Mar 19.08.2008
espectaculos

PLASTICA › ANTONIA GUZMáN EN LA GALERíA PALATINA

Una poética de geometría y color

› Por Fabián Lebenglik

Antonia Guzmán (Buenos Aires, 1954) presenta en estos días, y hasta el 1º de septiembre, treinta cuadros de mediano y pequeño formato (acrílicos y técnicas mixtas sobre tela; acuarelas sobre papel) en la galería Palatina.

Se trata de una muestra muy delicada y armónica, en donde el color y la geometría funcionan como partes de un todo al que exceden. El color está tratado con una enorme sensibilidad en zonas de contraste y fusión cromática, del mismo modo que la geometría, trabajada como un lenguaje muy elaborado. Son pinturas abstractas y subjetivas, que evocan, citan y homenajean a la historia del arte tanto europea como latinoamericana y luego avanzan hacia una manera propia, que caracteriza a la artista desde hace varios años. Toda pintura tiene alguna huella de su genealogía: por eso aquí están sutilmente presentes tanto las vanguardias geométricas de ambos lados del Atlántico, como la tradición indígena latinoamericana.

La exposición, bajo el título “Micro y macromundos”, borra toda escala entre lo infinitamente pequeño y lo enormemente grande. Universos en contracción y expansión, mundos incluidos, relaciones entre partes y totalidades, aquí se pasa de lo general a lo particular, de lo social a lo individual, de lo colectivo a lo subjetivo, en permanente interacción. Guzmán establece un alfabeto de formas simples y coloración muy refinada. En ese alfabeto hay constantes, variaciones, repeticiones, combinaciones y continuidades, que a partir de definiciones casi puramente técnicas y formales (indicadas en títulos como “Esquema partido”, “Cuatro direcciones”, “Muchos tres”, “Uno solo”, “Otro al borde”, “Espacio señalado”, etc.) se internan con humor y nostalgia –dos sensaciones íntimamente ligadas en estas pinturas–, en estados de ánimo, descripciones parciales del mundo y visiones más totalizadoras (“Vida aislada”, “Concreto mundo”, “Intimidad”, “Dos solitarios”, “Mundo bizarro”...) El conjunto remite a una poética, a modos de ver el arte y el mundo. El espectador, luego de ver varias obras, entra en la poética de la artista a partir de descifrar algunas de las claves “alfabéticas” propuestas en cada cuadro. Así, ciertas formas se vuelven protagónicas, adquieren personalidad propia, dado que generan funcionamientos internos dentro del cuadro. Casi como si esas “funciones” personificaran situaciones y relatos puntuales.

(En Palatina, Arroyo 821, hasta el 1º de septiembre.)

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