Jue 29.10.2015
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CINE › UN LIBRO REFLEJA LOS VEINTE AñOS DEL COLECTIVO LA NAVE DE LOS SUEñOS

“Ahora se abrió mucho la escena”

El grupo acaba de publicar el libro Latidos, el pulso del cine argentino como parte de los festejos por el aniversario. Se compilaron artículos de amigos y referentes jóvenes del circuito, con testimonios de los protagonistas de las últimas dos décadas del cine emergente.

› Por Andrés Valenzuela

“A lo largo del tiempo creo que este grupo acertó al estar más vinculado con la ilusión, a la cosa irracional de los proyectos, y no tanto a aquello que ya funciona y que está consolidado”, reflexiona Gabriel Patrono, el miembro más veterano del colectivo La Nave de los Sueños. El grupo acaba de publicar el libro Latidos, el pulso del cine argentino como parte de los festejos por su vigésimo aniversario. Allí, Patrono y Daniela Pereyra compilaron artículos de amigos y referentes jóvenes del circuito y entrevistaron a los protagonistas de las últimas dos décadas del cine emergente. Latidos es a la vez un mapa de situación, un recorrido histórico para el sector y una celebración. El libro se presentó ayer en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502). El trabajo también supone la confirmación de una militancia cultural. Y los nombres de quienes participan y colaboran lo ratifican: Ayar Blasco, Hernán Panessi, Maxi Bearzi, el colectivo Cartón, Lía Gómez, Federico Ambrosis, Matías Orta, Carolina Zarzoso Paolini y Marcelo Acevedo son algunos de los autores (productores y gestores culturales) que escriben allí. Cada uno hablando de su rinconcito de la producción audiovisual: los cortometrajes, el género documental, el cine fantástico, la narrativa animada, el periodismo, el circuito de festivales.

“Empezamos siendo tres amigos del oeste del Gran Buenos Aires con muchas intenciones de colaborar con algún tipo de cambio cultural, porque eran los noventa y nos parecía que la gente que hacía cosas valiosas no estaba considerada”, recuerda Patrono. En el trayecto el grupo se embarcó en muchos proyectos: libros, ciclos de cine (los martes, en la Biblioteca Nacional, ya superaron las 500 funciones), festivales itinerantes, intercambios y apoyos con otros colegas, y hasta films propios. El grupo también fue mutando. Entró, salió gente y volvió a entrar. Pereyra es una de esas incorporaciones “recientes”, aunque lleva cinco años poniéndole el hombro al grupo. “La Nave es uno de esos espacios por donde pasa lo que no se encuentra en los carriles principales”, define al proyecto más allá de los nombres y de la tarea puntual que encare en cada etapa.

–¿Cómo llega la idea del libro para festejar estos 20 años?

Patrono: –No queríamos festejar el aniversario desde lo autorreferencial. Queríamos contar historias, escenas, temas, fantasías que se fueron concretando en estos años, en todos los temas en que tuvimos intervención: el mundo del documental, del cortometraje, del cine animado, contado por nuestros amigos y con el latido de nuestra camada generacional. Sin que sea la historia de La Nave, sino cómo nosotros vimos que ciertas cosas prosperaron.

Pereyra: –Pero todo desde un punto de vista más celebratorio. Pensamos en un grupo de gente del periodismo, de la gestión cultural o incluso de la realización audiovisual, para proponerles que dieran cuenta de lo que había pasado de auspicioso en cada tema. Frente a cada tema, cada problema, qué se puede ver como auspicioso. Igual cuando uno da cuenta de un escenario, lo que falta, los problemas, todo eso aparece. Pero por ejemplo con el cine de género: se hace a pulmón, pero hoy podemos decir que hay una producción interesante, y eso hay que celebrarlo.

Patrono: –Nosotros mismos somos un grupo con espíritu de esperanza. ¿Qué hay? ¿Tres películas de rock? Hagamos una gira, no importa que no haya cien. Siempre pensamos en qué hacer con lo que hay, cómo le damos entidad.

–El libro tiene un espíritu de mapa de situación.

Pereyra: –Sí. Además, no queríamos hacer un libro netamente académico. No tenemos nada en contra de la academia, pero nuestra impronta era otra. Por eso también incluimos entrevistas y convocamos a gente “joven”, por decirlo de alguna manera. En animación, Raúl Manrupe es un referente. ¿Pero por qué no dar lugar a gente que hace y promueve, como los chicos del festival de cortos de La Tribu?

Patrono: –O en el caso de Festivales, lo escribieron los mismos que organizan el de La Plata, que escriben bien y pasaron por la experiencia. Queríamos que no fuera sólo gente que escribe, sino gente que escribe y que hace.

Pereyra: –El caso de Maxi Bearzi también refleja una de las ideas del libro que es la de polifonía, que cada autor le pone su propio estilo a lo que iba a contar.

–Desde su perspectiva, ¿qué situación atraviesa el cine local?

Patrono: –Se abrió mucho la escena. Todos esos pibes que vimos surgir en los noventa, que hacían sus cortos y todo el mundo les decía que no, finalmente representan la generación de tipos como Nicanor Loretti, De la Vega, los chicos de Farsa o Laura Casabé que está haciendo La pesada valija de Benavídez. Todos esos pibes con mucha voluntad y ganas de romper todo y que nadie les daba bola, nosotros y otros focos del país, nos dábamos cuenta de que tenían talento, y que podían salir cosas. Y creo que acertamos. Eso en la escena fantástica. En la experimental también había flacos grossísimos y nadie los conocía, y hoy sí son reconocidos. Si bien empezamos con muchas adversidades, porque en 1995 no había casi periferia para el cine, hoy hay más posibilidades de hacer. Hoy es más sencillo organizar un equipo de producción porque la tecnología está de nuestro lado. Los medios también. Muchas cosas cambiaron para bien.

La dupla de compiladores/productores/gestores culturales enumera los múltiples avances del sector, desde la quinta vía para las producciones documentales hasta la apertura del Incaa hacia el cine de género pasando por la ley de medios, la federalización de las producciones, la TDA y la multiplicación de festivales y espacios Incaa para fortalecer el circuito alternativo de pantallas. “Siempre falta, nunca nos vamos a conformar, pero la verdad es que nunca se hicieron tantas películas ni hubo tanta gente consumiendo imágenes en movimiento como ahora, ni hubo tanto acceso a eso, hay gente viendo cortos en teléfonos móviles”, se entusiasma Patrono y destaca el crecimiento “de la cultura audiovisual”.

“También está la discusión de qué se hace con las películas online”, señala Pereyra. “Capaz hoy la respuesta está por ahí, pero todavía se tiene que pensar cómo se hace para que de alguna manera le reditúe al realizador”. Su compañero asiente: “Aparecieron estas plataformas que hacen que nuestras vidas sean distintas, Internet nos volvió locos y eso se trasladó al lenguaje audiovisual, que es lo que tiene más fuerza en la red. En ese sentido, vuelve a ser un tiempo fundacional”.

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