Mar 28.10.2014
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PLASTICA › EXPOSICIóN DEL CéLEBRE ARTISTA Y TEóRICO FUTURISTA EN MADRID

Vanguardia futurista y artes aplicadas

La madrileña Fundación March presenta una enorme retrospectiva del futurista italiano Fortunato Depero (1892-1960), en la que se exhiben unas trescientas piezas que van de la vanguardia artística hasta la publicidad.

› Por Fabián Lebenglik

Desde Madrid

La Fundación March acaba de inaugurar una gran retrospectiva de Fortunato Depero (1892-1960) –que sigue hasta el 18 enero–, en la que se ocupa del prolongado período futurista del artista italiano, de casi cuatro décadas, que abarca desde 1913 hasta 1950.

La exposición está dividida en cuatro secciones: “De la abstracción al futurismo (1909-1916)”, “El teatro y la vanguardia (1916-1918)”, “La Casa de Arte Futurista y el arte de la publicidad (1919-1928)” y “Un futurista en Nueva York y de vuelta en Italia (1929-1950)”.

La amplia selección permite ver los múltiples intereses del artista, que relaciona y combina las artes visuales con la poesía, el teatro, el vestuario, la escenografía, la fotografía, el diseño, la decoración, el arte textil, la publicidad, la radiofonía, etcétera.

El mapa de Europa estaba cambiando a comienzos del siglo XX y en esos corrimientos de fronteras a Depero le tocó venir al mundo en el Imperio Austrohúngaro, donde el padre prestaba servicios como gendarme y su madre como cocinera de las tropas. Luego creció, se formó y comenzó a exponer sus obras en la ciudad italiana de Rovereto, donde trabajaba en una marmolería.

En 1913 viaja a Roma, descubre el Futurismo a través de una exposición y de los textos de Marinetti, a quien conoce personalmente. A partir de entonces se vuelve un impulsor y teórico de la segunda etapa del movimiento.

En 1914 se va a vivir a Roma, expone junto con Marinetti, Kandinsky, Archipenko, Sironi y Giacomo Balla, con quien poco después escribe el Manifiesto de la Reconstrucción Futurista del Universo. En ese escrito programático se profundizan los conceptos de los primeros manifiestos futuristas. En 1915, Depero diseña además puestas teatrales y vestuarios para ballets.

En la muestra se pueden ver pinturas, dibujos, tintas, fotos, tapices, escenografías, vestuarios, collages, afiches, bocetos publicitarios, obra gráfica, publicaciones, etc. La voluntad de Depero por expandir el campo de acción de las artes visuales resulta evidente en principio por amplitud de técnicas y por los diálogos con otros campos del arte.

En el detallado Manifiesto de la Reconstrucción... firmado con Balla, se afirma que “nosotros queremos llevar a cabo esta fusión total, con el fin de reconstruir el universo y alegrarlo, es decir, recreándolo íntegramente. Daremos carne y hueso a lo invisible, a lo impalpable, lo imponderable, a lo imperceptible. Encontraremos equivalentes abstractos de todas las formas y todos los elementos del universo, después los combinaremos según el capricho de nuestra inspiración, para construir conjuntos plásticos que pondremos en movimiento”.

Los futuristas se incorporan en 1915 al ejército para ir al frente en la Primera Guerra Mundial. Cultores del maquinismo, la velocidad y la guerra se alistan para participar activamente en el campo de batalla, a partir de la entrada de Italia en el conflicto en mayo de ese año.

Depero funda la Casa de Arte Futurista en 1919, donde ofrece tapices, mobiliario, objetos de diseño y arte aplicado. Al año siguiente los futuristas defendían el “retorno al orden”, no sólo político, sino también estético. Y en coincidencia aparece en Milán el influyente grupo Novecento y su líder, el pintor Mario Sironia, con el auspicio de Benito Mussolini (que desde cierta perspectiva socialista aún no era quien sería poco después, un aliado de Hitler). El grupo Novecento buscaba “un arte italiano puro, inspirado en las fuentes más puras, decidido a prescindir de todos los ismos e influencias importados, que tan seguido han falsificado los rasgos esenciales de nuestra raza”.

En 1928, Depero se muda a Nueva York, donde trabaja como diseñador en las revistas The New Yorker y Vogue. También diseña vestuarios teatrales y ambientaciones para grandes tiendas y restaurantes.

Dos años después vuelve a Italia, cuando el Futurismo se adscribe al fascismo y comienza a deshilacharse. La promoción del Futurismo durante estos años se debe a Balla y a Depero, quien funda y dirige la revista Dinamo. Después de la Segunda Guerra, el artista vuelve por unos años a Nueva York, donde publica su autobiografía. Y luego regresa a Italia, donde escribe, en los años cincuenta, un nuevo manifiesto, esta vez dedicado a “La pintura nuclear”. En 1959 funda en Rovereto un museo dedicado a su obra.

Como bendición futurista, Depero y Balla citaban la aprobación que Marinetti les dedicó: “El arte, antes de nosotros, fue recuerdo, reevocación angustiosa de un Objeto perdido y, por lo tanto, nostalgia, éxtasis, dolor, lejanía. Por el contrario, con el futurismo, el arte se convierte en arteacción, es decir, voluntad, optimismo, agresión, posesión, penetración, alegría, realidad brutal en el arte, esplendor geométrico de las fuerzas, proyección hacia adelante. Por lo tanto, el arte se convierte en Presencia, nuevo Objeto, nueva realidad creada con los elementos abstractos del universo. Las manos del artista pasatista sufrían por el Objeto perdido; nuestras manos anhelaban uno nuevo que crear. Es por esto que el nuevo Objeto aparece milagrosamente entre las vuestras”.

Un gran difusor del futurismo y de Depero en la Argentina fue Emilio Pettoruti, quien en la revista Martín Fierro escribió que “hay pocos artistas tan profundamente enamorados y convencidos de su arte como este animador del futurismo (...). Así es Fortunato Depero: no es un atormentado por las búsquedas de las nuevas y complejas posibilidades plásticas; su pintura no es abstracción metafísica, a menudo pretexto para disimular bajo una forma incomprensible una impotencia pictórica. Las maravillosas armonías de la naturaleza, las escenas de la vida común las ve a través de un prisma que las divide en sus varios elementos y en sus fuerzas, y las reproduce haciéndolas pasar por el filtro de su curiosa fantasía (...). Búsqueda analítica del natural es el arte de Depero, pero no análisis frío, chato, científico, sino vivificado por su imaginación verista, no de verismo académico ni tradicional sino porque las transforma con su sensibilidad”. Y agrega: “Como decorador es genial, rápido, alegre, de una alegría con que sabe impregnar el ambiente; es que nos hace creer en el futuro muy cercano de su gran desenvolvimiento (...). Depero fundó su Casa de Arte, en primer lugar, para sustituir con intenciones ultramodernas cada tipo de tapiz, gobelino, persa, árabe, turco, etc., que hoy invaden el ambiente; en segundo lugar, para iniciar una necesaria y urgente creación de ambiente interno, ya sea una sala, un comedor, un salón teatral, un hotel o un palacio cualquiera; ambiente que corresponda a una moda y a una necesidad contemporánea, nuestra, y apto a recibir todo el arte de vanguardia que hoy está en su pleno desarrollo; seguramente Depero, con su voluntad tenaz, hará mucho en este sentido”.

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