Mar 19.04.2016
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PLASTICA › EXPOSICIóN ANTOLóGICA DE HORACIO ZABALA EN LA COLECCIóN FORTABAT

Sobre la mezcla en estado de pureza

La muestra del artista visual y arquitecto consiste en una selección de obras que abarca el período que va desde comienzos de los años setenta hasta la actualidad. El arte como transformación de la vida cotidiana.

› Por Fabián Lebenglik

En estos días se presenta en la Colección Fortabat la muestra La pureza está en la mezcla, una antología de obras del artista y arquitecto Horacio Zabala (Buenos Aires, 1943) que abarca desde los años setenta hasta el presente, con curaduría de Rodrigo Alonso.

Entre los trabajos más recientes, se cuenta una serie de obras, en las que el artista comenzó a enfocarse hace siente años, alrededor de los monocromos. Entre ellos se destaca la combinación de monocromos con signos gramaticales y matemáticos.

La abstracción del color, potenciada e inscripta en la mezcla con la abstracción de los sistemas de notación lingüística y algebraica, para generar (también a través de la geometrización) una suerte de fórmulas sintáctico/matemáticas alrededor del color como lenguaje.

Esta obra reciente da cuenta de la precisión y la capacidad de formulación a la que aspira el arte de Zabala. En su trabajo, el punto de partida de la imagen coloca el acento en la legibilidad y la interpretación, lo cual demuestra una bienvenida confianza en el espectador.

Como puede verse en la muestra, el artista utiliza las convenciones de la arquitectura o las proyecciones cartográficas, así como varios elementos de la vida cotidiana. Según Zabala, el trabajo del artista consistiría en sumar un plus reflexivo y poético a la vida diaria, a través de transformaciones formales, estilísticas y conceptuales del día a día.

En una apretada cronología, puede decirse que Zabala se dedicó a la arquitectura urbana y que, como artista, integró el Grupo de los 13, nucleados alrededor del Centro de Artes y Comunicación (CAYC) de Jorge Glusberg, a comienzos de la década del setenta.

Junto con su práctica artística tiene una interesante producción teórica. Presentó su primera exposición en 1967 y publicó sus primeros textos cinco años después.

Durante la última dictadura se vio obligado al exilio y vivió en Italia, Austria y Suiza durante veintidós años. En 1994 trabajó como arquitecto de una misión humanitaria de las Naciones Unidas en Africa.

Cuando en 1997 fue convocado para participar de un trabajo de restauración edilicia en Buenos Aires, Zabala vino temporariamente al país, pero el período se fue extendiendo... hasta el presente.

A mediados de 1998 presentó una exposición antológica de su obra en el Museo de Arte Moderno (MAMba) y desde entonces su actuación en el campo de las artes visuales es muy intensa y productiva.

Zabala, a través de su trabajo, articula de una manera explícita estética e ideología, así como se propone constantemente una conceptualización de los materiales.

Durante la primera etapa de su regreso al país, el artista presentó dos exposiciones antológicas retrospectivas en el lapso de cuatro años –la ya mencionada, en MAMba, y otra, en el Fondo Nacional de las Artes–, lo cual demuestra su interés por la perspectiva histórica de su obra como un proyecto artístico orgánico que comenzó en los años setenta.

La presente exhibición en la Colección Fortabat debe pensarse en esta misma frecuencia, la de ver continuamente la obra más reciente a la luz de la obra histórica y viceversa, en un efecto de relecturas y ajustes permanentes, que politizan y contextualizan su trabajo.

Su producción, siempre concisa, toma forma en varias técnicas: dibujos, objetos, intervenciones, pinturas, instalaciones, arte digital, páginas web, arte postal, video.

Parte de sus ideas las desarrolló principalmente en tres de su libros: El arte o el mundo por segunda vez (1998), El arte en cuestión - conversaciones con Luis Felipe Noé (2000) y Vademécum para artistas - Observaciones sobre el arte contemporáneo (2007).

Las obras más lejanas y que funcionan como apertura de la exposición son las premonitorias prisiones de 1972. “Se trata una larga serie de prisiones individuales –dijo el propio artista– que comencé a proyectar en ese año. Los anteproyectos incluyen varios tipos de cárceles: subterráneas, elevadas sobre columnas, flotantes, etc. Utilicé estrictamente el lenguaje arquitectónico para darles verosimilitud a los proyectos. Todo el mundo puede reconocer fácilmente una planta arquitectónica y eso facilitó la comunicación. Fue un proyecto obsesivo y que lo seguí por bastante tiempo. Porque mis cárceles no son metafóricas, sino que se trata de proyectos arquitectónicos. Mis cárceles intentaban solucionarle de antemano al poder el problema de la construcción de cárceles para aquellos que se le opusieran. Y llevé al papel las más atroces que se me ocurrieron. De algún modo el poder hizo un uso extensivo de las cárceles y luego ni siquiera las usó.”

El itinerario de su obra lo muestra como un artista conceptual, obsesionado por investigar el lenguaje. La lectura, las letras, los diarios, las palabras, los libros, mapas, planos, incluso los lápices, son recurrentes en su trabajo y marcan la condición de legibilidad que Zabala postula para las artes visuales. Por supuesto no se trata de una lectura uniforme, sino de un modo de mirar, incluyendo elementos de la cotidianidad para cambiar su función, ampliar o transformar el sentido través de la capacidad poética del arte.

Siempre es posible reflexionar (sobre) y estetizar lo cotidiano por más duro que resulte. Así puede verse, por ejemplo, la serie de cajas donde el artista incluye estampitas, frases y esquelas que las personas en situación de calle entregan para pedir una moneda.

Según se desprende, detrás de la concisión de su obra, que el conjunto transforma en contundencia, para Zabala el lugar del arte contemporáneo debe ser incómodo e ideológico y al mismo tiempo muy elaborado desde una perspectiva estrictamente visual y formal.

En su producción el artista suele asociar la imagen de la obra con elementos emotivos, mientras que el discurso lingüístico que acompaña o complementa la obra funciona como lugar de reflexión y crítica.

Resulta entonces notoria la relación entre la obra, el artista y la sociedad a lo largo de su carrera. (Hasta el 6 de junio en la Colección Fortabat, Olga Cossettini 141, Puerto Madero.)

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