Mar 12.05.2009
espectaculos

PLASTICA › SUSANA PALOMAS, CON EL AUSPICIO DE PáGINA/12

Una muestra contra la “sojización”

› Por Fabián Lebenglik

En el Centro Cultural Caras y Caretas, de Venezuela 70, se presenta hasta fin de mes una exposición de la escultora cordobesa Susana Palomas, con el auspicio de este diario.

–¿Cómo comenzó su interés por el campo?

–El contacto e interés por los temas vinculados con la vida de los campesinos viene desde mi larga estadía en México, país de exilio y de crecimiento en el arte y en la educación popular. Allí aprendí algunos secretos del arte popular de los alebrijes o figuras fantásticas. Fui discípula de Linares en su taller del barrio de La Merced (en el D. F.), en donde siguen sus hijos con la tradición familiar.

–¿Cuál fue su experiencia en Córdoba con la “sojización”?

–Desde que regresé a la Argentina, hace siete años, me impresionó y desconcertó la forma de presión de los “sojeros” o de los grupos financieros ligados al agronegocio. El año pasado, en los cortes de rutas –que padecí en mis viajes de Córdoba a Buenos Aires y viceversa– me angustié mucho; sufro cotidianamente al ver y escuchar los padecimientos de la gente del Barrio Ituzaingó en Córdoba y los tristes relatos de los campesinos despojados de sus tierras o con trabajos precarios, de varias provincias: los oigo y leo en los medios que les dan espacio. Todo esto se convirtió en una fuerte tensión interna que finalmente encontró vía de expresión en esta muestra.

–¿Cómo caracteriza esa expresión y cómo eligió los elementos que integrarían después la exposición?

–Soy psicóloga social de la escuela de Pichon-Rivière y él decía que lo siniestro –núcleo del proceso creador– surge y se expresa en la soledad del artista. Allí salió lo siniestro. Cada una de las esculturas zoomórficas de la muestra tomó algo de lo fantástico del problema: la desertificación, tala y quema de bosques para extender la frontera agraria: el escuerzo –el más siniestro–, que no se sabe desde dónde va a atacar ni el lugar en el que se oculta. De la forma rapaz del capitalismo expresado en la acumulación de capital sin límite sale la voracidad del buitre (lo global) y del carancho (lo local). La fumigación insalubre e impune y las enfermedades directamente relacionadas al glifosato las expresa una plaga que huye del campo –la langosta saltamontes– y así se dispersa, llega a los jardines y rutas de la sierra..., allí destruye y sobrevive, también muere. Es uno de los aspectos sobre cómo el monocultivo va destruyendo la biodiversidad.

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