Lun 19.03.2007
espectaculos

CINE › LA QUINCENA DE LOS REALIZADORES EN LA SALA LEOPOLDO LUGONES

Diversidad y riesgo estético

El legendario encuentro del Festival de Cannes tendrá desde hoy hasta el 1º de abril su homenaje en Buenos Aires. Se verán trece films, la mayoría inéditos aquí, que dan cuenta del placer de hacer puro cine.

Nacida en medio de la agitación social y cultural de Mayo del ’68, la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes tuvo entonces su primera consigna: “Las películas nacen libres e iguales, pero es necesario ayudarlas a que lo sigan siendo”. Desde entonces, el espíritu rebelde de la Quinzaine sigue defendiendo –en palabras de Olivier Père, su actual director artístico– “un cine de autor, libre, independiente, contestatario, más allá de las etiquetas, más allá de las fronteras”.

El Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, con el auspicio y la colaboración del Servicio de Acción Cultural de la Embajada de Francia, han organizado un homenaje a la Quincena de los Realizadores, que se realizará a partir de hoy y hasta el domingo 1º de abril en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530). El propio Olivier Père presentará personalmente la muestra, integrada por 13 films –la mayoría inéditos en el país y en copias en 35mm– que dan cuenta de la riqueza, el riesgo y la diversidad del cine que propone esta manifestación, una de las más importantes del calendario de festivales internacionales.

Hoy abre el fuego En París (Francia, 2006), de Christophe Honoré, con Romain Duris y Louis Garrel, las aventuras sentimentales de dos hermanos, que trazan el retrato de toda una familia. Mañana va Princess (Dinamarca/Alemania, 2006), de Anders Morgenthaler, una producción danesa que intercala sexo, violencia y religión en formato animado mezclando el estilizado trazo del animé japonés con capturas de imágenes reales. “Un film mutante”, en palabras de Olivier Père. El miércoles se proyecta Cambio de dirección (Francia, 2006): el tercer largometraje de Emmanuel Mouret (de quien también puede verse en este ciclo Vénus y Fleur) pertenece a un cine “que se quiere modesto y discreto, que se manifiesta más íntimo y se concentra más en la música de cámara que en la sinfonía estridente” según Jean-Baptiste Morain, de Les Inrockuptibles.

El jueves 22 es el turno de Tarnation (Estados Unidos, 2003), el extraordinario film en primera persona singular de Jonathan Caouette, una catarsis sobre su madre, su familia y su propia neurosis, a la que el director es capaz de convertir en objeto de reflexión artística. El viernes 23 se verá Los muertos (2004), de Lisandro Alonso, una de las tres películas argentinas que hicieron impacto en la Quinzaine en los últimos años. El domingo 25 llega la película escándalo: Los ángeles exterminadores (Francia, 2006), de Jean-Claude Brisseau. François, un director de cine, comienza el rodaje de una película policial, pero en una breve escena de desnudo de una actriz, descubre el placer que prueban algunas mujeres al transgredir pequeñas prohibiciones eróticas. El director, impulsado por el deseo de aportar innovaciones al mundo del cine, toma la determinación de realizar una película que mezcle ficción y realidad en torno de una idea que se revela inesperadamente como un enigma y un tabú: las pequeñas transgresiones que llevan al placer.

Para el lunes 26 está programada Vénus y Fleur (Francia, 2005), de Emmanuel Mouret. Una chica parisiense, Fleur, conoce durante sus vacaciones en Marsella a Vénus, una joven rusa en viaje sin destino. En nada se parecen salvo en el deseo de encontrar a su propio ideal masculino. Como sus nombres parecen indicarlo, Vénus es desenvuelta y astuta para manipular a los hombres, mientras que su amiga Fleur (Flor) es tímida y no advierte sus propios atractivos. “Lo que hace al logro de este segundo largometraje de Mouret es la expresión del placer de hacer puro cine”, señaló el crítico Jean-Baptiste Morain. El martes 27 se exhibe Géminis (Argentina, 2005), de Albertina Carri, una historia de amor entre hermanos donde la inocencia del amor fraternal deviene algo monstruoso. El miércoles 28 se levanta El Muro (Francia/Israel, 2004): bordeando la frontera que divide físicamente una región cargada de historia compartida, la documentalista Simone Bitton recoge palabras, cantos y reacciones, tanto en hebreo como en árabe, de aquellos separados por el Muro: niños, trabajadores, militares. Una meditación cinematográfica personal presentada por una realizadora que, olvidando las justificaciones del odio, afirma su doble cultura judía y árabe.

El jueves 29 vuelve Fantasma (Argentina, 2006), de Lisandro Alonso, donde Argentino Vargas, el protagonista de Los muertos, de pie en el hall central del Teatro San Martín, espera que alguien lo encuentre y lo lleve hasta la Sala Leopoldo Lugones, donde será proyectada la película que lo sacó de los pantanos correntinos. “Una película que excede lo cinematográfico para ensayar una postura casi política sobre una manera de hacer cine”, según Javier Diz, de Los Inrockuptibles. El viernes 30 sangra La herida (Francia/Bélgica; 2004), de Nicolas Klotz, la película más fuertemente política del cine francés en años, sobre la violencia y la indiferencia con que Europa trata a los sans papiers, los inmigrantes africanos que llegan escapando de la miseria y las guerras.

El final del ciclo llega el sábado 31 con Duchas frías (Francia, 2005), de Antony Cordier, la historia de un trío de adolescentes, y el domingo 1º con Melvil (Francia; 2006), una reflexión sobre el cine y sus máscaras dirigida y protagonizada por Melvil Popaud (el protagonista de Tiempo de vivir).

El precio de las localidades en la Sala Leopoldo Lugones es de $ 5 y $ 3 para estudiantes y jubilados. Más información y horarios en www.teatrosanmartin.com.ar/cine.

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