CINE › JOEL Y ETHAN COEN ANALIZAN SU VERSION DE LA NOVELA DE CORMAC MCCARTHY
Ganadora de cuatro premios Oscar, Sin lugar para los débiles –que se estrena en Buenos Aires el jueves próximo– es la primera novela que llevan al cine los Coen, habituados a escribir guiones originales.
› Por Jeff Goldsmith
Gran triunfadora de los Oscar en la ceremonia del domingo pasado, Sin lugar para los débiles representa la primera vez que los hermanos Coen, tantas veces celebrados por sus guiones originales (habían ganado una estatuilla por el de Fargo) adaptan un texto ajeno. En este caso, la novela homónima del aplaudido Cormac McCarthy (ver además el suplemento Radar). Es verdad que ¿Dónde estás, hermano?, estrenada en 2000, estaba basada en La Odisea. Pero tan vagamente, que sólo haciendo un esfuerzo se la podía considerar una adaptación literaria “en regla”. Podría argüirse que la remake de El quinteto de la muerte, su película inmediatamente anterior (2004), suponía la adaptación de un texto ajeno, el guión de la comedia original dirigida por Alexander Mackendrick en 1955. Pero en tal caso se trataba de un guión, no de una novela.
También es cierto que ya antes de Sin lugar para los débiles, Joel y Ethan habían trabajado sobre textos ajenos, con la intención de llevarlos al cine. Pero por distintos motivos, esos guiones –Cuba libre, sobre la novela homónima de Elmore Leonard, y To the White Sea, de James Dickey– jamás llegaron a filmarse. Todo ello autoriza a considerar Sin lugar para los débiles legítimamente como una primera vez.
La multipremiada película de los Coen es una versión asombrosamente respetuosa de No Country for Old Men, penúltima novela de McCarthy, publicada en 2005, antes de su celebrada La carretera. Ubicada cerca de la frontera con México a comienzos de los años ’80, la trama es precipitada por un negocio de drogas que sale mal, dejando kilos de heroína sin dueño en el baúl de una camioneta y miles de dólares en una maleta. El cazador, llamado Moss (Josh Brolin), da de pura casualidad con los autos, los cadáveres, la droga y la plata, abandonados al sol.
El juego de las diferencias
“En esta historia tenés un héroe, un villano y entre ellos un tercer personaje, el de Moss”, dice Joel Coen, que junto con su hermano Ethan acaba de ganar los Oscar correspondientes a Mejor Película, Director y Guión Original (además del de Mejor Secundario para el psycho-killer que compone Javier Bardem). “La historia trata también sobre la perspectiva del sheriff veterano acerca del tiempo que pasa, la vejez y el modo en que las cosas cambian. Creo que es por eso que la novela transcurre en 1980, y no en la actualidad.” Agrega Ethan: “Sin lugar para los débiles tiene lugar en el momento en que el tráfico de drogas a través de la frontera se ponía cada vez más brutal. Lo cual justifica que el personaje del sheriff reflexione amargamente sobre ello”.
En términos narrativos, los Coen son reconocidos como dueños de una gran inventiva. Sin embargo, en esta ocasión se han mostrado reverentes hacia la obra de Cormac McCarthy, cuya reciente La carretera se halla en rodaje actualmente. “Honestamente, el proceso de adaptación consistió más que nada en eliminar cosas”, reconoce Joel, “por la simple razón de que no podés meter la novela entera en dos horas de película. Esta vez dejamos que fuera Cormac el que inventara”. Los diálogos fueron copiados prácticamente palabra por palabra del texto original, algo que resulta notorio en la gran escena en la que Chigurh desafía al propietario de una estación de servicio a que apueste a cara o ceca, por algo que el psychokiller no dice pero el espectador sospecha: su propia vida.
“La única diferencia es que en la película la escena es un poco más corta, si mal no recuerdo”, aventura Joel y confirma Ethan. Cortar es importante, cuando se está frente a un diálogo tan largo como el de esa escena. Los Coen fueron vivos al reducirla, dejando al público con ganas de más. En la novela, una vez que el hombre gana la apuesta, Chigurh se lanza en un largo monólogo. Leyéndolo resulta interesante, pero en la pantalla pudo haber sido excesivo.
Qué queda, qué cambia
Otro elemento que los Coen mantuvieron tal como estaba fueron los cambios de puntos de vista, asumiendo alternativamente el de cada uno de los tres personajes principales. “Fue eso lo que más nos había interesado de la novela”, dice Joel. “Hicimos un esfuerzo por preservarlo. Tal vez no haya quedado exactamente igual, pero la manera en que primero se sigue a un personaje, después a otro y a otro, funciona básicamente igual.”
