PLASTICA › LA 29ª BIENAL INTERNACIONAL DE ARTE DE SAN PABLO
Más allá de las polémicas de las que este diario dio cuenta la semana pasada, la nueva edición de la muestra paulista disemina su tema central, “arte y política”, en una serie de itinerarios propuestos en un sólido guión.
› Por Fabián Lebenglik
En relación con el arte y la política, tema de esta Bienal, un aspecto fundamental de la politización del arte es su circulación y difusión. Así, en un país en el que menos del diez por ciento de la población visitó alguna vez un museo, la Bienal ofrece algo que resulta notorio cada día aquí para todos los visitantes: de manera continua se ve a los educadores de camisetas verdes de la Bienal guiando grupos de niños sorprendidos en las innumerables recorridas por las obras. Durante los meses previos a la inauguración, se capacitó a 35.000 educadores que durante los casi tres meses de duración de la Bienal habrán ofrecido 400.000 visitas guiadas. En las varias bienales paulistas que ha visto quien firma estas líneas, la presente es la que mayor importancia le da al aspecto educativo a través de la experiencia más ambiciosa que se conozca en este sentido.
Entre las múltiples maneras de recorrer una Bienal tan enorme y abarcadora, los organizadores proponen seis itinerarios posibles, según afinidades temáticas. Para eso se entrega una guía a cada visitante, y la suma de los seis recorridos da cuenta del total de las obras exhibidas.
Las seis secuencias –cada una de las cuales pasa por los tres niveles del gran edificio– tienen nombres poéticos tomados, por ejemplo de la literatura (hay uno borgeano), que a su vez se corresponden con zonas de descanso, reunión y reflexión –llamadas “terreiros”– especialmente encargadas a artistas. Los seis itinerarios son 1“Dicho, no dicho, entredicho”, 2 “Yo soy la calle”, 3 “Recuerdo y olvido”, 4 “La piel de lo invisible”, 5 “El otro, el mismo” y 6 “Lejos de aquí, aquí mismo”.
El primer recorrido está especialmente dedicado al lenguaje y los discursos, a aquello de lo que se habla, de lo que no se habla o de lo que no se puede hablar. Las obras aquí incluidas muestran que cada sentido (como la mirada o la vista) se educa y se construye. Aquí se incluyen las obras de Gil Vicente y Roberto Jacoby (de quienes nos ocupamos la semana pasada), Mira Schendel, Samuel Beckett y Lygia Pape, entre otros.
En el segundo circuito, el centro de la reflexión es la vida en la ciudad, la experiencia dentro de la maquinaria urbana, los encuentros y desencuentros, construcciones y rupturas, así como la relación entre lo social y lo individual. Aquí se incluyen, entre muchas otras, las obras de los argentinos Alberto Greco y Eduardo Navarro, del brasileño Artur Barrio, del colectivo chileno CADA (Colectivo Acciones de Arte) y del videoartistas británico Steve McQueen. De este último, por ejemplo, se presenta un video en alta definición (Static, 2009) que consiste en un sobrevuelo alrededor de la neoyorquina Estatua de la Libertad, comenzando por un lateral y girando de izquierda a derecha. Un fuerte ruido de motor de helicóptero suena mientras la cámara va girando en torno de la cabeza de la Estatua. Cuando la cámara está por llegar a la cara de la figura, el sonido del motor se detiene; sobreviene el silencio y luego comienza a verse la cara, completamente dañada por la contaminación y la mugre. Así, el modo en que está registrado fílmicamente el giro alrededor del monumento libertario adquiere una tensión impresionante que es coronada por la imagen más siniestra posible: el rostro del monumento que en su estado actual (actual de 2009, cuando fue filmado el corto, antes de la limpieza y restauración que se encara en estos días) luce fantasmagórico, deteriorado, completamente sombrío, y cuyo mensaje, más que simbolizar la libertad, ofrece un aspecto definitivamente funesto.
El tercer itinerario trata sobre la memoria individual y colectiva, la historia como interpretación de los hechos, las narrativas oficiales en contraste con las visiones alternativas, etcétera. Aquí se incluyen las obras de Ai Weiwei, Alessandra Sanguinetti, Ana Gallardo, Daniel Senise, Douglas Gordon, Ernesto Neto, James Coleman, Fiona Tan y Raqs Media Colective, entre otros. Este último grupo dispone en una gran sala una formación de relojes enormes que representan no tanto los husos horarios de distintas ciudades del mundo, sino más bien una cronometría de estados de ánimo. En lugar de números arábigos o romanos, cada reloj tiene palabras y las agujas que señalan las horas y los minutos aquí señalan actitudes:
Pánico, temor, éxtasis, nostalgia, fatiga, culpa, ansiedad... etc.
En el cuarto recorrido, la noción de visibilidad está atada al contexto, la cultura, la sociedad, la historia. Es un circuito en el que las obras sugieren que algunas cosas están dadas y otras se ocultan. Y se llega a la paradoja de que la excesiva visibilidad puede anular la visión, mientras que la ausencia de imagen puede hacer que algo se vuelva visible. Aquí hay obra de Alfredo Jaar, Joseph Kosuth, Nancy Spero, Tatiana Trouvé y Rosángela Rennó, entre muchos otros. La brasileña Rennó exhibe una suerte de pequeño museo de la óptica y la fotografía, montado al modo del siglo XIX, casi como si fuera un laboratorio, donde tanto hay repertorios de imágenes como cámaras y elementos de óptica. Así, aquello cuya función es ser un medio para ver y registrar lo real, aquí se transforma en objeto de estudio y pasa de ser un medio a ser un fin. Pareciera una muestra programática sobre la célebre afirmación de McLuhan, de que el medio es el mensaje.
El quinto conjunto es una reflexión sobre las identidades y sobre cómo el individuo se constituye en tanto ser social y se define en relación con los otros. Las obras reunidas en este circuito también tratan sobre la creación de comunidades y sobre la reinvención del cuerpo. Aquí puede verse obra de Anna María Maiolino, Cildo Meireles, Hélio Oiticica, Oscar Bony, Nan Goldin y Miguel Rio Branco, entre otros.
De Oiticica puede verse una instalación de camas que luce como dulce refugio, como espacio contenedor y reflexivo, así como conjunto ofrecido para la meditación.
El último itinerario está dedicado a las utopías y distopías, a las obras que se proponen como ideales de futuro, como pura hipótesis social y política, que buscan lo otro de este mundo. Un recorrido de futuros posibles en donde se pueden ver obras de Antonio Dias, Carlos Garaicoa, Francis Alÿs, Jacobo Borges, Jean-Luc Godard, Marta Minujin, Milton Machado, Nelson Leirner y Qiu Anxiong, entre otros. El cubano Garaicoa presenta “Las joyas de la corona”, que consiste en miniaturas de edificios y construcciones célebres por las iniquidades que allí se produjeron y producen: los cuarteles centrales de la KGB y de la Stassi; el Pentágono, el Estadio Nacional de Santiago de Chile, etc... todos sitios públicos, generalmente estatales, aquí jibarizados y embellecidos por un diseño perfecto y a escala, que los presenta como joyas inaccesibles y, al mismo tiempo, como construcciones cuya historia y/o función los colocan en un lugar ominoso y antiutópico.
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