CINE › “LA REENCARNACION”, DE TAKASHI SHIMIZU
› Por Horacio Bernades
Como los propios muertos que las protagonizan, las películas asiáticas de fantasmas vuelven a la vida una y otra vez, aunque luzcan tan descompuestas como aquéllos. Y eso que La reencarnación no carece de laureles: productor y director son dos de los principales responsables de la resurrección del subgénero, producida unos años atrás. El director es Takashi Shimizu, realizador de la serie Ju-On/El grito, mientras que Taka Ichise produjo no sólo esas películas, sino también The Ring y Dark Waters. En otras palabras, hete aquí a la plana mayor del kaidan eiga, que es como se les dice en Japón a los cuentos de fantasmas. A pesar de ello, La reencarnación no puede disimular su carácter repetitivo, su condición de nuevo eslabón de una cadena de producción que debería discontinuarse de una vez.
Parte de la serie J-Horror Theatre, creación de Ichise destinada a seguir exportando espectros nipones al resto del mundo, La reencarnación es la tercera de las seis que se estrena en Argentina (las anteriores fueron Infection y La premonición; hasta los títulos tienden a parecerse). Como en todas las exponentes del j-horror, hay una maldición originaria, un hecho familiar de sangre que –metáfora autorreferente por excelencia– tenderá a la reiteración. En este caso, la masacre que un profesor universitario desencadenó en un hotel, treinta y pico de años atrás. Historia que ahora un director de cine intenta contar, filmando en el propio edificio donde aquello ocurrió. Mala idea, que terminará como cabía esperar: con todas las víctimas de la masacre volviendo a la vida e intentando cobrarse venganza del hombre que la produjo. ¿De Ichise? No, del profesor.
No es que Shimizu cuente mal, ni tampoco que intente sacarse el compromiso de encima, con desdén o cinismo canchero. Como ya demostró en las Ju-On originales o en sus remakes hollywoodenses, el hombre se toma las cosas en serio y sabe poner sustos en escena, con efectividad y estilo. Aquí desarrolla un relato en varios planos (el de la película que se filma, el de quienes la filman, el de los hechos originales y hasta el de los sueños que varios de los protagonistas experimentan), aunque la escasa o nula entidad de los personajes termine por imponerse. Shimizu monta escenas de miedo con asombrosa economía de medios. En este sentido, más allá de su agotamiento el J-horror sigue teniendo mucho para enseñarle al resto del mundo, empeñado en una loca carrera de sustos digitales. La secuencia introductoria de La reencarnación asusta con expedientes tan sencillos, tan primarios incluso, como una mirada demasiado fija a cámara. O hacer aparecer (o desaparecer) a un actor en cuadro. Mejor aún: haciendo picar de manera rara una simple pelotita de goma.
Pero nada de eso es suficiente para remontar el efecto de déjà vu que provocan estas familias ensangrentadas, estas jóvenes asustadas, estas maldiciones que se transmiten de generación en generación, estas nenitas-fantasma que arrastran muñecas o cruzan el cuadro, de una punta a otra. Finalmente, la mayor alegría es la de presenciar el cameo del gran Kiyoshi Kurosawa, director de las extraordinarias Cure, Charisma y Bright Future, aquí en papel a medida, como profesor de lo oculto.
5-LA REENCARNACION
(Rinne) Japón, 2005.
Dirección: Takashi Shimizu.
Guión: T. Shimizu y Masaki Adachi.
Intérpretes: Yuca, Karina, Kippei Shiina y Tetta Sugimoto.
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