PLASTICA › ANTOLOGíA/SITIO ESPECíFICO DE GRACIELA SACCO
La artista rosarina presenta un impactante conjunto de obras de los últimos veinte años, en el Centro de Arte Contemporáneo de la Universidad de Tres de Febrero, que funciona en el viejo Hotel de Inmigrantes de Retiro.
› Por Fabián Lebenglik
La artista rosarina Graciela Sacco (1956) está presentando en el Centro de Arte Contemporáneo del Museo de la Universidad de Tres de Febrero una exposición antológica/sitio específico, curada por Diana Wechsler, en la que recrea (y crea nuevas) instalaciones que van desde comienzos de los años noventa hasta el presente.
La muestra, titulada Nada está donde se cree, se despliega en el viejo Hotel de Inmigrantes, un edificio con una historia tan potente que resignifica y afirma o renueva el sentido de la obra de una artista que viene hace décadas trabajando sobre la politización de la vida urbana, la lucha por la supervivencia, las migraciones forzosas, las tensiones y reivindicaciones sociales, el movimiento en la ciudades; así como las protestas, históricas y presentes.
El viejo Hotel de Inmigrantes aporta la propia y fortísima impronta que contiene en su historia y (antigua) función. De modo que varios de los temas y núcleos conceptuales que transita la obra de Graciela Sacco también están contenidos como ecos entre estos muros: el viaje, la búsqueda de una vida mejor, los deseos proyectados sobre un nuevo país, la espera, la burocracia, la socialización de los conflictos individuales, y así siguiendo. Como si aún resonaran los relatos e historias de vida que pasaron por este lugar, aunque en clave fantasmagórica, entre las luces, penumbras y sombras que genera el recorrido por la secuencia de instalaciones que montó la artista. Así emergen en las obras de Sacco, pero también en el pasado del viejo Hotel: los tiempos de espera, las corridas, la localización de equipajes, la confección de documentos, la mezcla de culturas, la búsqueda de trabajo; cada cosa superpuesta a la memoria dolorosa de lo que se deja atrás. Momentos de cambio y excepcionalidad, momentos de tiempos suspendidos, combinaciones de vidas particulares inmersas en fenómenos sociales.
Como un leitmotiv de situaciones en tensión, la serie de instalaciones de Sacco, originadas en un tiempo y en un lugar (por ejemplo, en Rosario en los años noventa y 2000), toman nuevos espacios, nuevas formas y sentidos que se retroalimentan, contenidas en estas paredes.
El contexto actual, aunque en otras condiciones, ofrece un panorama que en cierto modo recuerda a aquel otro, histórico. En los edificios linderos, de Migraciones, centenares de inmigrantes –que ya no vienen de los barcos sino de países vecinos– cada día recorren estos lugares, jardines, pasillos y ventanillas, en busca de permisos de residencia.
La enorme exposición ofrece múltiples espacios que convocan la mirada creativa del visitante, generan una productiva incertidumbre respecto del espacio, luces y sonidos, y presenta un cuidado montaje, lo que permite acercarse de la mejor manera a la propuesta de la artista.
“Esta exposición –escribe la curadora– emerge de la operación de selección de obras y, a su vez, del rediseño de unas y de la emergencia de otras que asaltan al público por primera vez. La experiencia ante las obras y el tránsito por los espacios en los que están emplazadas es singular, subjetiva, se ubica en el tiempo ahora de cada espectador. Por eso, más allá de la reunión de trabajos de distintos períodos, la muestra se sitúa en un presente continuo actualizando sus sentidos e interpelando diferencialmente a cada visitante. Aquí reside la medida de nuestro deseo, en la posibilidad de contribuir con este proyecto en la construcción de un espacio de pensamiento, algo que aspiramos a disparar en la muestra. Sabemos que cada imagen lleva en su tiempo ahora una infinidad de otros presentes que permanecen latentes hasta que la mirada del espectador los active, la experiencia de selección y montaje que dio lugar a este relato curatorial construido con la obra de Graciela Sacco busca desactivar la inercia de la mirada y avanzar sobre la incertidumbre, con la certeza de que Nada está donde se cree...”
Más allá de los múltiples formatos de las obras de Graciela Saccio, uno de los elementos comunes es el uso de la fotografía de prensa aplicada (especialmente por la técnica de la heliografía) sobre diferentes superficies: es un principio constructivo de su lenguaje visual. En tal sentido, la materia prima fotográfica es fundamental en su producción, pero al mismo tiempo la fotografía es una mediación para la búsqueda de sentido y no una técnica a desarrollar. La foto es un punto de partida. Siempre hay una imagen previa sobre la que la artista trabaja. En su obra, las fotos impresas sobre objetos generalmente son imágenes del cuerpo, que remiten a reacciones básicas: cuerpos en estado de necesidad, de movimiento, o al límite de distintos grados de disolución visual y que expresan diferentes grados de violencia, tensiones o movimientos.
Por lo tanto un componente clave de estas obras es la puesta en circulación de transcripciones fotográficas en el entorno de la ciudad y en distintos objetos, situaciones y contextos. En este punto, la ciudad es vista como máquina social, política y arquitectónica. Como conjunto de signos, textos e imágenes a ser leídos. Como continuo urbano a la vez administrado y caótico, mecanizado por rutinas y rituales y también sorprendido y expectante frente a los movimientos sociales y manifestaciones públicas. Vista a través de la obra de Sacco, la ciudad es una trama visual y social en tensión, una geografía elocuente, en transformación perpetua. La obra de Sacco se inscribe como un dato perturbador, camuflado en la trama visual urbana, que nos hace volver a pensar en nuestro tiempo y espacio.
“La medida del deseo –escribe Diana Wechsler– no puede ser capturada”, afirma Graciela Sacco cuando reflexiona sobre el derecho de cada individuo a tener disponible al nacer, al menos, un metro cuadrado de tierra para su desenvolvimiento. Pero esa medida estrecha, que permitiría enterrar a un hombre de pie, es sólo un punto de partida, una hipótesis de trabajo. El resto son preguntas que acercan la certeza de que hay cosas que no se pueden medir, hay dimensiones que no se pueden circunscribir dentro de ningún espacio normalizado: el deseo, una de ellas”.
* En Av. Antártida Argentina 1355, sede Hotel de Inmigrantes, hasta el 10 de noviembre. Martes a domingos, de 11 a 19. Desde el 1º de octubre, de 12 a 20. Entrada gratuita.
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