PLASTICA
Mañana, a las 19, en la galería Ruth Benzacar se inaugura la exposición Aizenberg, sin edad, sin tiempo, sin espacio. Siguiendo el rigor de su vasta obra esta muestra privilegia dibujos y collages elegidos y ordenados, que invitan a revelar la enorme profundidad del misterio. En una entrevista realizada por Inés Katzenstein, Roberto Aizenberg (1928-1996) explica que pinta y crea obras como lo hace la naturaleza, sin ideología, sin preconceptos: “Hay que pintar con la naturalidad de la respiración, como fluye la sangre”. Así aparecen las figuras como un himno a la vida, a la vida soñada. Unas tomándoles la mano a niños para contemplar paisajes monumentales, alegorías del significado, la importancia del padre enseñándole el mundo a su hijo. Otras sin rostro, sin identidad, en espacios vacíos, como una invitación a identificarnos, provocación de pensar qué es lo que sabemos de nosotros mismos o cuál es nuestro lugar en el mundo. Personajes extravagantes, rodeados de objetos extraños, creando la sensación de estar en un lugar inexpugnable, en un encuentro íntimo con su esencia. Ventanas vacías y solitarias, anunciando la angustia de la nada, con ansia de infinito, condicionan un estado de espíritu en la búsqueda de trascendencia. En los títulos de sus obras propone la intención de su trabajo, sintetizando, utilizando un “mínimo de información”, depurando en ideas trascendentales como el amor, el alma, los deseos, el inconsciente, el azar. La galería queda en Florida 1000 y la muestra sigue hasta el 25 de abril.
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