Otra cosa que le gusta a Joel es la manera en que el relato cambia de rumbo sin previo aviso. “Sobre todo en relación con uno de los personajes centrales, que de repente desaparece. Eso obliga al espectador a preguntarse quién es el protagonista de la película y hacia dónde irá la historia de allí en más, que son cosas que nos habían interesado mucho cuando leímos la novela.” Puede llamar la atención que ciertos hechos cruciales de Sin lugar para los débiles ocurra fuera de campo, mientras otros son narrados con lujo de detalles. “Eso también estaba así en la novela”, admite Ethan. “Es algo que genera sorpresa, por lo inusual. Como también es inusual que quien comete un asesinato clave no sea el villano, sino una bandita de tipos totalmente circunstanciales.”
¿Y cómo resolvieron los hermanos el hecho de que buena parte de la novela estuviera narrada por el sheriff, en forma de monólogo interior? “Dejamos algunos soliloquios, como el del principio, el del final y algún otro, ubicado más o menos hacia la mitad de la película”, comenta Ethan. “Pero otros los convertimos en diálogos, como la escena en la que el sheriff se encuentra con un colega veterano y entre los dos se lamentan de lo mal que está todo en el mundo. En la novela, ése es un largo soliloquio del sheriff Bell.”
Dos duermen juntos
Hablando de hábitos de escritura, los Coen comentan que les gusta trabajar juntos y en el mismo cuarto. “Nos sentamos y charlamos cada escena, dándole vueltas para atrás y para adelante”, cuenta Ethan. “Es como si la escribiéramos juntos, en voz alta. No nos gusta escribir cada uno por su lado, después intercambiar textos y que cada uno diga qué le parece el texto del otro.” Y Joel apunta: “Ethan explicó alguna vez la manera en que nos repartimos el trabajo: uno de nosotros tipia, mientras el otro sostiene el libro abierto. Esa es la razón por la cual se requieren dos para hacerlo; si no, habría que tipiar con una sola mano...” Ethan interrumpe: “Esa es también la razón por la cual preferimos trabajar con libros encuadernados; las ediciones en rústica no se pueden abrir bien”.
“Hay un aspecto de la escritura de guiones que no suele reconocerse”, vuelve al ataque Joel, “y es que cuando escribís un guión, lo que hacés la mayor parte del tiempo es dormir la siesta”. Cuenta: “Durante años íbamos a nuestra oficina todos los días, a partir de las 9 o 10 de la mañana, y mi esposa (la actriz Frances McDormand, que también ganó un Oscar por su personaje de investigadora policial en Fargo) nos acusaba de que nos la pasábamos durmiendo. Nosotros lo negábamos, por supuesto, hasta que hace dos años empezamos a reconocer que sí, es verdad, lo que hacemos casi todo el día es dormir la siesta”. En cuanto a los momentos de vigilia, los Coen explican que no tienen ninguna técnica especial para escribir sus celebrados diálogos. “Nunca los grabamos”, dice Joel. “Repetimos mucho el diálogo de cada escena, eso sí”, admite Ethan.
¿Y en qué medida investigan temas, personajes y ambientes de sus películas? “En ninguna medida. No hacemos ningún trabajo de investigación”, salta Joel. “Escribimos a partir de la más completa ignorancia, básicamente inventamos todo. Durante la producción de la película, la gente del departamento de arte y vestuario y el diseñador de producción hacen su investigación previa. Pero nosotros no. Somos de la escuela del Invéntelo usted mismo.”
Bloqueos y gallinas
Joel y Ethan no tienen el menor problema en admitir que a la hora de escribir sufren tantos bloqueos como cualquiera. ¿Algún consejo para esas situaciones tan temidas? “Tomate un par de aspirinas y andá a la cama”, receta Joel. “Mientras escribíamos De paseo a la muerte llegó un punto en que estábamos hartos de lidiar con la trama. Hicimos un alto y terminamos escribiendo Barton Fink”, se franquea Ethan. “La escribimos muy rápido, en unas tres semanas. Así es como resolvemos los atoramientos: lo dejamos a un lado y pasamos a otra cosa.”
Otro bloqueo notorio fue cuando estaban escribiendo el guión de Fargo, por el que terminarían recibiendo un Oscar. “Escribimos todo de un tirón, hasta que llegamos a un punto a partir del cual no sabíamos cómo avanzar”, recuerda Joel. “Cada tanto volvíamos allí donde habíamos dejado, y seguíamos sin poder resolverlo. Así que hicimos el guión a un lado durante un tiempo largo, y cuando volvimos a ese punto, de inmediato tuvimos la solución.”
¿Y qué hay del próximo proyecto? ¿Será un guión propio o volverán a adaptar un texto ajeno? “Además de dos comedias negras que están en producción, tenemos escrito un western”, dice Joel. “Un western muy violento. Hay despellejamientos de cuero cabelludo, ahorcamientos... está bueno. Los indios torturan a la gente con hormigas, les cortan los párpados.” Ethan: “Es un verdadero western, transcurre en 1870. Hay una escena que nadie va a olvidar, por culpa de una gallina”. Ethan se niega a dar más detalles, pero teniendo en cuenta lo que a los hermanos les tira la violencia en sus películas, puede deducirse que si esa escena quedará grabada algún día, no será porque la gallina se ponga a cacarear o poner huevos, nada más.
Traducción y adaptación:
Horacio Bernades.
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