CINE › “TERROR A BORDO”, DE DAVID R. ELLIS, CON SAMUEL JACKSON
› Por H. B.
Cada tanto surge alguna película fundacional de algo. Antes que ésta hubo alguna vez una primera-peli-de-miedo-filmada-como-un-video-casero; lo que llega ahora es la primera película-blog. Pero lo que importaba de The Blair Witch Project no era su estética de entrecasa, sino el hecho de que aun así lograra asustar, echando mano de recursos tan clásicos como el fuera de campo y los indicios-en-cuadro. Del mismo modo, lo que importa de Terror a bordo (título infinitamente menos atractivo que el original, Snakes on a Plane) es que –sin ser la octava maravilla universal– la película dirigida por David R. Ellis logra divertir, como sucedía ya con su anterior Celular. Y divertir es algo que se va tornando invalorable, en tiempos en que Hollywood se pone tan solemne que hasta los superhéroes voladores albergan temibles intenciones metafísicas.
Teniendo en cuenta que, después de modelar la historia por Internet, bloggers y cybernavegantes se pusieron firmes en cuestiones como la incorrección zoológica, el gore berreta y el título mismo –todo lo cual está entre lo mejor de la película y corrió peligro de erradicación o pasteurización– habrá que darles a esos pergeñadores anónimos la bienvenida al cine del futuro. Filmada con dos pesos, Snakes on a Plane trata de... unas serpientes en un avión. Así de elemental es la idea básica, rellenada con clichés dados vuelta y guiños a diestra y siniestra, que logran transmitir la sensación de que ésta sí la hicimos entre todos. Todo esto hace eclosión sobre el final, cuando el famoso de turno, Samuel L. Jackson, explota como un nuevo Rambo, generando en la platea una ovación estilo hinchada, pero en versión autoparódica.
Típica fijación post-11 de septiembre, casi toda la película transcurre dentro de un avión, poblado de personajes (y actores) que parecerían rezagos de alguna secuela de Aeropuerto. Está la azafata que tiene planes de retiro (Julianna Margulies, de la serie E.R.), la gorda glotona, el pasajero al que todos odian, la rubia con un perrito en brazos, la mamá con el bebé, el músico famoso... rarificados todos al punto de parecer salidos de ¿Y dónde está el piloto? Caso testigo, el rapper, dueño de un síndrome maníaco-obsesivo tal que sus laderos lo llaman “el Howard Hughes del hip hop”. Cuando las serpientes comiencen a asomar por los conductos de ventilación, la gorda glotona terminará deglutida, el bebé estará a un paso de convertirse en comida para ofidios, el pasajero malo revoleará al perrito por el aire.
¿Pero qué hacen todas esas serpientes, en medio de ese vuelo de Pacific Airlines? Son culpa de un chino malísimo, que para asesinar a un testigo del FBI las roció previamente con feromonas, cuestión de dejarlas bien hambrientas. Tan poco económica como el villano y casi tan imaginativa como lo es él a la hora de idear formas de exterminio, es posible que llegado un punto Terror a bordo deje un poco demasiado a la vista la limitación de su idea básica, que finalmente no consiste en otra cosa que en más y más ataques de más y más ofidios. Pero eso siempre será más divertido que cualquier referencia a cuchillos plásticos, pasajeros heroicamente amotinados y aeroterroristas musulmanes en vuelo.
6-TERROR A BORDO
(Snakes on a Plane)
EE.UU., 2006.
Dirección: David R. Ellis.
Guión: John Heffernan y Sebastián Gutiérrez.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Nathan Phillips, Julianna Margulies, Byron Lawson y Rachel Blanchard.
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