo y seguir adelante”.
Para ser semejante estrella, Ferrell tiene una vida personal de bajo perfil. Vive en Los Angeles con su esposa Vivica Paulin y sus tres hijos y no le gusta llamar demasiado la atención. La sensación de que el actor guarda su privacidad con tesón es reforzada porque no se involucra en las redes sociales, aunque cada video de Funny or Die tiene cientos de millones de vistas. “La gente se enoja por no poder llegar a Will”, nota su coestrella de Get Hard Kevin Hart. “La gente que no me sigue y que ve que posteo fotos de Will, empieza a seguirme porque quiere saber qué está haciendo él.”
Las redes sociales son una tarea demasiado rutinaria, insiste Ferrell. “Estuve en Twitter durante cuatro días y se sentía como una carga, como algo a lo que hay que seguirle el ritmo”, dice. “Mucha gente es graciosa ahí, pero simplemente supe que se convertiría en una carga.” En ese punto, el actor se embarca en una nueva rutina cómica: “No he mandado un tweet en seis meses. Debería escribir uno que diga: ‘¡Hola a todos! Miren esta foto de un sandwich que hice. Parece que se va a nublar de nuevo. Nublado con probabilidades de albóndigas’”. Hace una pausa antes de enfatizar su descontento con las formas modernas de comunicación: “Tengo un viejo Blackberry; soy un completo tecnófobo”.
Ferrell acaba de terminar de filmar el drama Zeroville, de James Franco, y sus películas en desarrollo incluyen interpretar al director de sexploitation Russ Meyer y actuar en una comedia sobre una troupe shakespereana. Vaya a saber si continuará arrinconando el mercado con estudios cómicos sobre confianza inmerecida o si su carrera irá en una dirección más seria. Lo que sí es seguro es que el sketch sobre la rata metalera de gimnasio será viral. Y Ferrell no va a tuitearlo mientras sucede.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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