CINE › DENTRO DE UNA SEMANA SE ENTREGAN LOS PREMIOS OSCAR
Leonardo DiCaprio y Sylvester Stallone son números puestos para ganar en las categorías de actor protagónico y secundario, respectivamente, y tiene muchas posibilidades de repetir Alejandro González Iñárritu como director. De todos modos, con la Academia nunca se sabe.
› Por Ezequiel Boetti
Es muy fácil pegarle al Oscar por banal, por superfluo, por aburrido, por los habitualmente pésimos criterios de sus electores e incluso este año también por racista. Pero aquel que esté mínimamente interesado en la farándula hollywoodense y/o el cine y no tenga en sus planes pispear la transmisión de la ceremonia del próximo domingo, que tire la primera piedra. Quizás uno de los eventos más culposamente consumidos del mundo, la entrega de los premios de la Academia pide a gritos no ser tomada demasiado en serio. Al fin y al cabo, se trata de la máxima celebración de una industria consolidada y expandida gracias a su capacidad para construir relatos y plantear mundos que, aun con sus potenciales vínculos con el real, no existen más allá de los límites de la pantalla. Así, pues, pegarle al Oscar es como buscar la base del arcoiris: una tarea sin sentido. Lo que queda es entrar en el juego abrazándolo como a aquellos viejos conocidos que alguna fueron amigos y hoy ya no tanto. Y para eso nada mejor que empaparse conociendo las reglas y los antecedentes de los candidatos de los rubros principales durante la ancha temporada de alfombras rojas.
El orden de relevancia impone comenzar con Mejor Película y Director, pero todo indica que en las ternas interpretativas se darán dos hechos de tal transcendencia que avalan la picardía de un enroque. El primero de ellos involucra a Sylvester Stallone. ¿Cómo? ¿El hombre detrás de John Rambo y Los indestructibles en los Oscar? Sí, y no sólo eso: es el amplio, amplísimo favorito para imponerse como Actor de Reparto gracias a su performance en Creed: corazón de campeón, en la que por séptima vez le puso el cuerpo al inoxidable Rocky Balboa. Ese “mejor amigo que ha tenido”, tal como lo catalogó al recibir el Globo de Oro en igual terna, y el mismo que le había permitido alcanzar su hasta hora única nominación actoral en... 1976.
Por si fuera poco, no debe olvidarse que la Academia es cualquier cosa menos tonta. La ovación de pie de todos sus colegas en los Golden Globes y los aplausos durante el anuncio de las nominaciones permiten suponer que “el golpe emotivo que representa la sola idea de ver al viejo Sly subiendo a recibir el premio es un momento único que el mundo del show business no se permitirá perder”, tal como opinó el periodista Juan Pablo Cinelli en la crítica de este diario. Sin embargo, y como en todas las películas de Rocky, siempre hay malvados dispuestos a escupir el asado. Cuatro, en este caso: Christian Bale (La gran apuesta), Tom Hardy (El renacido) y los Marks Rylance (Puente de espías) y Ruffalo (En primera plana). De todos ellos, el único con posibilidades es el inglés Rylance por su supuesto agente secreto soviético del último film de Steven Spielberg. Alejado del beneplácito popular e ignorado por pronosticadores, tiene el mérito de haber sido el único presente en todos los rubros de reparto de los premios más importantes de la temporada, más allá de una cosecha hasta ahora bastante pobretona (sólo ganó el Bafta).
