CINE › “EL CIELO GIRA”, NOTABLE DOCUMENTAL DE LA DIRECTORA ESPAÑOLA MERCEDES ALVAREZ
En su primer largometraje y bajo la tutela de maestros como Víctor Erice y José Luis Guerín, Alvarez regresó a su pueblo natal en la meseta castellana, se instaló durante meses con su cámara entre los últimos catorce habitantes y dio a luz un film concebido como una elegía sobre un paisaje que muere y que no quiere ser olvidado.
› Por Luciano Monteagudo
“Yo tenía tres años el día en que mi familia se marchó de Aldeaseñor, a finales de los ’60. Aunque yo y mis hermanos mayores nacimos allí –y mis padres, y los padres de mis padres– y aunque hoy puedo contar sin mezcla de olvido la vida de antepasados a los que nunca llegué a conocer, ese día de finales de los sesenta, en el fondo tan cercano, no puedo recordarlo; es como si no perteneciera a mi memoria.” Para recuperar su origen, para ir en busca del tiempo perdido, Mercedes Alvarez –en su primer largometraje– regresó a ese pueblo de los páramos altos de Soria, en la meseta castellana, se instaló durante meses con su cámara entre los últimos catorce habitantes (todos ancianos) y dio a luz un film que está concebido no como un documental etnográfico sino más bien como una elegía, como un canto lírico sobre un paisaje que muere y que no quiere ser olvidado.
Las indicaciones de una vecina, que muestra las huellas de un dinosaurio fosilizadas por el tiempo –como el pueblo todo– en un piso de roca, muestran el camino que seguirá la directora, un recorrido de siglos y por el que pasaron también romanos, árabes y cristianos. La espesa niebla que se disipa con el primer sol de la mañana, los sonidos inaugurales del amanecer, el paso de unas nubes que parecen esculpir el cielo le sirven a su vez a Alvarez para sentar el tono y el tempo del relato. El suyo será un film sereno, parco, silencioso, surcado apenas por unas pocas palabras en off de la directora, que en 1966 fue la última en haber nacido en Aldeaseñor.
El paso del tiempo, el transcurrir de las estaciones, con sus diferentes matices y colores, se convertirá entonces en la columna vertebral del relato. Dos viejos amigos conversan mientras arreglan el cementerio local y discurren –no sin humor y sabiduría– sobre la suerte cercana, inevitable que los acecha. En la plaza, bajo la sombra escasa de un árbol –hace mucho que el olmo centenario se secó– otros vecinos se preocupan por ausencias ya irreparables (“No va a venir ni el panadero”), mientras un pastor demuestra, apenas con su tarea diaria, que en el pueblo son más las ovejas que los hombres y mujeres.
Paralelamente, Alvarez va tomando apuntes, casi fotos fijas, como ese plano inmóvil de una colina coronada por una encina, que debió haber sido –aunque ella no lo recuerde– la primera imagen de su vida y que, en todo caso, fue el paisaje que la vio nacer. Es un plano, como tantos otros en la película, que parecen preñados por el cine de Abbas Kiarostami, una influencia determinante en El cielo gira. Otras, menos evidentes (hasta que se hacen explícitas en los agradecimientos del rodante final de títulos) son las de Víctor Erice (que filmó El espíritu de la colmena no lejos de Soria), y José Luis Guerín, con quien Alvarez colaboró como editora del espléndido documental En construcción (2001).
De Guerín, Alvarez parece haber tomado esa mirada que le permite asociar dos tiempos distintos que se superponen, un pasado que resiste al embate de los siglos y un futuro aséptico, representados en la película por unos dólmenes que contrastan con unos modernísimos molinos de viento, como nunca los hubiera imaginado Don Quijote. Pero El cielo gira –premio a la mejor película en el Bafici 2005– no mira sólo hacia la experiencia interior, a la relación del yo consigo mismo, como sugiere la presencia del pintor Pello Azketa, quien casi ciego se empeña en registrar sobre una tela sus impresiones del paisaje castellano. El film de Alvarez también se vuelca al exterior. La narración del asedio de Numancia deja paso a los prolegómenos de la guerra de Irak, que los vecinos de Aldeaseñor siguen por radio. La política local, por otra parte, muestra su cara más indiferente: unos jóvenes militantes del PSOE primero y del PP después pasan raudos por las calles del pueblo con sus altavoces, pegan un par de afiches y se retiran sin molestarse siquiera a compartir unas palabras con los aldeanos. En cambio, los árabes que alguna vez poblaron aquellas tierras han regresado ahora como inmigrantes. Hay una continuidad en el ciclo de la vida que El cielo gira tiende a hacer evidente, circular.
8-EL CIELO GIRA
España, 2004.
Dirección: Mercedes Alvarez.
Guión: Mercedes Alvarez y Arturo Redín.
Fotografía: Alberto Rodríguez.
Producción: José María Lara.
Estreno en DVD en pantalla ampliada en el Arteplex Belgrano, Arteplex Centro y Cineduplex Caballito.
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