PLASTICA › EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA Y EN LA FUNDACION KLEMM
Dos exposiciones simultáneas celebran los sesenta años de la primera muestra de arte Madi. Principios y contexto.
› Por Fabián Lebenglik
Se cumplen sesenta años de la aparición del arte Madi, porque el 3 de agosto de 1946 se llevó a cabo la primera muestra de aquel grupo, en el Instituto Francés de Estudios Superiores de Buenos Aires. Para acompañar la celebración, en estos días se exhibe Factoría Madi en el Centro Cultural de España en Buenos Aires (Florida 943), una muestra básicamente infográfica y documental, curada por Rafael Cippolini, que marca el itinerario de la tendencia en todas sus expresiones y campos de la cultura.
Por otra parte, el jueves 24, a las siete de la tarde, se inaugura a pocos metros de allí, en la Fundación Klemm (M. T. de Alvear 626), una muestra de Obra Madi –que tiene también a Cippolini como curador– en la que se exhibirán piezas tanto históricas como actuales. Podrán verse obras de Juan Delmonte (1947), Alejandro Havas (47), Rhod Rothfuss (48), Diyi Laañ (49), Aníbal Biedma (50), Alberto Scopelliti (50), Gina Ionescu (59), Raymundo Rasas Pet (72), Alejandro Dron (95), Ladislao Gyori (95), Gyula Kosice (2003) y Emiliano López (06).
El centro del arte Madi fue la pintura de marco recortado, pero su propuesta se extendió a todas las artes. El Madi debe inscribirse en el contexto del abstraccionismo local, que aparece inicialmente en la década del veinte como una traducción/transposición de lo que los artistas acababan de ver en sus viajes a Europa: en 1921, Ramón Gómez Cornet exhibe en Buenos Aires telas que funcionan como ecos del cubismo. Tres años después Emilio Pettoruti aparece con propuestas renovadoras cercanas al cubismo y al futurismo. En 1933 Juan Del Prete pinta telas abstractas propiamente dichas, al punto de que suele darse ese año como iniciación del abstraccionismo puro en la Argentina. Del Prete recién llegaba de París, donde se había relacionado con el grupo Abstraction-Création de Vantongerloo y Herbin.
Hasta entonces en la Argentina la práctica artística se parecía a una retórica tardoimpresionista, lejos de todo riesgo y más lejos aún de dar cuenta de la crisis de la modernidad y del mundo que se venía. Los caminos de entonces eran conservadores y nostálgicos de un tiempo que se había ido para siempre.
La gran explosión del abstraccionismo tiene lugar en la década del cuarenta, con el grupo “Arte concreto-invención” y el arte Madi. Algunos de los concretos fueron Manuel Espinosa, Claudio Girola, Alfredo Hlito, Enio Iommi, Raúl Lozza, Tomás Maldonado, Juan Mele y Lidy Prati. El movimiento Madi incluyó entre otros a Gyula Kosice, Arden Quin y Rhod Rothfuss.
El Madi tuvo su apogeo durante el primer peronismo, absolutamente refractario a la vanguardia y la abstracción; por lo tanto esos grupos tuvieron características de resistencia cultural. Entonces las vanguardias tenían un fuerte fundamento teórico y la vanguardia estética era sinónimo de vanguardia política.
Tanto el Madi como el arte concreto fueron dos de los grupos modernistas derivados de las teorizaciones europeas de artistas como Van Doesburg y Max Bill. Ambas tendencias entablan una disputa abierta contra el arte figurativo y la abstracción lírica que se venía dando hasta entonces. Toda pintura anterior era considerada idealista y metafísica, fundamentalmente ilusoria. Y la ilusión era pensada como una actitud política distractiva, conformista; un sustituto del arte: un espejismo.
Gyula Kosice sostenía la idea de la invención y la creación como una totalidad teórica y artística en la que se implican el momento teorético y el momento práctico y también proponía la idea de una zona artística abierta en la que se movilizan el concepto, la poesía, la pintura, la escultura, el dibujo, el teatro, la música, la arquitectura, la danza, etc., y por extensión el cine y la televisión.
El escultor Enio Iommi, integrante de las vanguardias concretas, explicaba hace poco que “en esos años fue un placer ser integrante tanto del grupo Madi como de los Concretos. Era formidable porque la lucha intelectual fue real, luchábamos por una cultura filosófica, nos comprometimos frente a una sociedad conservadora. Los dos grupos marcamos el arte moderno argentino. Le dimos dimensión fuera de nuestro país, fue evidente que teníamos enemigos: los museos, los críticos, galerías y un público agresivo. Si los cafés de Buenos Aires pudieran hablar, sentiríamos la historia del arte moderno, porque prácticamente vivíamos en ellos. Yo siempre aconsejo leer la primera revista del pensamiento moderno que se dio en nuestro país, la revista Arturo, de 1944”.
En el manifiesto que Kosice redacta en 1947, caracteriza el arte anterior al Madi como “un historicismo escolástico, idealista. Una concepción irracional. Una técnica académica. Una composición unilateral, estática, falsa. Una obra carente de verdadera esencialidad. Una conciencia paralizada por sus contradicciones sin solución; impermeable a la renovación permanente de la técnica y del estilo”.
“Contra todo ello se alza Madi –dice el manifiesto–, confirmando el deseo fijo, absorbente del hombre de inventar y construir objetos dentro de los valores absolutos de lo eterno; junto a la humanidad en su lucha por la construcción de una nueva sociedad sin clases, que libere la energía y domine el espacio y el tiempo en todos sus sentidos y la materia hasta sus últimas consecuencias.” (Factoría Madi, en el Cceba, Florida 943 y Obra Madi, Fundación Klemm, M. T. de Alvear 626 –desde el 24 de agosto-; ambas hasta fin de septiembre.)
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