Al que no puede escapársele este año es Leonardo DiCaprio. Burlado con cientos de memes y GIFs en las redes sociales debido la negación crónica de los electores a reconocerlo (cuatro nominaciones previas y ninguna flor), el protagonista de El renacido es la única fija de esta gala. Esto porque tiene todo, todo a su favor: fue elegido como Mejor Actor por 14 asociaciones de críticos norteamericanas, ya ganó el Globo de Oro, el Bafta y el SAG por su interpretación; las encuestas y pronósticos ni siquiera consideran la posibilidad de una derrota y es quizá la apuesta menos rendidora en la historia del Oscar con 1,03 dólares por cada uno puesto en juego. A Matt Damon (Misión rescate), Bryan “Walter White” Cranston (Trumbo), Michael Fassbender (Steve Jobs) y Eddie Redmayne (La chica danesa) sólo les queda resignarse a ensayar su mejor sonrisa para aplaudir la victoria ajena. O, por qué no, tomarse un avión hasta Ezeiza y de allí un ómnibus -o taxi: si son cuatro, se amortiza- hasta el Obelisco, sede de una marcha para celebrar el triunfo de DiCaprio. Pensada inicialmente como chiste de Facebook, con el correr de los días empezó a tomar ribetes de realidad y ya cuenta con 20 mil asistentes, 25 mil interesados y 10 mil invitados.
La cuestión también parece bastante encaminada entre las damas. La jovencita Brie Larson (La habitación) viene haciendo la gran DiCaprio, porque se lleva cuanto premio se le cruce (Globo de Oro, Bafta y SAG, entre otros). Eso la posiciona muy por delante de Charlotte Rampling (45 Years), Seorsie Ronan (Brooklyn), Cate Blanchett (Carol) y Jennifer Lawrence (Joy: el nombre del éxito). El rol de cuco se divide entre las últimas dos, no tanto por sus performances de esta temporada, sino por sus antecedentes: la australiana tiene en su haber seis nominaciones –ésta es la séptima– y dos premios por El aviador (reparto) y Blue Jasmine (protagónico), mientras que Lawrence es adorada por los académicos, quienes la ternaron tres veces en los últimos cuatro años. Por su parte, entre las intérpretes de reparto la balanza ladea hacia la sueca Alicia Vikander por La chica danesa, seguida de cerca por alguien que sabe trajinar alfombras rojas como Kate Winslet (siete nominaciones, un triunfo) por Steve Jobs. La tercera en discordia es Rooney Mara por Carol, a quien podrían premiarla menos por mérito propio que como forma de resarcir al film más notoriamente omitido de este año. Jennifer Jason Leigh (Los 8 más odiados) y Rachel McAdams (En primera plana) lucirán sus mejores vestidos para completar el quinteto reglamentario.
La del año pasado no fue una ceremonia más. Después de al menos una década, las principales contendientes en el apartado principal podrán no haber sido buenas películas, pero sí al menos eran interesantes, sustanciosas, con ideas. Cada par de ojos dirimió si eran buenas o malas, pero todas ellas, incluso Birdman, la gran ganadora, se prestaban gauchitas para el debate, cosechando partes iguales de defensores y detractores. Este año el panorama se presenta similar, con El renacido y En primera plana peleando bien arriba, seguida un paso atrás por La gran apuesta.
Las cosas habían arrancado más que bien para el opus seis de Alejandro González Iñárritu, incluso antes de saberse era el film más ternado con doce: el domingo anterior había arrasado en los Globos de oro llevándose el de Mejor Película, Director y Actor Protagónico. Sin embargo, no todo resultó tan sencillo, ya que el carácter seguro de su triunfo pareció revertirse primero a favor de La gran apuesta cuando pegó el batacazo quedándose con el premio a Mejor Film en la influyente ceremonia de la Asociación de Productores (PGA). Y después, hacia el lado En primera plana cuando fue elegida como Mejor Elenco en los SAG del Sindicatos de Actores, indicado como uno de los barómetros más fieles del paladar académico, y Mejor Película en los Critic’s Choice. “La película de Tom McCarthy parece estar tomando el mismo camino que el año pasado tomó Boyhood: es muy querida por la crítica y comentada pese a su escala relativamente pequeña”, analizaba en ese momento el portal Indiewire.
