PLASTICA › UNA DOBLE EXPOSICIóN EN MADRID SOBRE LAS VANGUARDIAS Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Una doble exposición sobre la guerra como tema y como contexto presenta 222 obras de 68 artistas: Klee, Kandinsky, Kirchner, Marc, Schiele, Brancusi, Chagall, Boccioni, Derain, Léger, Severini, Grosz y Macke, entre muchos otros.
› Por Fabián Lebenglik
Desde Madrid
En estos días se inauguró simultáneamente en el Museo Thyssen-Bornemisza y en la Caja Madrid, de esta ciudad, la extraordinaria exposición ¡1914! La vanguardia y la gran guerra, que continúa hasta el 11 de enero de 2009.
Se trata de una muestra que tomó cuatro años de organización, curada por Javier Arnaldo, en la que se reúnen 222 obras de 68 artistas, realizadas entre 1913 y 1918. Para esta doble exposición se consiguieron piezas de ochenta instituciones y colecciones de dieciséis países. Puede verse obra de Klee, Kandinsky, Kirchner, Marc, Schiele, Brancusi, Chagall, Nolde, Balla, Goncharova, Boccioni, Léger, Zadkine, Severini, Popova, Grosz, Macke, Sironi, Derain, Lothe, Lehmbruck, Beckmann, Rouault, etc. Muchos trabajos hasta ahora habían sido muy poco exhibidos y algunos se muestran al público por primera vez en esta exposición.
Los espasmos que ahora padece el capitalismo, los saltos de las bolsas y la crisis financiera y económica, que en Europa se vive a través de la creciente desocupación, de la destrucción del empleo, del ajuste en los gastos y de los achicamientos presupuestarios y las restricciones económicas a escala (personal, familiar, empresarial, estatal) que funcionan como un eco inmediato de esta exposición sobre arte, crisis y guerra, que no podría haber sido más inquietante y oportuna.
Quien firma estas líneas no pudo evitar prestar atención a las conversaciones o soliloquios que los visitantes de la muestra se hacían ante cada cuadro, como si las obras de arte inspirados en la guerra fueran a su vez una actualización de planteos belicistas en tiempo presente: “La guerra es necesaria”, “Las guerras son purificadoras”, “Vamos hacia otra guerra”, “Las crisis como ésta terminan a los tiros”... y así, por el estilo, se oían las voces agoreras. Algunos visitantes suman su propia cosecha de diagnósticos o deseos ocultos, sus módicos toques de diana para despertar a la tropa que llevan dentro. Y en este caso la palabra “vanguardia” recupera su sentido militar originario. La triste y supuestamente “necesaria” ideología de la guerra campea como eco de los cañones, metrallas, obuses, bombarderos y trincheras que estallan en los cuadros con estéticas rupturistas.
Guillaume Apollinaire hizo un recuento que se cita en el catálogo: así, el poeta francés era el radar que detectaba las posiciones de los artistas en el frente de batalla: “Derain es motociclista en el norte, Georges Braque estaba recientemente en El Havre como suboficial, Fernand Léger está en el frente en el tren de aprovisionamiento, Albert Gleizes está en el frente desde el comienzo de las hostilidades, Dufy se halla en El Havre, donde espera: ha publicado la bonita postal ‘Los Aliados’, que formará parte de esa imaginería que la guerra ha hecho surgir espontáneamente. R. de La Fresnaye está sin duda aún en Lisieux. Groult ha sido herido en el brazo. El escultor Duchamp-Villon es cabo mayor en Saint-Germain; el pintor y grabador Laboureur está a disposición del ejército inglés como intérprete en el castillo de Nantes. Tobeen, del ejército de reserva, siendo cuerpo de hierro, se ejercita para hacerse cuerpo de acero. El futurista italiano Ugo Giannattasio y el polaco-austríaco Kisling están en los regimientos de infantería extranjeros. Ha corrido el rumor de que Robert D... estaba en San Sebastián, pero no me resuelvo a aceptar la fidelidad de esa afirmación inverosímil. Robert Mortier se recupera lentamente de una enfermedad dolorosa. Le hacen falta infinitos cuidados y mucha calma. Edouard Férat trabaja duramente en un hospital [...]”.
Crujía el mundo y las artes visuales parían el expresionismo, cubismo, futurismo, la primera abstracción, y toda una serie de ismos emergentes que surgieron y se foguearon en el frente. Esta muestra presenta a los grandes artistas en las trincheras, donde muchos de ellos murieron; artistas/soldados, reclutados por obligación o por voluntad propia.
El belicismo de gran parte de estos artistas es muy impactante: pinturas, dibujos, grabados, poemas, esculturas, tallas, toda una serie de exaltaciones bélicas de una belleza conmovedora, un estallido de formas y colores, de ideas y palabras alrededor de la guerra. “Amamos la guerra”, sintetizaba Giovani Papini en un artículo publicado en 1914.
