CINE › “10.000 A.C.” Y UNA FALLIDA PREHISTORIA SEGúN ROLAND EMMERICH
› Por Horacio Bernades
Nada de tipos greñudos arrastrando a sus hembras de las mechas: el hombre prehistórico era todo un caballero, capaz de recorrer cientos y cientos de kilómetros a pie, enfrentando a toda clase de bestias gigantes e inclemencias climáticas, con tal de ir al rescate de su dama. Sí, su dama. No la mechuda esa que muestra la iconografía tradicional, antecesora directa de la Eulogia de Inodoro Pereyra. No, esta chica –candidata a heredar a Jennifer Connelly– tiene esos ojos celestes que sólo las estrellas de Hollywood tienen. Y modales de princesa. Como buena princesa, ha sido secuestrada por una tribu de indeseables. Tribu a la que lidera, como es lógico, un actor de rasgos tan árabes como su nombre, Affif Ben Badra.
Que el alemán Roland Emmerich nunca se caracterizó por su delicadeza no hacen más que atestiguarlo Stargate, Día de la Independencia, Godzilla y El patriota (dejando afuera El día después de mañana, sin duda su película más decente). Pero 10.000 A.C. supera todo lo conocido. No se trata sólo de falta de rigor (pre)histórico, geográfico y antropológico, todo lo cual adquiere de todos modos tal magnitud que no hace más que sumar confusión al relato. El problema de 10.000 A.C. es, justamente, que sí se parece a ciertas clases, por lo aburridas y desmotivadoras que muchas de ellas suelen ser. Como todos los films de Emmerich, 10.000 A.C. está pensada en términos de gran espectáculo. El abundante y muy digitalizado despliegue de paisajes y bestias incluye una estampida de mamuts, el combate a muerte contra uno de ellos, un par de encuentros con un enorme tigre dientes de sable y la aparición de algún indocumentado e hiperdesarrollado plumífero. Pero los paisajes son caóticos. Se pasa, sin solución de continuidad, de montañas nevadas a una selva tropical, de allí a la pradera y enseguida al desierto, para terminar de nuevo en las montañas nevadas. El desfile zoológico, por su parte, es más propio de un parque temático que de un espectáculo dramático. Por el lado de los humanos, la cosa tiende a empeorar. No hay aquí personajes sino figuras de cartón que cumplen funciones. Sabemos que D’Leh es el héroe sólo por el tiempo que la cámara pierde en él; Evolet, la heroína, por lo linda que es, y el guerrero que la secuestra, el malo, porque la secuestra y por esa pinta de árabe que tiene.
4-10.000 A.C.
(10.000 BC, EE.UU., 2008)
Dirección: Roland Emmerich.
Guión: R. Emmerich y Harald Kloser.
Intérpretes: Steven Strait, Camilla Belle, Cliff Curtis, Joel Virgel y Affif Ben Badra.
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