Sin embargo, arrancó febrero y, con ello, El renacido hizo honores a su título al quedarse con el premio del Sindicato de Directores (DGA) y un triunfazo en los Bafta, de donde se trajo cinco estatuillas, entre ellas, claro está, la de Mejor Película. El premio británico fue el empuje final para que los mismos pronosticadores que hasta hace algunas semanas le atribuían posibilidades a En primera plana y/o La gran apuesta empezaran a rendirse ante la evidencia de que hay muchas, muchísimas posibilidades de que el mexicano suba por segundo año consecutivo al escenario del Dolby Theatre a agradecer el Oscar a Mejor Película. ¿Por qué? Porque en seis de los últimos siete años el ganador de la categoría principal coincidió con el de la Academia (la excepción en ese periodo se dio casualmente el año pasado, cuando Boyhood ganó el partido de ida pero finalmente cayó en la finalísima norteamericana). Así, al cierre de esta nota, la encuesta entre “expertos” y editores de los sitios más importantes en materia cinematográfica realizada por el portal Goldderby daba como amplia ganadora a El renacido, seguida por En primera plana y La gran apuesta. Una tendencia similar muestran las apuestan de Bwin, donde el film de Iñárritu paga 1,65 dólares contra 2,90 y 5,50 de los de McKay y McCarthy, respectivamente.
¿Y la celebradísima Mad Max: Furia en el camino? Este cronista cumple con el lamentable deber de informarles a aquellos que sorprendieron gratamente con sus diez nominaciones que la del rubro principal es casi testimonial. El film del australiano George Miller arrasó en cuanta premiación oceánica se le cruzó y en la de varias asociaciones de críticos norteamericanas, pero la previa al 28F no ha sido del todo venturosa: perdió los Globos de Oro a Mejor Film en Drama y Mejor Director en manos de El renacido, corre muy desde atrás en los Satellite Awards, ni siquiera estuvo entre las ternadas al Bafta y apenas se llevó un rubro secundario en los SAG. Se entiende, entonces, que no coseche ni una mención en Goldderby y que pague 101 dólares en Bwin, misma cifra que los cuatro films que completan la terna: Puente de espías, Misión Rescate, La habitación y la todavía aquí inédita (estrena el próximo jueves) Brooklyn.
La historia muestra que el premio a Mejor Director fue casi siempre para el responsable del Mejor Film. Esto, hasta que la tendencia mutó a la división salomónica para que todos se vuelvan contentos a casa, tal como ocurrió en seis de las últimas dieciséis y en dos de las últimas tres. Esa mirada hacia atrás también marca que solamente un par de directores se alzaron con dos premios consecutivos: un tal John Ford y Joseph L. Mankiewicz. Y el grandilocuente Iñárritu, triunfador el año pasado por Birdman, está bastante lejos de ambos como para sumarse al selectísimo grupo. Así, las chances de que George Miller termine el próximo domingo con una estatuilla bajo el brazo son más que viables, aun cuando los triunfos del mexicano en los Globos de Oro, el DGA y Bafta, entre otros, y el favoritismo en Bwin (paga 1,17 contra 7) muestren que la temporada de premios no parece inclinarse a favor del australiano. Quienes sí tienen un poco más de fe en él son algunos expertos de Goldderby, donde aparece empatado en tres votos con el realizador de Amores perros y 21 gramos. El consenso sí es unánime respecto a Lenny Abrahamson (La habitación), Adam McKay (La gran apuesta) y Tom McCarthy (En primera plana): no tienen posibilidades.
A los últimos dos al menos les quedará el consuelo de ver como sus compañeros guionistas son reconocidos ante el mundo con sendos premios a Guión Adaptado y Guión Original, pronóstico que no hace más que marcar a la salomónica como la teoría rectora del criterio de la Academia. Apuestas y predicciones marcan que el primero recaerá en La gran apuesta y la segunda irá para En primera plana. Y si se suma que ambas ya triunfaron en sendas categorías en la ceremonia de la Asociación de Guionistas, el consenso deviene en certeza. Sin embargo, y dado que con la Academia nunca se sabe, urge consignar a Intensamente y La habitación como posibles cucos de En primera plana y La gran apuesta, respectivamente. Será cuestión de esperar una semanita para saber los resultados y ver quién se va del gran juego dorado con una sonrisa de oreja a oreja.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux