CINE › BAFICI. COURT, UNE JEUNESSE ALLEMANDE Y DíAS EXTRAñOS EN LA COMPETENCIA INTERNACIONAL
El film del indio Chaitanya Tamhane, que se volvió con dos premios de Venecia, más el del francés Jean-Gabriel Périot y la ópera prima del colombiano Juan Sebastián Quebrada son parte del programa más fuerte del festival en varios años.
› Por Diego Brodersen
Pasan los días y el Bafici ya alcanzó la mitad de su recorrido. Algunos habitués lucen cansados, otros mantienen misteriosamente el nivel de energía vital, casi todos son dueños de una cabal certeza: dentro de algunos días las salas de cine de la ciudad volverán a su habitual monotonía. Quienes siguen la Competencia Internacional del festival porteño asistieron a la proyección de tres nuevos títulos que se suman a los posibles candidatos a llevarse algún galardón en la entrega de premios del próximo viernes, en lo que ya puede afirmarse –casi sin dudarlo y más allá de gustos personales– es el programa más fuerte en varios años. En cuanto a temas, formas e intenciones, nada es más heterogéneo que la urgencia pícara de
Días extraños, dirigida por un colombiano en Buenos Aires, el obsesivo trabajo de reconstrucción histórica de Une jeunesse allemande, de director francés pero ocupado en la Alemania de los convulsionados años ’60 y ’70, y la circunspección bien entendida de Court, llegada desde Mumbai, pero alejadísima de Bollywood.
Ganador de dos premios en la sección Orizzonti del Festival de Venecia (Mejor Película y Mejor Opera Prima), el film de Chaitanya Tamhane es una rama aislada en el árbol genealógico del “film de juicio”, con sus abogados y fiscales, jueces y testigos, pruebas y descargos. Pero Court no está en absoluto interesado en el discurso brillante de la defensa o los reveses de la causa luego de la aparición de un testigo inesperado, aunque sí –y mucho– en los vericuetos legales, las dilaciones, la burocracia legalista. A tal punto que, pesar de tratarse de una ficción en todo derecho, por momentos el espectador puede fantasear con que Court es un documental al estilo de los de Frederick Wiseman, el gran cronista de las instituciones y su funcionamiento íntimo. El protagonista, aunque ausente en gran parte del metraje, es un viejo poeta (como sólo puede entenderse a un poeta en la tradición india) que es detenido bajo la extraña acusación de incitación al suicidio.
¿Puede una canción llevar a alguien a tomar la decisión de quitarse la vida? Eso es lo que parece pensar el sistema, que inmediatamente se pone en funcionamiento para llevar a la cárcel al veterano cantautor. El defensor, la abogada querellante y el juez a cargo de dictar sentencia son los actores centrales de un drama que se desarrolla sin estridencias, con el escaso encanto de la jerga legal y el oprobioso esfuerzo de las instituciones puesto al servicio del ahogo de la disidencia ideológica. Que Court es una película política es indudable. Y lo es en un sentido tan profundo como esencialmente humanista. El film abandona por momentos las salas judiciales y acompaña a los personajes en alguna de sus actividades cotidianas, iluminando cuestiones culturales, filosóficas y de clase, siempre de manera indirecta, inferida. Las elecciones narrativas de Tamhane –los planos estáticos, las elipsis, su preciso naturalismo– son casi siempre acertadas y el resultado es un film fascinante, complejo y solapadamente provocador, que desnuda las contradicciones de una república democrática que no ha abandonado conceptos y tradiciones ancestrales con las que entra, en más de un caso, en colisión directa y frontal.
De democracia también se habla en Une jeunesse allemande, investigación histórica modélica dirigida por Jean-Gabriel Périot. Sin necesidad de recurrir a voces en off explicativas y mucho menos a la reconstrucción ficcional de dichos y hechos, el film consiste exclusivamente de material de archivo televisivo y cinematográfico –y un par de indispensables fragmentos de audio– concentrados en el gradual proceso de conversión de esa idealista juventud alemana del título: de activistas en lucha contra la hegemonía de las ideas y la violencia estatal –a partir de sus escritos, manifestaciones públicas y películas de agitación– a tomar las armas y fundar la autodenominada Rote Armee Fraktion. Mucho, muchísimo más que las Brigadas rojas de ficción del film de Uli Edel, Une jeunesse allemande permite descubrir (tanto si se domina el tema como si se lo desconoce por completo) los detalles y recovecos de ese tránsito que, visto a la distancia, es representativo de un espíritu de época al tiempo que interpela rotundamente dichos y hechos contemporáneos.
“Si uno incendia un auto, es una ofensa criminal. Si uno incendia cien autos, es una acción política”, escribió alguna vez Ulrike Meinhof, la periodista y militante que terminaría encabezando el grupo de guerrilla urbana junto a Andreas Baader, algunos años antes de comenzar las operaciones de la “lucha antiimperialista” que tendría como objetivos principales a empresas periodísticas (fundamentalmente las redacciones de los diarios Bild y Die Welt), policías, jueces y bancos. El secuestro y muerte del empresario y ex SS Hanns-Martin Schleyer y el posterior suicidio (nunca esclarecido como tal) de tres miembros del grupo en sus celdas de detención serían el disparador del proyecto colectivo Alemania en otoño (1977), con el cual Périot decide cerrar su película. Puntualmente, con un fragmento del extraordinario segmento de R.W. Fassbinder, en el cual el director de Berlin Alexanderplatz discute con su madre sobre el pasado y el presente de Alemania. Escena que, asimismo, comenta todo el material que Une jeunesse allemande presentó cronológicamente en los noventa minutos precedentes, a partir de un ejemplar uso del montaje como forma de escritura y con el que el documentalista francés termina de afinar un necesario punto de vista personal.
Coproducción entre la Argentina y Colombia, resultado del trabajo de un taller dictado en la Universidad del Cine por los realizadores Juan Villegas y Rodrigo Moreno (a su vez, coproductores del largometraje final), rodada en un contrastado blanco y negro en Buenos Aires por un colombiano y con dos actores del mismo origen, Días extraños esconde detrás del realismo aparentemente extremo una mirada poco habitual a las calles y habitantes de la ciudad. Hay una pulsión vital pero también de destrucción en la joven pareja de inmigrantes que protagonizan la ópera prima de Juan Sebastián Quebrada: del sexo urgente a las discusiones y los golpes hay un solo paso, como lo demuestran las primeras escenas a modo de presentación. Pequeña y fresca, por momentos sorpresiva, inevitablemente tocada por la influencia de la nouvelle vague, en el vagabundeo de la dupla y sus encuentros casuales y buscados con otros personajes (casi todos extranjeros: un chino tintorero, una uruguaya “histérica”) la película encuentra un tono que describe ciertos impulsos esenciales con justeza y furia, en una ciudad que se abre a sus aventuras al tiempo que parece jugar con ellos como un dios travieso pero algo despiadado.
* Une jeunesse allemande se exhibe hoy, a las 17, en Village Recoleta 6, y el viernes 24, a las 20.45, en Artemultiplex Belgrano 3.
* Court se exhibe el viernes 24, a las 17.30, en Artemultiplex Belgrano 3.
* Días extraños se exhibe el viernes 24, a las 19, en Village Caballito 4.
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