CINE › ENTREVISTA AL DIRECTOR CATALAN CESC GAY
El cineasta explica el sentido de su film Ficción, presentado en competencia en el Festival de Mar del Plata. Gay reflexiona sobre su obra y sobre su relación con la producción cinematográfica española en la actualidad.
› Por Diego Brodersen
Desde Mar del Plata
El realizador catalán Cesc Gay se relaja en el lobby del hotel Hermitage pocas horas antes de presentar en sociedad su cuarto largometraje en la Competencia Oficial del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Luego de co-firmar, junto a Daniel Gimelberg, Hotel Room en el año 1998 y de dirigir en solitario Krámpack (2000) y En la ciudad (2003) –ambas estrenadas comercialmente en la Argentina–, las imágenes de Ficción conjugan el relato de Alex (Eduard Fernández), un director de cine barcelonés en viaje creativo lejos de la ciudad. Allí, en medio de un imponente paisaje de montaña, se reencuentra con viejos amigos y conoce a Mónica (Montse Germán) una mujer que, poco a poco, comienza a despertar ese amor que parece estar extinguiéndose en su matrimonio.
En estricto catalán y algunos pequeños diálogos en español –aunque “en España el 70 por ciento de las copias debieron exhibirse dobladas al castellano, por una cuestión de lógica de distribución”–, Gay confiesa que en el origen de Ficción descansa un componente autobiográfico: “Fundamentalmente la idea del personaje que se escapa unos días para trabajar. En ese sentido hay un vínculo claro con Alex, y además la montaña es un lugar al cual suelo escaparme cuando puedo. Por supuesto, también hay un componente generacional que parte de mí mismo. En cuanto a la historia de amor, eso ya pertenece al terreno ficcional. ¡En otras entrevistas me han llegado a preguntar quién es Mónica en la vida real! Casi todos hemos tenido alguna de esas relaciones que no llegaron a darse de manera definitiva, y esas cosas que pertenecen al terreno de la intimidad me interesan mucho, cosas que uno ni siquiera sabe que están dentro de uno. Uno puede tener muchas Mónicas en la vida”.
–Tanto Ficción como la coreana Woman on the Beach, del realizador Hong Sang-soo, ambas incluidas en la Competencia del Festival de Mar del Plata, tienen como personaje central a un cineasta en proceso de elaboración de su próximo proyecto.
–Sí, me hace mucha gracia, aunque aún no he podido ver la película de Hong. Quizás haya sido una elección deliberada de los programadores del Festival.
–Teniendo en cuenta los temas que la recorren –el proceso creativo del artista y el Amor en mayúsculas–, su película corría el riesgo de resultar demasiado ambiciosa. Sin embargo, el manejo del tono, nunca grave, y el énfasis en los detalles hacen de Ficción un film sutil y delicado.
–Es que eso lo puedes aplicar a cualquier película, incluso a una comedia. Es difícil mantener el nivel dramático y no caer en excesos, pero ese es el trabajo del director de cine: saber controlar y equilibrar el material que tienes entre manos. Respecto de Ficción, me cuesta acordarme ahora dónde fue que sufrí más este tema, básicamente porque estoy intentando olvidarla para pasar a mi próximo proyecto, que será seguramente una comedia, mi primera comedia. En líneas generales la comedia actual me parece lamentable: sólo encuentras adolescentes tontos o bien esa cosa “casposa” realmente insoportable. Me interesa la comedia inteligente, pienso en Billy Wilder o en Jim Jarmush. Volviendo a Ficción, soy consciente de que intenté refrenarme en algunos aspectos pero al mismo tiempo no tuve miedo de darle algún giro melodramático a la trama, en particular cerca del final. La escena del bar entre Alex y Mónica fue particularmente difícil, porque ahí se jugaba el tono del último tramo del film. Y creo que el trabajo con Javier Cámara, que es un personaje que le agrega un poco de humor a determinadas escenas, fue fundamental en ese proceso de equilibrio.
–Los diálogos tienen importancia, pero Ficción es una película que confía en los gestos, los pequeños detalles, el entorno natural que rodea a los personajes...
–Está el tema de la soledad y en ese sentido las locaciones fueron fundamentales. El director de fotografía de la película, Andreu Rebés, es oriundo de Lles de Cerdaña, la zona donde filmamos toda la secuencia del viaje a la montaña, una zona muy particular, cerca de Barcelona, que recorre parte del Pirineo. Por otro lado, rodamos la película en orden cronológico, cosa que no volvería a hacer nunca, por las complicaciones que conlleva. Ten en cuenta que fueron siete semanas de rodaje, comenzamos en verano y terminamos en otoño... De todas formas, en Ficción ese método funcionó de maravillas.
–En el film hay una relación con lo real que trasciende su mera reconstrucción como ficción; existe una apariencia de “registro” de lo que rodea a la cámara. ¿El guión previo fue respetado a rajatabla o el mismo proceso de rodaje fue alterando el film?
–Es que no me soy nada fiel (risas). Cuando entra en acción el actor el guión cambia, sobre todo los diálogos, mucho más en esta película que, como ya sabes, fue rodada cronológicamente. Además se dieron otras situaciones, como la aparición azarosa de determinados objetos: la pintura de las muchachas junto al piano no estaba en el guión original, pero apareció colgada en una habitación de la casa donde rodábamos. Desde el principio hubo una intención de intervenir lo menos posible, de usar casas reales en lugar de construir sets.
–¿Cómo se siente respecto del resto de la producción española en general, y en particular con los realizadores de su misma generación?
–No tengo una conciencia muy nacional, pero creo que hay una cierta variedad en el cine español, en particular el producido en Cataluña. Te encuentras con las películas de Isabel Coixet, por ejemplo, que tiene una proyección internacional importante, y junto a ella convive el delirio de Honor de caballería, de Albert Serra (film que se exhibe hoy en el festival marplatense) o las películas de Isaki Lacuesta. Luego tienes a gente de otra generación, pero todavía activos, como Bigas Luna, Ventura Pons o Marc Recha. Creo que es un lugar donde hay un poco de todo, mucho más que en la producción de la zona de Madrid, donde la diversidad es menor. Supongo que en Barcelona se cree más en los talentos individuales. Por otro lado, no creo que el cine español en su conjunto esté atravesando su momento más interesante. Aquí es fundamental reflexionar sobre otro tema, y es hasta qué punto nosotros los directores nos olvidamos a veces de los espectadores. ¿Filmas las películas para el público o para ti mismo? Todo es válido, claro está, pero las películas sólo funcionan si alguien va a verlas. En lo personal, intento mantener un equilibrio: no traiciono mis ideas, lo que pienso y siento, pero al mismo tiempo no me pongo totalmente de espaldas a la audiencia, como, creo, ocurre bastante en el cine catalán.
–Habla de aquellas películas que, más allá de sus valores artísticos, son rechazadas por la audiencia.
–Claro, porque además todavía seguimos pensando exclusivamente en las proyecciones en salas. Hoy en día el dvd, por ejemplo, te permite una relación más personal, incluso más sana, con tu público, donde no tienes que competir con la presión de los films de Hollywood y los manejos de los distribuidores. De esa manera tu película puede llegar a más gente, sin dudas. Ahí sí tiene más sentido producir distintos tipos de cine, para diferentes públicos. Creo que en el futuro ir a una sala de cine va a ser como ir a la ópera, un evento especial.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux