CINE › LOS PREMIOS DE SAN SEBASTIAN
El indie Wayne Wang se llevó la Concha de Oro con A Thousand Years of Good Prayers y nuestra Encarnación fue premiada por la crítica internacional.
› Por Horacio Bernades
Desde San Sebastian
A falta de premios oficiales, el cine argentino se llevó el de la crítica internacional, al cierre de la 55ª edición del Festival de San Sebastián. Con lo cual Encarnación –la película de Anahí Berneri que sucede a su ópera prima, Un año sin amor– redondea un envidiable promedio de dos premios en dos festivales. Hace quince días, el opus 2 de Berneri había ganado, tras su presentación en el Festival de Toronto, el Premio a la Innovación Artística, otorgado por un jurado paralelo. La película de Berneri llega así taconeando fuerte a su estreno porteño, anunciado para dentro de diez días. En cuanto a la Concha de Oro, su anuncio hizo bailar en una pata al distribuidor Pascual Condito, que tiene prácticamente asegurada la distribución argentina de A Thousand Years of Good Prayers, la película estadounidense que resultó ganadora de esta nueva edición del evento donostiarra.
Encarnación presenta a la ex chica-Olmedo Silvia Pérez haciendo prácticamente de sí misma. La rubia del eterno bronceado interpreta en el film de Berneri a una ex sex symbol que, cincuentona y corta de trabajo, decide alejarse por un tiempo de las luces del centro, partiendo rumbo al pueblito natal de Las Flores. “Un coherente, casi intuitivo estudio de la identidad femenina y percepción corporal”, según el diario de la industria cinematográfica Variety, la idea de Encarnación surgió de la fascinación de la directora por el trabajo con actores, según confesó en un aparte con Página/12. “Con el personaje de la película quise trabajar la crisis de identidad que siente todo actor cuando deja de estar en el ojo del público”, completó Berneri, cuya anterior Un año sin amor se había llevado ya un premio del Festival de Berlín, un par de años atrás. Producida por BD Cine (la firma que asocia a Daniel Burman, director de El abrazo partido y Derecho de familia, con el productor de éstas, Diego Dubcovsky), el estreno argentino de Encarnación tendrá lugar el jueves 11 de octubre.
Tal como se había informado en estas páginas en la edición del jueves pasado, la otra ganadora argentina fue La extranjera, nuevo film de Fernando Díaz luego de Plaza de almas, que recibió un premio en el marco del apartado Cine en Construcción. Eso fue todo por esta vez, ya que en la Selección Horizontes, donde competían cuatro candidatas argentinas, resultó victoriosa la producción uruguaya El baño del Papa. Fue significativo que tras el anuncio de los premios oficiales no se escuchara, en la sala de prensa del Kursaal, más que el tímido silbido de algún disconforme aislado: frente a otras ocasiones en las que reinaron abucheos y taconeos, este año imperó la conformidad general. El Palmarés oficial muestra un predominio del cine independiente estadounidense, corrección política y una política de buenas relaciones con el país anfitrión, manifestados en la consagración de las indies A Thousand Years of Good Prayers (ganadora de dos premios) y Honeydripper, secundadas por la británica Battle for Haditha, la iraní Buda explotó por verguënza y la española Siete mesas de billar francés. Que, considerando que una de las conchas fue compartida, puede considerarse que ganó una y media.
Presidido por el novelista Paul Auster e incluyendo entre sus miembros a Susú Pecoraro –que en alguna charla informal confesó que no necesariamente estaba de acuerdo con todas las decisiones tomadas por ese colectivo–, el Jurado Oficial mostró preferencia por películas “para todo público” (las dos indies estadounidenses y la española) y las que abordaron lo que suele llamarse “temas de candente actualidad”. Es el caso de Battle for Haditha (que reconstruye una masacre cometida por fuerzas norteamericanas en Irak) y Buda explotó por vergüenza, alegoría sobre el talibanismo, el fundamentalismo y la discriminación a las mujeres. Ninguna de ellas está mal, y de hecho A Thousand Years... recibió otros dos premios, otorgados por jurados paralelos. Pero es una lástima que la que según todos los críticos presentes fue la mejor película presentada aquí (Eastern Promises, de David Cronenberg) se haya ido con las manos completamente vacías. Mientras que la más rara y audaz de la competencia oficial, la hongkonesa Exodus, favorita de Página/12, debió conformarse con una Concha a la Mejor Fotografía. Pero ya se sabe que los jurados están para juzgar y los críticos para criticar. Así que a poner violín en bolsa y hasta el año próximo.
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