“Ultimo e-mail, se cierra el sport, hasta el lunes”, escribió el crítico cinematográfico Aníbal Vinelli el viernes cerca de las cuatro de la tarde, en el que sería, por cierto, el último de sus “Recordatorios”, esos correos electrónicos en los que consignaba –solidariamente, para todos sus colegas– los próximos estrenos y funciones privadas para el periodismo. Pocas horas después, en la madrugada del sábado, a los 66 años, Vinelli falleció de un infarto. Formado junto a su padre, que lo inició en el periodismo, Aníbal Vinelli se volcó –por pasión y conocimiento– a la crítica cinematográfica, que ejerció con rigor y erudición en el diario La Opinión (donde fue jefe de la página de espectáculos), en las radios El Mundo, Continental y Belgrano, en la revista Somos y en los periódicos La Voz y Clarín. Gran amante del jazz y del musical de Broadway, Vinelli era un erudito acerca del cine clásico de Hollywood. Durante los últimos años de la dictadura militar, tuvo a su cargo una columna esencial en el semanario Humor (que extendió luego a las páginas del diario Clarín), titulada “El cine que no vemos”, en la que daba cuenta de todas aquellas películas que prohibía o cortaba la censura de la época.