PLASTICA › EXPERIENCIAS DE AUTOGESTION: ENCUENTROS EN NEUQUEN Y “PERIFERIA”
Dos exitosas experiencias recientes de autogestión ponen el acento en el rumbo cada vez más social y comunitario que han tomado las prácticas artísticas en estos tiempos.
› Por EstefanIa Petersen *
Para ubicarnos en un campo artístico es necesario delimitarlo en el marco de la escena local y regional, fronteras intangibles que son percibidas por aquello que lo identifica y aquello que lo distingue del “otro” territorial.
Los presentes: escuelas de bellas artes, salones, premios regionales, una versión del Museo Nacional de Bellas Artes que ha conmocionado a la región; una modesta sala de exposiciones oficial (Saraco) y otra resplandeciente, en el ámbito privado (Imago, Fundación Osde).
No nos olvidemos lo más importante: los artistas, que muchas veces participan en asociaciones y grupos para fortalecer su práctica, y un público incipiente que se ha inquietado a partir de la aparición de la sede del MNBA.
Los ausentes: la crítica, la prensa especializada, las galerías, ferias, centros culturales, el ejercicio curatorial –con un desarrollo incipiente– y centros específicos de formación universitaria de historiadores o teóricos del arte, entre otros.
Los presentes están ayudando, entre sueños y desgarros, a parir esta criatura en un escenario regional adolescente.
Definimos este campo como un lugar frágil e incompleto: esto empeora en tanto que estamos distanciados espaciotemporalmente de los centros artísticos consolidados. Entonces cómo aportar a la construcción y el fortalecimiento del campo con cierta eficacia en tan endebles marcos institucionales. Cómo visualizar y sostener la producción de los artistas fuera del mercado y con tan reducidos espacios de exposición.
Aunque este panorama dista mucho de ser óptimo, vemos actitudes que forman una masa crítica suficiente para alentar la producción y reflexión sobre la realidad artística de la zona.
Señalamos como algo valioso el intento de algunas personas por entender cómo funciona esta escena local para poder operar sobre ella, activando pequeñas estrategias políticas. Es el caso del grupo de autogestión Mordedura –integrado por artistas y profesionales del medio–, que trabaja sin fines de lucro hace poco más de un año en la región. El grupo persigue entre otros objetivos acercar el arte contemporáneo al público general. A esto se suma, por un lado, la promoción de espacios de análisis destinados a motivar la producción teórica y, por el otro, la búsqueda de lugares de exposición no convencionales, que a futuro podrían integrarse al circuito.
Lo que moviliza al grupo es el arte, particularmente en su modo contemporáneo y su constante redefinición, llevando esta misma dinámica a la gestión, que también se transforma en un lugar de contingencias. Algo que obliga a preguntarse por el propio horizonte epistémico. Qué saberes se comparten, entre qué concepciones oscila la práctica, cuáles son los acuerdos que se renuevan para crear comunidad.
La apuesta está orientada a que estas acciones tengan algunos efectos que excedan el campo del arte para despertar inquietudes en otros ámbitos y fortalecer el propio.
En el marco de esta iniciativa, el grupo Mordedura organizó una Clínica de Artes Visuales, actividad que en la región tiene los antecedentes de las que se dictaron a través de la Fundación Antorchas y de otros grupos de gestión.
En esta modalidad se parte de un diagnóstico realizado in situ, a través del relato sobre las problemáticas de la obra y de los signos obtenidos en la exploración de un cuerpo de obras. Esto requiere trabajar con la interrogación, en un contexto lógico de análisis y síntesis. Esta metodología de observación directa nos orienta hacia la formación de un pensamiento basado en la práctica. Partiendo de lo empírico más que de preceptos, lo que remueve esquemas académicos tradicionales.
Es así que se organizaron tres encuentros intensivos de tres días cada uno, desarrollados entre agosto y diciembre de este año. En ellos confluyeron artistas, críticos, curadores y gestores con la intención de reflexionar sobre el arte contemporáneo, su propia obra y el contexto local.
Participaron referentes sobre el tema como Pablo Siquier, Claudia Fontes (que reside en Brighton, Gran Bretaña), Eva Grinstein y Fabián Lebenglik, quienes dirigieron estos encuentros y dictaron además conferencias sobre los temas convocantes en el auditorio de la sede neuquina del MNBA.
Los participantes que accedieron a este proyecto fueron becados teniendo en cuenta su trayectoria y producción mediante una convocatoria abierta a residentes de toda la provincia, sin límites de edad. Convivieron en la clínica diversos perfiles de artistas; con recorridos disímiles, artistas ligados al ámbito académico, consagrados y nuevos valores sin currículum, ejercitando un diálogo entre tradición e innovación.
Esta clínica fue posible en gran medida gracias al financiamiento del CFI –Consejo Federal de Inversiones–, el auspicio de la Municipalidad de Neuquén y el Copade (Consejo de Planificación y Acción para el Desarrollo del Neuquén).
Parte de la producción de estos encuentros saldrá a la luz en una muestra de carácter alternativo que consistirá en un circuito de cuatro espacios muy diferentes: la escuela de Bellas Artes, que reviste el carácter institucional educativo; la Sala Emilio Saraco –espacio oficial–, una casa de la ciudad en un barrio a definir y un espacio emergente de gestión privada.
A la hora de llevar a cabo un proceso autogestionado, entre agentes de diferente orden y jerarquía siempre hay cruces y tensiones en juego. Nos alienta seguir trabajando a partir de “lo que hay”, con una visión a largo plazo hacia la construcción de un espacio pensado como plataforma para el futuro, fortaleciendo con hechos el discurso acerca de la “federalización de la cultura”. Proposición que mueve a repensar los supuestos que subyacen en esta “administración de la cultura”.
Si bien se advierte un claro desfase temporal en la producción contemporánea de la zona, tanto desde lo académico como desde lo formal, intentamos establecer diálogos genuinos desde la periferia con el centro y entre los locales. Esto insta a la reflexión acerca de cómo nos apropiamos críticamente de modelos teóricos que tematizan sobre “la diferencia”. Cuánto pueden dar cuenta sobre nosotros, asumiendo que estamos todos incluidos en pequeños relatos que completan el gran relato globalizado.
Creemos que toda construcción de contexto implica autoafirmarse a partir de enunciaciones propias.
Nos vamos lejos para volver al mismo lugar. Esta tensión entre lo que hay y todo lo que está por hacerse es una combinación que nos hace inmunes a la anestesia. Estamos en Neuquén, a 1200 kilómetros de la capital del país.
* Historiadora del Arte, residente en Neuquén. Integrante del grupo de autogestión Mordedura.
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