La exposición rescata algunos textos, cartas y declaraciones muy reveladores de los artistas.
Kandisnky: “El arte va hoy por unos caminos en los que nuestros padres no podían ni soñar; uno se encuentra ante nuevas obras como en un sueño, y se oyen los jinetes del apocalipsis en los aires; se siente una tensión artística por toda Europa, en todas partes se saludan nuevos artistas”.
Boccioni: “Parece inminente la partida a la línea de fuego. Si tengo la suerte de encontrarme de frente a los alemanes les pegaré un tiro gritando: ¡éste por Balla!” (Boccioni murió en la guerra).
Grosz: “El Berlín al que retorné era una ciudad fría y gris. Los cafés concerts y las tabernas funcionaban a todo tren, produciendo un contraste sobrecogedor con los oscuros y tenebrosos barrios de viviendas donde escaseaba la calefacción. Los mismos soldados que cantaban, bailaban y se agarraban borrachos a los brazos de las prostitutas aparecían en otro lugar malhumorados, con paquetes colgándoles por todas partes y sucios todavía de la trinchera, atravesando las calles y marchando de una estación a otra”.
Beckmann: “Para mí la guerra es un milagro, si bien un tanto incómodo. Mi arte tiene aquí de donde comer”. “(...) Mis ganas de vivir son en este momento mayores que nunca, aunque haya vivido cosas terribles e incluso haya muerto ya varias veces con ellas. Pero cuanto más a menudo se muere, más intensamente se vive. He dibujado, esto protege de la muerte y el peligro.”
Marc: “Los siglos venideros recordarán con ternura ese sueño feliz, envuelto en verdes centelleos, de un mundo absoluto de formas. Pero la verdadera lucha por la nueva Europa y la nueva forma se libra en otro campo de batalla. No en los sueños”. (Marc murió en la guerra.)
Léger: “A todos esos que se preguntan si soy o seguiré siendo cubista cuando vuelva, puedes decirles que mucho más que nunca. Nada hay más cubista que una guerra como ésta que te divide más o menos limpiamente a un buen hombre en varios trozos y los envía a los cuatro puntos cardinales. Por lo demás todos los que regresen comprenderán mis cuadros enseguida: la división de la forma, me quedo con ella”.
Dix: “Tengo que verlo todo. Todos los abismos de la vida tengo que vivirlos por mí mismo. Por eso voy a la guerra. Y por eso, desde luego, me enrolé como voluntario”.
La exposición se divide en trece capítulos, ocho en el Thyssen y cinco en la Caja: El oscurecimiento del mundo muestra una visión inmediatamente anterior y fatalista, con obras de Marc, Dix y Schiele. La segunda visión presenta una mirada anticipatoria de ciertos acontecimientos, donde el arte adquiere una función reveladora y de liberación. Aquí hay obras de Kupka, Souza, Epstein, Goncharova y Brancusi, entre otros. El tercer capítulo, Ultimos días de la humanidad, profetiza, a través de la obra expresionista de Meidner y Steinhardt, la caída del mundo moderno. También hay obras de Nolde, Boccioni y Feininger. La vanguardia a caballo, con piezas de Kandinsky, Macke, Marc y Severini, entre otros, exhibe la presencia simbólica del caballo y el jinete como analogía y metáfora de la vanguardia y de la guerra.
El quinto capítulo, Canción de guerra, postula el arte como proclama a partir del cubismo: Hartley, Popova, Léger, Gleizes, DuchampVillon. En Vórtice destructor se idealiza la máquina y la mecanización, la ciudad –máquina y la máquina de guerra: Man Ray, Léger, Epstein, Dix, Sironi y otros. Guerra de las formas introduce las composiciones abstractas que evocan libremente el estallido de la guerra: Balla, Filonov y Kandinsky, entre otros. El último capítulo del Thyssen se titula Carga de profundidad, exhibe dibujos y acueralas de Klee, Zadkine y Chagall, que retratan situaciones y escenas de las que fueron testigos. Consecuencias de la guerra sobre la vida.
En las salas de la Caja Madrid hay un gran despliegue de obra: desde la alegoría metafísica y religiosa de la guerra hasta el arte en el frente de combate, pasando por los artistas/combatientes y el cubismo en las trincheras. El panorama aquí va de la exaltación a la denuncia. Una seleccción muy amplia con varias obras por artista, en cinco capítulos: Apocalipsis de nuestro tiempo, Artista y soldado, Cubismo en las trincheras, El estigma de la condenación y Cést la guerre! (frase tomada de los grabados contra la guerra de de Félix Vallotton).
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