CINE › DUELO AL SOL O MICHAEL DOUGLAS EN UN FILM CLASE B
› Por Ezequiel Boetti
El título local de Beyond the reach es Duelo al sol, pero bien podría ser “Gordon Gekko se va de vacaciones”. Esto no sólo porque tanto el emblemático personaje de Wall Street (1987) y Wall Street 2: El dinero nunca duerme (2010) como el protagonista de este film tienen el rostro arrugado del otrora reputado Michael Douglas, sino también porque ambos rigen sus vidas por la entronización del lucro, la ambición, la avaricia y cierta tendencia a considerarse con luz verde para disponer a libre voluntad de quienes los rodean. Claro que Gekko era, aun con las vociferaciones y devaneos ideológicos propios de toda la filmografía de Oliver Stone, un hombre preveniente de un marco social, cultural y político determinados, lo que lo convirtió en emblema de su tiempo. Este, en cambio, parece venir e ir desde y hacia la nada, síntoma de una película cuyos personajes está limitados a los mandatos de su historia, una típica cacería humana.
El problema del carácter extemporáneo es la imposibilidad de establecer cualquier vínculo con personajes hechos a pura contraposición. Así, todo lo que en el empresario Madec (Douglas) es soberbia, locuacidad, suficiencia y ostentación (“Es la única en América”, dice sobre su camioneta con ¡seis! ruedas), en el baqueano Ben es silencio, misterio y, claro está, un poco de sensibilidad. La idea de opuestos se patentiza apenas se conocen, justo antes de partir rumbo al desierto de Nuevo México después de que el primero contratara al segundo para que lo guíe en busca de un carnero protegido. Más pronto que tarde las cosas salen mal, y la tensa relación empleado-empleador deviene en un juego de gato y ratón que Léonetti muestra con vértigo y aplomo, ayudado, claro está, por la distópica geografía de Mojave.
Tal como ocurrió la semana pasada con Ricki and the Flash y la presencia de Meryl Streep, la razón principal para el lanzamiento local de Duelo al sol hay que buscarla en un actor conocido por gran parte del público como Douglas. Exponente clase B como los que ya no se estrenan y con una narración que de tan directa, concisa y concentrada resulta anacrónica para los bombásticos parámetros mainstream actuales, el film se reducirá a una persecución por el desierto, con el pobre de Ben corriendo de un lado para otro y Madec esperando el momento justo para agujerearle la cabeza de un balazo. Momento que se dilata no tanto por méritos del perseguido como por artilugios de un guión demasiado forzado que incluye, entre otros, el hallazgo de un mapa, una gomera y bidones de aguas enterrados en pleno desierto.
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