CINE › “MARIA BETHANIA, MUSICA Y PERFUME”
El documental del francés Georges Gachot invita a descubrir a la intérprete bahiana en su dimensión artística más profunda.
› Por Karina Micheletto
MARIA BETHANIA, MUSICA Y PERFUME
Francia/Suiza, 2006
Dirección, guión y producción:
Georges Gachot.
Fotografía: Mathias Kälin.
Con la participación de: Maria Bethânia, Caetano Veloso, Chico Buarque de Hollanda, Gilberto Gil, Miúcha, Nana Caymmi, Jaime Alem.
La música popular brasileña tiene su firmamento legendario, en el que brilla una estrella inasible. Siempre alejada del circuito mainstream, poco afecta a exponer su intimidad, Maria Bethânia sólo se muestra abiertamente a través de su música. El realizador francés radicado en Suiza Georges Gachot es un experto en aprehender damas con fama de difíciles: ya lo había hecho con Martha Argerich, aunque a último momento la pianista se arrepintió y su documental no se pudo exhibir en la Argentina. Este retrato es certero y musical. Centrado exclusivamente en la protagonista, sin intención de un registro más abarcativo de la música del Brasil, Música y perfume invita a descubrir a una intérprete en su dimensión artística más profunda.
Construido a partir del formato documental más clásico, con testimonios alternados con imágenes de shows, ensayos o grabaciones, y paisajes que se funden con canciones, el valor de esta película (que en Buenos Aires tuvo un primer estreno en la edición del Bafici del año pasado) no está en lo formal sino en la profundidad lograda en el acercamiento. Allí está Maria Bethânia con esa fuerza arrolladora que gana desde el escenario, y que transforma su figura larguirucha como por arte de magia. Y explicando, más tarde: “Desde muy chica dije que quería ser artista o trapecista. Y ahora sé que el escenario es un poco un trapecio, sin red”. En la cocina de los ensayos y la grabación en estudio, es posible espiar la alegría creativa de la clave hallada, la nota justa; o entender cómo una misma canción puede sonar de lo más cursi o “como una broma entre amigos”, según el ropaje musical que se le pruebe.
Es en el proceso creativo, en el alumbramiento de cada canción, donde Gachot elige, acertadamente, centrar el núcleo argumental de su película. Así va apareciendo la minuciosidad con que Bethânia trabaja algo que a priori podría imaginarse que debe salirle de taquito, como una nueva versión del clásico de clásicos “Bom día tristeza”. O cierto obsesivo repaso de estudio: “Si no lo hacen bien, canto a capella”, amenaza Bethânia a los músicos, en una broma a medias.
La cámara de Gachot también descubre el paisaje de Bahía, con sus ritmos y bellezas cotidianos. Es claro que la mirada no es local, es la de un extranjero que invita al espectador a compartir la fascinación que le provoca lo que descubre. La postal no es turística, aunque incluya mar, playas y ancianas bahianas en blancos trajes típicos. Hay otro paisaje destacado y es el de Santo Amaro de la Purificación, el pueblito del interior de Bahía donde Bethânia nació y donde ahora la cantante comparte la fiesta patronal con su madre, Doña Cano Veloso, y su hermano famoso, Caetano. Los testimonios de algunos integrantes de la gran familia brasileña de la música (Caetano, Chico Buarque de Hollanda, Gilberto Gil, Miúcha, Nana Caymmi) aportan un plus documental.
“La música es perfume”, dice como al pasar Maria Bethânia, y allí aparece el título original de la película, cuyo sentido es modificado en la traducción. “Su efecto es inmediato, sensorial. Por eso un perfume o una música pueden traer una imagen de la infancia”, describe la cantante. Algo que todos sabemos, desde que la industria de la música inventó radios y discos que suenan a toda hora y en todo lugar. Es probable que la conciencia de esa poderosa capacidad evocativa de la música –tanto más inmediata que en otras formas de arte– opere en la forma en que Bethânia interpreta un ritmo tradicional del nordeste, un clásico del Tropicalismo o una nueva canción de Chico Buarque. Y que algo de eso haya seducido a Georges Gachot, que proviene del mundo de la música clásica y no tenía demasiada idea del Brasil ni de su música cuando “descubrió” a Bethânia en un festival de Montreaux. Al fin un documental sobre música que pone el foco en la música.
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