Mar 04.09.2007
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CINE › GERMAN ABDALA EN IMAGENES

“En la corta vida que tuvo, hizo y dejó muchas cosas”

Nicolás Batlle habla del documental Germán, que se estrena el jueves.

› Por Oscar Ranzani

Fue integrante del Grupo de los Ocho y un acérrimo luchador contra la reforma del Estado llevada a cabo por el gobierno de Carlos Menem; le tocó asumir una pelea sin tregua contra el plan privatizador que buscó acabar con el patrimonio público. Quizá precisamente porque fue un hombre del Estado –secretario general de ATE durante tres períodos–, Germán Abdala proponía preservar el rol del Estado, modificar la injusta distribución de la riqueza, promover la integración de los pueblos latinoamericanos y buscar alternativas para construir un nuevo modelo de desarrollo. En tan sólo 38 años, supo defender estas ideas, que sintetizan su pensamiento, como trabajador, sindicalista y diputado. Hace dos años, cuatro jóvenes directores realizaron el documental Germán, que traza el perfil de Abdala a través de testimonios de familiares, colegas y compañeros de militancia, pero sobre todo mediante sus propios discursos. Germán, dirigido por Nicolás Batlle, Fernando Molnar, Sebastián Schindel (directores de Rerum Novarum y Cuba Plástica) y Bruno Huck, establece una mirada sobre el hombre político, pero también sobre las cualidades del ser humano que fue Germán Abdala, poniendo énfasis en el contenido antes que en la estética (más bien artesanal), debido a que algunas de las filmaciones que aparecen pertenecen a archivos familiares.

Como sindicalista, se recuerda que, ya muy enfermo y debilitado, Germán Abdala decidió suspender la internación en Estados Unidos, producto de un tratamiento contra el cáncer, para participar del plenario fundacional de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Como político fue elegido diputado a los 34 años y varios de sus proyectos terminaron siendo leyes. “Germán era una persona tremendamente honesta, tremendamente clara para transmitir pensamiento: vivía como hablaba”, recuerda Batlle en diálogo con Página/12, acerca de la película que podrá verse a partir del jueves en el Complejo Tita Merello (Suipacha 442). El film también dedica un espacio a su lucha contra la enfermedad, que lo llevó a tener que operarse nada menos que veintiséis veces.

–¿La idea de incorporar la entrevista de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona fue para contraponer la oposición del neoliberalismo a sus ideas?

–Exactamente. Ahí se ve claramente el conflicto: cómo se manipulaba en ese momento la cuestión de la reforma del Estado. En ese momento había que privatizar todo, liberalizar todo, el Estado no servía y Germán estaba claramente planteando otra cosa: que había que hacer una reforma del Estado, pero la forma de reformar el Estado no era empezando por privatizar.

–Uno de los momentos memorables de su vida que muestra el documental es cuando abandonó la internación en Estados Unidos para participar del plenario que fundó la Central de Trabajadores Argentinos. ¿Este es el hecho que mejor representa el compromiso de Abdala?

–Sí, y está muy bien lo que dice Víctor De Gennaro: “Para venir a bancar la CTA, Germán hizo el último esfuerzo”. Lo hizo a pesar del estado de salud en el que se encontraba. También me parece muy acorde otra reflexión que hace Víctor, cuando dice que en esa época cuanto más se achicaba el cuerpo de Germán, cuanto más dificultades de salud tenía, era cada vez más lúcido, porque podía salir de la coyuntura diaria y ver los problemas de fondo. Uno de los entrevistados dice que si estaban discutiendo por una cuestión coyuntural, Germán “venía y planteaba la séptima flota”. Es decir, tratando de poner el problema coyuntural que tenían en ese momento en otro plano. Y uno se da cuenta cuando escucha los archivos que Germán, a medida que avanza su enfermedad, va saliendo de la discusión coyuntural del momento para tener un pensamiento filosófico mucho más profundo.

–Quizá por su temprana muerte, Germán Abdala no llegó a ser tan conocido masivamente. ¿Lo imagina como uno de los grandes referentes sociales si viviera?

–Sí, yo creo que sí. Siempre es difícil decir qué hubiera pasado si Germán no se hubiera muerto. Pero uno podría plantear la hipótesis de que sí. La realidad es que, de todas formas, Germán en la corta vida que tuvo (nació en el ’55 y se murió en el ’93), vivió mucho; hizo y dejó muchas cosas. Dejó muchas leyes, dejó muchas actitudes, dejó muchos discursos, dejó muchas imágenes, dejó muchos recuerdos. Y más allá de qué hubiera podido pasar, por lo que hizo Germán valía la pena hacer un documental que lo cuente.

–Si bien hay testimonios, ¿por qué decidieron centrarse en material de archivo y no tanto en entrevistas a personas que lo conocieron? ¿Los discursos de Abdala hablan por sí mismos?

–Sí, estuvimos tentados de poner más material de archivo todavía. Hay horas y horas de Germán hablando. Germán hablaba de todos los temas y con mucha lucidez y cuando hablaba del Estado, verdaderamente lo hacía con mucho conocimiento de causa, porque era un hombre del Estado argentino, un trabajador real del Estado nacional. Germán tenía esa sencillez, esa llanura para hablar, si bien cuando uno revisa el archivo, para cada público también armaba su discurso. Era muy inteligente, incluso en la forma de hablar. Una cosa es escucharlo a Germán en el programa de Grondona, pero otra cosa es un discurso en la Cámara y otra cosa, por ejemplo, es cuando habla a sus compañeros de militancia o a afiliados de ATE y la CTA. Y es muy interesante eso también: cómo él iba articulando su discurso con mucha lucidez; había que verlo y escucharlo.

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