CINE › FESTIVAL NACIONAL DE CINE DE GENERAL PICO
› Por Ezequiel Boetti
Ubicada a 630 kilómetros de la Capital Federal, General Pico es la segunda ciudad más importante de La Pampa después de Santa Rosa. Pero durante una semana será la primera, al menos desde el punto de vista cultural: desde mañana y hasta el próximo miércoles se realizará el primer Festival Nacional de Cine de esa ciudad, que tendrá su epicentro en tres salas donde se proyectarán una treintena de films argentinos, entre cortos, medios y largos, además de un puñado de producciones internacionales agrupadas en un par de apartados especiales. Ideado como “un espacio de encuentro, entretenimiento, comunicación y reflexión”, según anuncian sus organizadores, el evento tiene, en palabras de su programador, Pablo Mazzola, el objetivo máximo de “formar audiencias” dentro de la comunidad piquense.
“Un festival debe concentrarse en darle al público herramientas de pensamiento para leer críticamente una película. Pensamos que una forma posible es que las funciones estén presentadas no necesariamente por sus directores, sino por gente del mundo audiovisual que pueda transmitir elementos para el análisis”, afirma. En esa línea, agrega que el jurado, integrado por la realizadora Anahí Berneri y los críticos Roger Koza y Eduardo Russo, va a compartir “impresiones y miradas con la audiencia después de cada función” con la idea de buscar “nuevas posibilidades de ir nutriéndonos audiovisualmente”. La función de apertura será una de las películas más esperadas del año como La patota (foto). El opus dos de Santiago Mitre, menos remake que relectura del clásico homónimo de Daniel Tinayre, es parte de la sección Proyecciones Especiales, que se completa con Aire libre, de Berneri, y El incendio, de Juan Schnitman.
Otro núcleo importante es la Competencia de Largos. Compuesta por nueve films, todos de cosechas nacionales recientes, la selección opera como barómetro del estado de situación del cine independiente. Ver lo que ocurre con los documentales y su representación de las corrientes artísticas que campean en su horizonte artístico. Los habrá de factura clásica (Cumbia la reina, de Pablo Coronel), más contemplativos y no intrusivos (Al fin del mundo, de la pampeana Franca González) e incluso algunos que esfuman sus límites hasta volverlo algo irreconocible (Cuerpo de letra, de Julián D’Angiollilo). Otras dos se proyectarán con hinchada propia, ya que La histórica y El misterio del conflicto están dirigidas por los locales Mariano Ananía y Sebastián Lingiardi (Las pistas - Lanhoyij - Nmitaxanaxac y Sip’ohi - El lugar del manduré), respectivamente. “Incluso las tres películas piquenses ofrecen un panorama de formas diversas de hacer cine. Ninguna de las tres tiene la misma lectura ni la misma formación audiovisual”, remarca el programador. La Competencia se completa con cuatro ficciones bien disímiles: la aproximación a un tema llamativamente inhabitual como es fútbol que propone El 5 de Talleres, de Adrián Biniez; una nueva historia de los lúmpenes del sur profundo del conurbano cortesía de José Celestino Campusano y su El perro Molina; la recientemente estrenada La Salada, de Juan Martín Hsu, y Fábula, de Raúl Perrone.
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