Mar 27.02.2007
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CINE › 2º OSCAR PARA EL ARGENTINO

Un sueño repetido para Santaolalla

El músico y productor se instaló definitivamente en las grandes ligas.

› Por Karina Micheletto

Lo suyo tiene el gusto de los records, además de todo lo que significa ganar dos veces el premio mayor de la Meca del cine. Después de llevarse un Oscar con Secreto en la montaña, el año pasado, y ahora otro con Babel, es una de las tres personas que ganaron dos años seguidos en una misma categoría en la historia de estos premios. Santaolalla es, además, uno de los únicos cuatro argentinos que llegaron a obtener un Oscar, y el único, claro, por partida doble. “No tengo la menor chance de ganar”, había dicho a Página/12 antes de la ceremonia, consciente de lo difícil del doblete. Finalmente, el de Santaolalla fue el único premio que se llevó Babel, una de las más nominadas, que terminó quedando en el camino de estos premios.

Las otras dos victorias consecutivas de la historia del Oscar fueron en el rubro Mejor Actor, para Tom Hanks (en 1994, por Philadelphia, y en 1995, por Forrest Gump) y para Spencer Tracy, por Captains courageous en 1937 y Boys town al año siguiente. Este año, contra todos los pronósticos (ésos que alientan y desalientan las apuestas vía Internet) Santaolalla repitió el premio.

Nuestro crédito local llegó a la entrega de premios con un par de cábalas repetidas que –está a la vista– surtieron efecto: el moño del smoking celeste, formando la bandera con la camisa blanca; el discurso preparado aun cuando estaba casi seguro de que no ganaría. Sus palabras durante la ceremonia comenzaron en inglés y terminaron en español: “La identidad de esta película va más allá de países y religiones”, dijo, antes de agradecer a su esposa, Alejandra, a sus hijos y al director de Babel, González Iñárritu, y de dedicarle el premio “a la Argentina y a todos los latinos”. Ya con el Oscar en la mano, se extendió en lo que significa ganar un premio como éste, siendo latino: “Esto es como hablar de tu casa, tu barrio, tu manzana. Argentina es mi vecindario, pero yo vengo de la generación de los ’60, y me siento un latinoamericano”.

El argentino se impuso sobre otros cuatro firmes candidatos: Thomas Newman por The Good German (El buen alemán), Philip Glass por Escándalo, Alexandre Desplat por la música de La reina y el español Javier Navarrete por su trabajo en El laberinto del fauno. Es la segunda vez que Santaolalla le gana a un español, ya que el año pasado estaba nominado junto a él Alberto Iglesias, que compuso la música de El jardinero fiel. “No es una competición. Admiro tanto a Navarrete como a Iglesias, y lo mejor es que somos amigos, tenemos una conexión”, explicó cuando se le marcó la competencia hispana implícita. Prefirió extenderse en la alegría: “No me esperaba para nada ganar, ya me parecía muy imposible. Estoy muy feliz de estar ahí por segunda vez, y la verdad es que está buenísimo”, declaró no bien ganó.

El músico-productor ya está preparando los nuevos trabajos con Café Tacuba y Juanes, además del nuevo disco de Bajofondo. Y, claro, se mueve en las grandes ligas de una carrera que aparece cada vez más promisoria: ya está trabajando en las bandas de sonido de películas como Into the wild (En el interior de lo salvaje), dirigida por Sean Penn; On the road, la biblia beat de Jack Kerouac, que dirigirá Walter Salles, o Things we lost on the fire (Las cosas que perdimos en el fuego), de Susane Bier, con Benicio del Toro.

Pero si hay algo que, dice Santaolalla, lo motiva hoy por hoy es su trabajo junto a Alejandro González Iñárritu, el director de Babel. “Es increíble, uno de los grandes del nuevo cine en el mundo. Entre nosotros existe un código que funciona”, lo alabó cuando ya todo estaba definido en los premios. “Este trabajo fue totalmente diferente al de 21 gramos y Babel. El mayor desafío fue hacer que la música no pareciera un documental de National Geographic. Queríamos hacer una banda sonora global, que no fuera como una postal”, explicó sobre el trabajo que fue premiado el domingo pasado y que ya había obtenido, entre otros premios, el Bafta, que otorga la Academia británica de cine.

La música de Babel (que en la Argentina editó Universal en un CD doble) es tan variada como los escenarios y culturas que propone la película y, en este caso, la condición de “global” a la que hace referencia Santaolalla no tiene que ver con una unidad que recorre todas las canciones, como ocurría en Secreto en la montaña. Aquí, los “paisajes sónicos” (esa expresión que tanto le gusta al ganador del Oscar) van de Fatboy Slim remixado a la música norteña mexicana o los sonidos marroquíes –y, por momentos, también se cruzan en un mismo tema–. El instrumento estrella de la banda de sonido es el oud, una suerte de guitarra árabe, antecesor del laúd europeo, que suena en algunos de los momentos más dramáticos del film, buscando provocar un efecto casi hipnótico.

Con este segundo Oscar, Santaolalla aparece como uno de los grandes compositores de música para películas del momento, un título que se agrega a otros no menos marketineros que supo conseguir: “el gurú del rock latino”, “uno de los 25 latinos más influyentes”, según aquella portada de la revista Times que llamó la atención sobre su trabajo en su momento. Las dos estatuillas pueden indicar un cambio en la concepción musical de Hollywood. Al reconocer el trabajo de Santaolalla, no se premiaron orquestaciones rimbombantes ni despliegues instrumentales de esos a los que nos tiene acostumbrados la industria, sino un concepto despojado, minimalista, que pone el énfasis en un lugar menos ostentoso. Quizás sea, a futuro, otro sello de quien hace rato pasó a ser mucho más latino que argentino y uno de los más cotizados del momento en la industria musical.

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