CINE › FICCIONES ARGENTINAS ENTRE LOS DOCUMENTALES QUE SE VEN EN SAN SEBASTIAN
Ayer concluyeron su marcha El camino de San Diego, Crónica de una fuga y El custodio. Hoy arrancan Vísperas y Glue. Pero la grilla, por estos días, privilegia el cine documental.
› Por HORACIO BERNADES
Desde San Sebastián
El cine argentino prosigue su paso por San Sebastián, con algunas películas que, como en una carrera de postas, van tomando el relevo de otras. Ayer concluyeron su marcha El camino de San Diego (única representante latinoamericana en competencia oficial), Crónica de una fuga (que compite en Zabaltegi, la paralela más importante de este festival) y El custodio, que se presenta en la sección Horizontes Latinos. Hoy arrancan Vísperas, producida por la Universidad del Cine que dirige Manuel Antin (y que también es parte de Zabaltegi) y Glue, conocida en el último Bafici y otra de las que se presentan en Horizontes Latinos.
Obviamente al estar incluida en la competencia oficial, la que mayor repercusión tuvo hasta ahora de todas ellas es El camino de San Diego. Recibida con calidez en todas las funciones, que esa temperatura viene de arrastre quedó corroborado por el runrún, sonrisas y hasta algún aplauso que saludaron la aparición de don Villegas, protagonista de El perro, en una secuencia de El camino... 7,1 es el puntaje promedio que la crítica española le asigna a la película de Sorin, tal como lo consigna la votación de nueve medios locales que todos los días publica el Diario Vasco. Más allá del buen puntaje, tanto de la conferencia de prensa dada por Sorin como de algunas notas se desprende la sensación de que el ciclo inaugurado por Historias mínimas llegó a su punto de agotamiento. Sensación que el propio realizador parece compartir, en tanto ya anunció aquí que los proyectos que tiene entre manos incluyen actores profesionales y personajes menos uniformemente “buenos” que los de sus tres últimas películas.
Lo documental atraviesa por estos días la grilla de San Sebastián, de una punta a otra de la programación, en varias de sus secciones y sin limitarse a las proyecciones. Esto tiene que ver no sólo con la vitalidad de ese campo cinematográfico en todo el mundo, sino, más específicamente, con que lo más interesante del muy alicaído cine español pasa desde hace por lo menos un lustro por el vector de lo que aquí denominan “cine de no ficción”. A ese tema estuvo dedicada una mesa redonda de la que participaron, entre otros, Mercedes Alvarez, directora de El cielo gira, e Isaki Lacuesta, de La leyenda del tiempo, magníficas ganadoras de las últimas dos ediciones del Bafici. Pero además un documentalista acaba de ganar el Premio Nacional de Cinematografía que se otorga todos los años en España, y que esta vez tuvo carácter póstumo. Se trata del realizador catalán Joaquim Jordá, fallecido a mediados de año tras una larga, penosa y extraña enfermedad. De ella trata el film que Jordá llegó a terminar justo antes de fallecer y que ayer se presentó aquí, fuera de concurso y como homenaje post mortem a quien sigue siendo un cineasta a rescatar.
Más allá del espejo se llama la película póstuma de Jordá, de quien en sucesivas ediciones del Bafici habían podido verse las notables De niños y 20 años no es nada. Como en esta última (que forma parte de la programación de Horizontes Latinos) lo que hace Jordá es reunir a un grupo de gente. Si allí eran los ex obreros de la fábrica Numax (que en tiempos del posfranquismo llevaron adelante una experiencia autogestionaria, de la que el cineasta había dado cuenta en su film Numax presenta), aquí se trata de varios enfermos de agnosia. Uno de los cuales es el propio realizador. Enfermedad neurológica rara, irreversible y poco estudiada, la agnosia lleva a quienes la sufren a no poder reconocer ni siquiera lo que les es más próximo y cotidiano: el lugar donde viven, lo que leen en el diario o la gente con la que conviven. Obviamente conmovedora (conmoción que en la presentación oficial del film se vio multiplicada por la presencia de los protagonistas en la sala), Más allá del espejo es la historia de un triunfo y una derrota. El triunfo es de una de las protagonistas, que a fuerza de tesón logró atenuar los efectos de la enfermedad, y la derrota, del propio realizador, que no logró sobrevivir a ella.
La muerte es también el tema de Forever, documental que se presentó en la competencia oficial, siendo saludado al fin de la proyección por una doble salva de merecidísimos aplausos. Conmovedora también en más de un pasaje (que los documentales emocionen por todo lo que no lo hacen los films de ficción es a esta altura una constante del cine contemporáneo), a diferencia de Más allá del espejo esta película dirigida por Heddy Honigmann –nacida en Perú, radicada en Holanda– no tiene nada de terrible. De lo que habla no es tanto de la muerte como de su periferia. Del culto a los muertos, más precisamente. Su tema o territorio es el cementerio parisiense de Père Lachaise. Sí, ése donde están enterrados, entre otros, Jim Morrison, Chopin, Marcel Proust, Oscar Wilde y Amedeo Modigliani. Una pianista coreana, admiradora del compositor de los nocturnos, una señora española que dice ser “vecina” del líder de The Doors (porque su marido está enterrado al lado), otra señora que cuida las tumbas de varios de ellos, un dibujante que publicó una versión de En busca del tiempo perdido en historieta y un curioso “guía de cementerios” son algunos de los personajes a los que la elegante, respetuosísima y muy atenta cámara de Honigmann observa, deja hablar, penetra hasta lo más profundo, haciendo de Forever toda una gema a descubrir. Tanto como el nombre de la propia realizadora, ilustre desconocida hasta aquí, con una cuantiosa obra a sus espaldas.
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