Mar 19.04.2016
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CINE › LA NOCHE, DE EDGARDO CASTRO, LA SORPRESA DE LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

Largo viaje hacia el fin de la noche

El enorme logro de La noche es el de revelar un universo cercano, pero en gran parte desconocido, con un nivel de entrega infrecuente. La egipcia In the Last Days of the City y la española Verengo también suman al buen nivel del concurso.

› Por Diego Brodersen

Promediando la Competencia Internacional del Bafici 2016, comienzan a aparecer algunos picos en una selección que mantiene –salvo alguna excepción y juicios o gustos personales al margen– una calidad e interés estable, amesetada en el buen sentido de la palabra. La argentina La noche, debut como realizador del actor Edgardo Castro, sorprendió a más de un espectador avezado con sus (no simuladas) escenas de sexo, punto de partida para un relato franco y directo sobre los excesos, las penas, la soledad y la necesidad de algo parecido a la ternura. Por su lado, el film egipcio In the Last Days of the City, del realizador Tamer El Said, intenta dar cuenta de la vida en esa ciudad –sacudida por terremotos políticos y sociales recientes– a partir de la mirada de un documentalista, sus colegas, amistades y familia cercana. Finalmente, dentro del terreno del documental más estricto, la gallega Verengo, de Víctor Hugo Seoane, pone la cámara a disposición de unos paisajes y unos habitantes que parecen inmutables al paso del tiempo.

Si los corrillos pre arranque del Bafici anticipaban en La noche uno de los títulos que más se comentarían en las charlas de pasillo (y de los cuales se escribirían textos más vehementes), la ópera prima de Castro –actor de cine y teatro, y uno de los creadores del grupo de danza-teatro Krapp– es un viaje de 135 minutos a un universo de sexo, drogas y callejeo por una Buenas Aires noctámbula. Incluso en sus escenas diurnas, que parecen atacar con su blanca luminosidad a los personajes como si se tratara de vampiros. A escasos cinco o seis minutos de comenzada la proyección, una felación en primer plano pone en claro algunas cosas: la apuesta de Castro como director y actor protagónico es a todo o nada. De hecho, en tiempos de 3D y films que intentan emular el viejo truco de la realidad virtual en base a prodigios tecnológicos, no hay nada más inmersivo que La noche, película de ficción que, en gran parte de su metraje, logra llegar a las pupilas y oídos del espectador como si se tratara del más intensamente real de los registros documentales.

Sin una aparente (sólo en apariencia) curva dramática que lo encauce y movilice, el film retrata a su protagonista durante una serie de salidas en busca de sexo casual con otros hombres (y/o travestis) y altos consumos de alcohol y cocaína. En paralelo, la película presenta a otro personaje, una mujer trans con la cual mantiene una relación cercana a la amistad. En una de las escasas instancias de sobriedad sanguínea, un paseo por el barrio de Once en busca de una camisa, y posterior almuerzo en una pizzería, corta de cuajo el tono y contenido del film hasta ese momento, anticipando al mismo tiempo la última escena, una de las más inesperadamente emotivas del cine argentino de los últimos años. El enorme logro de Castro no es sencillamente dispararle a la sordidez a pesar de las imágenes en pantalla –o hacer del sexo real una necesidad y punto de partida creativos, nunca un detalle morboso o de titilación de ocasión–, sino revelar un universo cercano, pero desconocido para muchos, a partir de las armas de la ficción cinematográfica. Y de hacerlo con un nivel de entrega –física, claro está, pero también intelectual y creativa– que suele ser bastante infrecuente. Es muy probable que La noche se recuerde como una de las grandes sorpresas de esta 18ª edición del Bafici.

Si en la Buenos Aires de La noche reinan el desenfreno y el vértigo, El Cairo según In the Last Days of the City es la ciudad del abigarramiento y la melancolía. Rodada a lo largo de más de cinco años, el primer largometraje de ficción del egipcio Tamer El Said –estrenado mundialmente en la Berlinale hace escasos dos meses– concentra gran parte de su intensidad introspectiva en Khalid, un documentalista con “síndrome de la página en blanco”. Separado hace algún tiempo de su novia, con su madre internada en el hospital y a punto de tener que abandonar el departamento que alquila, las imágenes de calles, edificios y carteles y las entrevistas a diversas personas se acumulan en cientos de archivos en su computadora, sin que aparezca una lógica narrativa que los ordene. La visita de un trío de amigos, todos ellos también cineastas, abre el juego social y político del film al Medio Oriente todo: dos de ellos son de origen iraquí, el tercero es de El Líbano, y luego de algunas rondas de cerveza la charla amable muta en discusión sobre exilios y permanencias, violencias, muertes y posibles renacimientos.

El Said ubica la acción no casualmente pocos meses antes de la Primavera Arabe, durante un mundial regional de fútbol que mantuvo en vilo a la sociedad egipcia. Khalid es más un espectador que un participante (“lo único que hacés es grabar”, lo increpa una amiga, palabras más, palabras menos), pero es a través de su mirada que el realizador pone en pantalla, y en un fuera de campo muy presente, los cambios personales y colectivos del protagonista y del sitio en el cual vive, trabaja, ama y odia. In the Last Days of the City es un largometraje de una enorme ambición y un tono usualmente serio –aunque nunca grave– que, afortunadamente, tampoco cae en impostaciones ni falsos aires de importancia. Es también, indirectamente, un tratado generacional y un sentido homenaje a la poesía de las grandes ciudades, a los colores de sus atascos de tránsito y al naranja del atardecer reflejado en miles de ventanas y terrazas.

De los bocinazos y gritos de la capital egipcia, la Competencia Internacional del Bafici pasó a la tranquilidad de un minúsculo pueblo gallego. Verengo, dirigida por Víctor Hugo Seoane, comienza con imágenes de hace unos 25 años, registradas con una de esas cámaras hogareñas de formato VHS compacto. En ellas, un Seoane niño le pide a su padre que lo deje grabar a él. Corte y elipsis, con el ahora realizador regresando a la casa en la cual nació y se crió, de nuevo junto a sus padres y abuelos. Mitad documental de observación, mitad home movie, la película acompaña las rutinas ordinarias y extraordinarias de una pequeña finca familiar en la región (el pastoreo, el amasado de bollos, el eventual sacrificio de un cerdo, por una vez fuera de cuadro), al tiempo que una serie de entrevistas aparentemente casuales ponen de relieve una dinámica familiar que no se ha perdido. Sobre el final, una serie de fotografías evidencian que “los hijos han sido padres y los padres abuelos”, confirmación de lo que podría ser la máxima del film: la rueda sigue girando, los vacas pariendo y los terneros mamando, las lluvias dándole paso a la salida del sol entre las nubes.

* La noche se exhibe hoy, a las 23.10, en Village Recoleta 5, y el viernes 22, a las 21, en Village Caballito 8.
* In the Last Days of the City se exhibe el miércoles 20, a las 17.45, en Arte Multiplex Belgrano 3.
* Verengo se exhibe hoy, a las 17.45, en Village Recoleta 3, y el jueves 21, a las 18, en Arte Multiplex Belgrano 3.

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