CINE › AVANT, DE JUAN A. NEME
› Por Diego Brodersen
Las primeras imágenes de Avant pueden llevar a algunos espectadores a una confusión involuntaria. Ese hombre sentado ahí, en una silla de plástico con rueditas, delante de una pared a medio terminar y haciendo trabajo de escritorio, ¿es realmente Julio Bocca, una de las mayores luminarias del ballet internacional? Efectivamente, lo es. Y el espacio que lo rodea, presentado velozmente en una serie de planos fijos, será su hogar durante los siguientes años. El documental del realizador uruguayo Juan Álvarez Neme –que tiene finalmente un estreno local a dos años de su circulación por festivales de cine– sigue al bailarín nacido en Munro en su reciente rol de director del Sodre, el Ballet Nacional del Uruguay, al tiempo que las obras de restauración y puesta en valor del Auditorio Nacional Adela Reta (ubicado en el mismo emplazamiento que el viejo Teatro Urquiza, inaugurado hace más de un siglo en Montevideo) dejan abierta la posibilidad de una nueva era dorada de conciertos y presentaciones de su cuerpo estable de bailarines.
El proceso de rodaje encarado por Álvarez Neme es del tipo observacional y convoca el recuerdo de La danse, el documental sobre el Ballet de la Ópera de París de Frederick Wiseman. Aunque aquí, necesariamente, la escala humana, edilicia y operacional es menor, los esfuerzos de los profesionales de la danza, su director, los operarios, las mujeres de la limpieza y demás empleados del establecimiento son equiparables en un ciento por ciento. Con un aditivo extra: no se trata de sostener un estándar de calidad excelso sino de elevarlo, de llevarlo nuevamente a un nivel internacional, perdido entre presupuestos y burocracias. Esa es la tarea de Bocca, precisamente, y el film no evita registrar una de las primeras presentaciones del cuerpo de ballet en el exterior, aunque esa visita a España ocupe, quizás, poco tiempo en pantalla. Además del bailarín y coreógrafo argentino, Avant concentra gran parte de su atención en las actividades cotidianas de Rosina Gil, primera bailarina del Sodre y una de las “cien mejores del mundo”, según la revista especializada Danza Europea.
Pero el verdadero interés del realizador, más allá de destacar a las figuras de renombre y de recorrer salas de ensayo y algunas presentaciones, parece ser la descripción del complejo entramado humano que hace que el lugar tenga una respiración propia. Una secuencia de planos independientes relaciona visualmente una práctica entre Gil y su partenaire, con sus múltiples giros y piruetas –siempre bajo la mirada atenta de Bocca–, con las idas y vueltas de un obrero desde y hacia la máquina hormigonera, punto de origen de los cimientos y paredes que los contienen y sostienen. Otra escena incorpora a las vestuaristas y costureras, cuya conversación de ocasión permite recorrer algunos momentos gloriosos del pasado sin necesidad de recurrir a voces en off, entrevistas o placas descriptivas. En esos momentos, en algún secreto para mantener las zapatillas blandas, en el nerviosismo antes del debut, en la ingeniería artesanal y el ingenio sin los cuales es imposible sostener un cuerpo de ballet en un país periférico, descansan las mayores virtudes de un documental atento a los detalles detrás de los carteles luminosos.
(Uruguay/Argentina, 2014)
Dirección, guión, fotografía y montaje: Juan Álvarez Neme.
Duración: 98 minutos.
Estreno exclusivo en el cine Gaumont—INCAA Km 0.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
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