CINE › “BABEL”, LA PELICULA DE GONZALEZ IÑARRITU GANADORA DEL GLOBO DE ORO
El ensayo multicultural del director mexicano termina siendo, más allá de sus pretensiones, un collage inverosímil.
› Por Diego Brodersen
Cruel, irrelevante y pueril. Así es la nueva película de la dupla integrada por Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, realizador y guionista, respectivamente, el mismo equipo creativo detrás de Amores perros (2000) y 21 gramos (2003). A la fecha, Babel encarna la máxima expresión de una cierta tendencia del cine de los últimos años: el despliegue de múltiples líneas narrativas a partir de las historias particulares de un puñado de personajes, unificadas por alguna temática que se supone trascendental y profunda, y por lo general entrecruzadas por el azar o el destino (aquí el espectador suele aportar su propia ideología al respecto). Un listado de films recientes con estas características no podría dejar de incluir a Ciudad de ángeles –el film de Robert Altman, estrenado en 1993, que virtualmente dio inició a este neogénero–, Magnolia (1999), de Paul Thomas Anderson, Vidas cruzadas (2005) de Paul Haggis, la todavía en cartel Secretos íntimos y, por supuesto, las ya citadas obras anteriores de Iñárritu. Lejos de manifestarse agotada, esta estructura expositiva (que, a falta de una expresión más apropiada, suele denominarse “coral”) parece estar disfrutando del período más prolífico de su breve historia.
No contentos con trenzar historias de habitantes de un mismo pueblo o ciudad, las mentes y plumas de Arriaga e Iñárritu elevan la apuesta, por cierto ambiciosa, y echan a rodar cuatro historias paralelas que ocurren en tres puntos diversos del globo: Marruecos, Estados Unidos-México y Japón. En la primera de ellas, una pareja de turistas norteamericanos (Brad Pitt y Cate Blanchet) que no parece estar transitando por el mejor momento de su matrimonio –las referencias al clásico Viaje en Italia de Rossellini, y su eventual pertinencia, corren por cuenta de la cinefilia del espectador–, es sacudido en medio de un viaje de posible reconciliación por un hecho tan trágico como imprevisto: una bala atraviesa el vidrio del ómnibus en el cual viajan, hiriendo gravemente a la mujer. En un pueblito perdido en medio de Marruecos, al cual la ayuda médica tarda horrores en llegar, el matrimonio deberá entonces enfrentar la posibilidad cierta de la muerte.
Mientras tanto, en Estados Unidos, los pequeños hijos de la pareja se encuentran a cargo de una mujer de origen mexicano. Como consecuencia indirecta del accidente, los niños terminarán embarcados en un viaje sin permiso paterno al país vecino, acompañados por un muchacho algo impulsivo (Gael García Bernal) y, por supuesto, de su niñera, cuyo hijo se casa precisamente ese mismo día. Sobra decir que los problemas no tardarán en aparecer cuando el cuarteto intente ingresar nuevamente en territorio norteamericano.
El primero de los dos relatos restantes se centra en otro par de niños –dos hermanos marroquíes habituados a la dura vida del pastoreo en las montañas– que, jugueteando con el arma de su padre, disparan hacia un ómnibus infestado de turistas. Las consecuencias de este acto ya fueron descriptas. Finalmente, en Tokio, una adolescente sordomuda con diversos problemas emocionales –algunos de ellos meros corolarios de la edad, otros provocados por su impedimento físico, otro tanto por el reciente suicidio de su madre– intenta establecer un vínculo afectivo con alguno de los hombres que la rodean, sin demasiado éxito. La ligazón con el resto de las historias tiene como responsable al padre de la joven, un empresario exitoso cuyo hobby es la caza mayor, y que en uno de sus viajes terminó obsequiándole a un guía africano su potente rifle, el mismo que aterriza finalmente en las manos de los niños marroquíes. ¿Suena enrevesado, inverosímil, algo sentencioso? Babel es todo eso y poco más que eso.
Detrás de las gambetas narrativas y cierta destreza para hilvanar las historias a partir del montaje, de un trabajo de cámara vistoso y por momentos decorativo, de la parsimoniosa banda sonora de Gustavo Santaolalla, de los correctos trabajos actorales (destacan la mexicana Adriana Barraza y la japonesa Rinko Kikuchi, en dos composiciones precisas, tan implosiva la primera como extrovertida la segunda), de la puntillosa construcción de un artilugio cinematográfico que parece decir mucho sobre el estado del mundo... hay poco más que una ingeniosa operación de marketing cuyo producto es el film mismo. De manera consciente o no, Iñárritu y su equipo terminan creando un símil de esas campañas publicitarias que, idolatrando el último adelanto tecnológico, intentan convencernos de que todos los habitantes del mundo podemos y de hecho estamos comunicados, siempre y al instante. Sólo que aquí el artículo de venta no es un teléfono celular o el último modelo de laptop, sino algo así como el dolor globalizado.
El razonamiento de que las armas de fuego son peligrosas, en particular en las manos equivocadas hubiera puesto colorado al mismísimo Perogrullo; mientras que el tratamiento que el film dedica a la idea del amor (fraterno, amoroso, sexual) como antídoto ante el miedo y la intolerancia parece tomado de un sencillo acto escolar. Mientras las imágenes se suceden, siempre algo turísticas, embellecidas más allá del horror circundante, el concepto de causa y efecto que une las historias se va descomponiendo, como un engrudo mal hecho, desnudando su origen de truco de demiurgo sádico. Así comienza a revelarse el andamiaje de un film cuyas aspiraciones simulan ser loables, revelando su espuria cualidad seminal: la explotación lisa y llana del dolor y la miseria humana.
Si Babel no cae de lleno en el terreno de la abyección lisa y llana (es difícil recordar otro film reciente en el cual convivan semejante cantidad de primeros planos de chicos en plena crisis de llanto) es precisamente porque la misma liviandad de su construcción y la trivialidad de sus reverberaciones terminan restándole casi toda la fuerza a su discurso. Una verdadera suerte para la desgracia.
5-BABEL
(Estados Unidos/México, 2006)
Dirección: Alejandro González Iñárritu.
Guión: Guillermo Arriaga.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Montaje: Douglas Crise y Stephen Mirrione.
Música: Gustavo Santaolalla.
Intérpretes: Brad Pitt, Cate Blanchet, Mohamed Akhzam, Adriana Barraza, Gael García Bernal, Rinko Kikuchi, Koji Yakusho.
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