PLASTICA › LA MUESTRA DE SERGIO BAZáN EN EL CENTRO CULTURAL BORGES
El pintor presenta una muestra donde la imagen de la calavera toma sentidos pictóricos, personales y políticos.
› Por Fabián Lebenglik
En su nueva exposición, Los muertitos, Sergio Bazán (Buenos Aires, 1962) utiliza la imagen de una calavera vista desde distintas perspectivas para proponer una serie de pinturas en las que la repetición de esa imagen reconocible genera más de un recorrido: uno donde la cuestión temática, el reconocimiento de una forma que se diluye por reiterada y obsesiva, pasa a un segundo plano para dar lugar a las cuestiones materiales que podrían entonces ser el tema central de la muestra: la pintura en sus aspectos lingüísticos y puramente visuales. Ejercicios proteicos, experiencias gestuales, chorreaduras, escalas; obras donde los materiales aparecen muy cargados; otras donde todo es un puro juego de superficies, contrastes y formas. Otras obras que lucen como graffiti y allí las calaveras solo serían excusas sobre las cuales pintar. Obras en que el color y el tratamiento pictórico se vuelve central. Alguna más lúdica. En este punto, la muestra ofrece distintas aproximaciones, tratamientos y formas de pintar, complementarias o superpuestas: pinturas en que todo parece resultar de la pura acción del pintor.
En la breve serie de cinco obras de pequeño formato aparece la palabra escrita y la relación más material y directa entre el lenguaje visual y la escritura. En ese cruce, el foco parecería estar puesto en recortar alguna clase de coincidencia entre ambos sistemas.
Algunos detalles de la trayectoria de Sergio Bazán: participó de la Beca Kuitca/Fundación Antorchas entre 1991 y 1993 y recibió un subsidio a la creación artística de Antorchas en 1998. Para citar unas pocas de sus varias muestras individuales, en el año 2000 presentó una individual de pinturas en la Sicardi Gallery de Houston, Texas, y en la Galería Diana Lowenstein de Buenos Aires. En 2003 presentó la exposición “Acciones colaterales I y II”. En 2004 expuso Tiempo y diferencia en la Galería Diana Lowenstein de Miami. En 2006 expuso en el Centro Cultural Borges la muestra Barcos en el garaje. Más recientemente presentó la exposición Piano en la galería Zavaleta Lab, en 2008.
Entre sus muestras colectivas y grupales recientes pueden citarse “ArteBo”, Galería Zavaleta Lab, Bogotá, en 2007, y en la galería Diana Lowenstein de Miami, en 2008.
Una segunda recorrida por su muestra nos devuelve aquello que es obvio entre imagen y título: la repetición de la calavera como motivo único comienza a proponer varios sentidos que se combinan con el diminutivo del título y la muestra se vuelve más política y más subjetiva al mismo tiempo. La idea de la muerte, como tema mayor, constante, de toda cultura y toda persona. Los muertitos que por distintos motivos aquí se evocan fueron entrañables y quedaron en el camino; también los temas dolorosos de afrontar –como un peso muerto que se carga– pero que el tiempo y la perspectiva van, tal vez, atenuando. En algunas de las obras los orificios de la calavera, debido al corte y al punto de vista inferior –menos usual que la visión frontal– lucen como disparos y allí entonces podría pensarse en la muerte violenta, quizá también en la muerte (o los muertos de la) política. Son todas hipótesis que aparecen en cierto modo reforzadas por el “segundo capítulo” de la exposición: las obras digitales. Se trata de ecografías en donde, por una parte, el patrón visual se repite con variaciones en las que la “pieza” médica pasa a ser también una pieza visual, y por la otra se asocia lo biológico y lo orgánico a distintos procesos más allá o más acá de lo patológico o exploratorio. Es un largo conjunto que contrasta fuertemente con el capítulo pictórico de la exposición, por su tono conceptual, en que la imagen apropiada se combina con palabras y frases que politizan el sentido de las placas ecográficas.
Entre la matriz pictórica y las obras digitales se genera un extraño diálogo que abre el espectro y multiplica los sentidos de la muestra. La ruptura visual en cuanto al contraste de soportes remite al mismo tiempo a series anteriores del artista, con lo cual hay aquí lo que resulta una ruptura en un sentido pero se sostiene como continuidad en otro.
Entre la pura materialidad de la pintura y el conceptualismo del capítulo digital de la muestra, se generan sentidos múltiples de temas que tanto apuntan a la realización del trabajo y las cuestiones del lenguaje del arte como a la reflexión en clave artística acerca de la muerte, la biología y la politización de la muestra.
Sergio Bazán ejerce además una amplia labor docente desde hace veinte años. Sus alumnos y becarios se han destacado a nivel nacional y en el extranjero. (La exposición Los muertitos se exhibe en el Centro Cultural Borges, Viamonte esquina San Martín, hasta el 4 de septiembre.)
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