Jack Vañarsky, gran artista argentino, que residía en París desde 1962, falleció en esa ciudad el sábado 14 de febrero pasado. Un súbito ataque cardíaco ha hecho por ahora imposible una gran retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta, que había convenido en su última estadía en Buenos Aires, en diciembre del año pasado, y que lo llenaba de ilusión. Su obra, si bien poco conocida en nuestro país, es admirada por todos aquellos que la conocen y muy particularmente en Francia.

Sus esculturas figurativas, pero con movimiento, no sólo llaman la atención por ello y por sus admirables mecanismos sino por su gran sentido metafórico y su ironía.

Este humor, muy suyo, que lo llevó en una ocasión a dar en París una conferencia/performance en la cual terminaba liberándose –luego de una afeitada y de autocortarse el cabello– de su extraordinario parecido con Einstein. Jack Vañarsky, nacido en General Roca en 1936, había sido de los fundadores del grupo Automat (Bienal de París, 1967) y del Espacio Latinoamericano de esa ciudad, realizó la escultura-simbólica –Livre monde– de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 y la escultura fuente monumental Pacha Mama para la ciudad francesa del Vry Sur Sena. En 1995 se le consagró una exposición retrospectiva en la Maison d’Amérique Latine en París.

Luego de iniciarse en la pintura y haber estudiado arquitectura en la UBA, comenzó a trabajar sus esculturas de madera atraído por el movimiento, pero no con un afán imitativo, sino para darles a los objetos una entidad propia.

En la exposición de artistas argentinos residentes en la capital francesa “París-Tigre en colectivo” aún abierta en el Museo de Arte del Tigre, se encuentra una obra admirable suya: un brazo móvil. Tal vez se está despidiendo.

Es de esperar que su proyectada muestra retrospectiva en nuestra ciudad pueda concretarse. Los que lo hemos conocido siempre extrañaremos su caballerosidad, sentido del humor y su creatividad incesante.

* Pintor.