PLASTICA › DELIA CANCELA Y SU MUESTRA “DELICIAS, DELEITES, DELIRIOS”
La exposición que está presentando en Lila Mitre Espacio de Arte permite asomarse al particular mundo de esta artista surgida en los sesenta, al calor del Instituto Di Tella.
En la década del sesenta el amor estaba en el aire y era todo lo que se necesitaba. La forma de ese sentimiento y sus representaciones fueron cambiando con los tiempos, pero el corazón como figura sin edad se dibuja incansablemente durante la infancia y la adolescencia para representar sentimientos de afecto. Por eso, la artista Delia Cancela trabaja con este signo gráfico desde sus inicios como artista. Su exposición Delicias, deleites, delirios, que se lleva a cabo en Lila Mitre Espacio de Arte (Guido 1568), rescata algunas de las inspiraciones que guiaron sus comienzos en el arte, cuando participaba en el Instituto Di Tella y realizaba intervenciones mezclando la moda con el arte en toda Europa. En aquellos tiempos la forma en que Cancela trataba el tema era coincidente con los momentos que se vivían. Hoy, como una observadora social, la artista cuenta a Página/12 los caminos que la llevaron al lugar donde está y la forma en que ve al arte a través de los años.
–¿Cuál fue la búsqueda que realizó frente a la temática del amor y los corazones?
–Trabajo con los corazones desde el sesenta. En un principio los utilizaba con una mirada crítica, irónica para con la sensiblería, siempre en referencia al pop, que era lo que era yo en ese momento. Con el tiempo el corazón fue un elemento que me acompañó. Cuando estaba en el ámbito de la moda, siempre lo agregaba como un elemento estable en mis diseños. Es una figura que siempre tuve presente, inclusive suelo llevar un corazón colgando en la ropa. En estos últimos tiempos, cuando Lila Mitre me invitó a hacer la muestra, volví sobre la temática. Pero no quería reproducir lo que ya había hecho en mis épocas del Di Tella, entonces empecé a trabajar con lo que ahora representa para mí la figura del corazón actualmente y con la idea de corazones contrariados, que creo que es una temática muy fuerte y vigente.
–En el nuevo siglo, todo cambió en materia de amores...
–En el momento en que comenzamos con la temática (N. de R.: durante su estadía en Francia sus obras las realizaba en conjunto con su pareja de ese momento, Pablo Mesejean) no nos imaginábamos que esto iba a resultar así, aunque trabajábamos irónicamente sobre este tema. En la primera obra que hicimos con Pablo, yo hice un cuadro con un texto que decía “Donde existe el amor reina la felicidad” y abajo había una pintura de Pablo de un gaucho y una paisanita representándonos a los dos. Ahora, de alguna manera mi mirada continúa con la misma ironía, y tomé algunas cosas del siglo XIX que me parece que es lo máximo en el tema del amor contrariado, las cosas escondidas y el drama.
–En sus trabajos siempre estuvo plasmado el tema de la feminidad y la mujer. Con el paso del tiempo, ¿cómo ve el papel de la mujer y el concepto de belleza contemporáneo?
–El concepto de belleza fue cambiando mucho desde mis inicios hasta ahora. Cuando volví de Europa a vivir al país no podía creer lo que veía: mostrando eso, hice una exposición de Barbies. Me impactó mucho ver cómo las mujeres seguían mandatos de los que no se distingue su origen..., supongo que es parte de la cultura americana. De todas formas, la idea de la mujer objeto, la mujer que tiene que ser perfecta, casi una cosa, creo que ya está, se termina, por suerte va a pasar. Las mujeres van a empezar a sacarse las siliconas y a volver a ser morochas. ¿De dónde sale esa necesidad de estar tostadas todo el tiempo y con esos pelos? Lo que más me preocupa es la uniformidad y la banalidad. Creo que últimamente a nadie se le ocurre una idea.
–Usted trabaja como docente de diseño. ¿Cómo ve el suceso dentro de su propio ámbito ?
–Hay muy pocas personas que crean. En un momento tenías una clase llena de chicas con una flor en el pelo. Yo les preguntaba por qué llevaban esa flor ahí, porque son estudiantes de diseño, y ese accesorio ya está establecido. Eso se está vendiendo en el Once. A mí me encantan las flores y me encanta que la gente se ponga flores. Pero lo recomendado sería que inventaran unas flores increíbles y se las pusieran en un lugar distinto al que se usa. Me sorprende ese fenómeno de querer ser como los otros, de querer pertenecer. Es como una especie de mediocridad. Además, en nombre de eso se hacen muchas cosas terribles. El arte es otra cosa. La diferencia está dada entre una remera que tiene una reproducción de Picasso en el frente y una remera que es creada por un artista.
–¿Cómo ve el arte contemporáneo?
–Hay cosas que se están haciendo hace años... no me parece que se esté innovando. Igualmente me parece que hay trabajos interesantes. Creo que la idea de vanguardia ya no existe más. Hay tanta gente, tantas cosas... Todo es rápido y posible, pero nada es duradero.
–Bajo este fenómeno de inmediatez, ¿cree imposible que se formen artistas dentro de una escuela o una corriente que los nuclee?
–La verdad es que un modelo tipo Bauhaus o como las grandes escuelas de diseño no se puede dar en la actualidad. Se hace difícil, porque el fenómeno de la inmediatez impide la reflexión. Algo que quise plasmar en mi exposición, y pienso que es lo que realmente se viene, es la poesía. Una valoración de lo de adentro por sobre lo de afuera. Pero para que eso ocurra hay que parar un poco el ruido. Hay mucho ruido en las calles, en la gente, en el arte. Ojalá que suceda.
Entrevista: Suyay Benedetti.
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