CINE › “RICORDATI DI ME”, ESLABON PERDIDO EN LA OBRA DE GABRIELE MUCCINO
› Por Horacio Bernades
Realizada hace cuatro años, Ricordati di me permite poner en perspectiva el modo en que Gabriele Muccino (Roma, 1967) pasó de la energética frescura de sus películas anteriores (Come te nessuno mai y El último beso) a las recalentadas recetas de En busca de la felicidad, su debut hollywoodense. Historia de familia en plena crisis, Ricordati di me es la pieza faltante que, a la vez que deja ver de dónde venía el realizador, anuncia también a dónde podría ir a parar. Y allí fue, nomás.
Una narración en off tan desencantada como asertiva anuncia, de entrada, quiénes son los Ristuccia y en qué estado están. Cincuentones, Carlo (Fabrizio Bentivoglio) y Giulia (Laura Morante, a quien este año ya se vio en Lo mejor de nuestras vidas, Corazones y Molière) parecen tan disconformes con sus vidas como con las de quienes los rodean. Entre ellos, los otros dos integrantes del núcleo familiar (ya se sabe que la famiglia es el espacio predominante, no sólo del cine de Muccino sino del cine italiano en su conjunto), que atraviesan la adolescencia con toda la carga de ruido y de furia propios de la edad... y de las criaturas de Muccino. Opuestos exactos, Paolo Ristuccia (Silvio Muccino, hermano menor del realizador y protagonista de Come te nessuno mai) duda de sí, se queda en casa los sábados a la noche y no sabe cómo abordar a las chicas, mientras su hermana Valentina (la debutante Nicoletta Romanoff, inmejorable) parece decidida a todo con tal de llegar adonde quiere: el mundo de las chicas de televisión, esas que llevan la menor ropa posible.
Ricordati di me empieza con los Ristuccia peleándose a grito pelado y termina con las dosis de reconciliación que ese comienzo hacía temer. Reconciliación motorizada por un recurso dramático propio de esa misma televisión de la cual la película abjura, y que impregna a todos de un baño de humanidad. O a casi todos, porque hay un personaje que ni siquiera así. Entre una cosa y otra Carlo y Giulia se dejarán guiar por sus deseos, corriendo riesgos, abandonando trabajos, llevando una doble vida amorosa (él, con la siempre portentosa Monica Bellucci, ex novia a la que reencuentra) o atreviéndose a intentar lo que siempre quisieron hacer y hasta entonces no se habían animado (ella se inicia como actriz de teatro). Mientras Valentina se dirige en línea recta al mundo de la televisión berlusconiana –tan parecido al de su par argentina– usando su sexualidad como un misil, Paolo se mantendrá más apagado y zigzagueante.
Mundo de hombres indecisos y mujeres emprendedoras, de adolescentes y adultos más adolescentes todavía, en Ricordati di me Muccino sigue mostrándose capaz de transmitir esa permanente sensación de corazón en la boca que le es propia. Y que en ocasiones amenaza con volverse caricatura de sí misma. Como en el caso de Morante, cuya sobriedad la obliga a sobreactuar inseguridades, dudas y ansiedades. Alcanzando su punto más bajo con el turning point mencionado y la cicatrización posterior, debe reconocerse que aún en esa instancia Muccino se atreve a dejar irresuelto el futuro de Paolo, abandonando a Valentina a un paraíso poco reconfortante. Audacias que Hollywood ya se ocuparía de domar cuando llegara la hora de partir en busca de la felicidad, de la mano de un angélico Will Smith.
6-RICORDATI DI ME
Italia/Francia/Inglaterra, 2003.
Dirección: Gabriele Muccino.
Guión: G. Muccino y Heidrun Schleef.
Intérpretes: Fabrizio Bentivoglio, Laura Morante, Monica Bellucci, Nicoletta Romanoff y Silvio Muccino.
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