PLASTICA › A CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DEL PINTOR ALBERTO BRUZZONE
Hoy se conmemoran cien años del nacimiento del pintor argentino Alberto Bruzzone. Nacido en la provincia de San Juan en 1907, Bruzzone formó parte del llamado realismo social rioplatense, junto a Berni, Castagnino y Spilimbergo. Su vida se repartió entre la pintura, la poesía, el tango y su pasión por la casa donde vivió los últimos treinta años, en Mar del Plata. En ese lugar su familia erigió el Museo Bruzzone, emplazado en el paraje El Grosellar, en la calle Marie Curie 6193, donde en recuerdo de su centenario se desarrollarán numerosas actividades. A fin de este mes será nombrado Ciudadano Ilustre Post Mortem; en su honor también, la plaza central del barrio El Grosellar pasará a llamarse como él y en su Casa Museo se inaugurará una retrospectiva de su obra que se complementará con documentación, fotos, cartas y otros elementos que constituían la cotidianeidad del artista en el imponente paisaje de la zona de Camet.
Con sus trabajos se hizo acreedor entre 1936 y 1960 de los premios más importantes de la plástica nacional. El último fue la Medalla de Oro en el Salón Nacional del Sesquicentenario de la Bandera. Tiempo después abandonaría por decisión propia todo lo referido a certámenes; en su opinión lo que él llamaba la “pintura-pintura” no podía ser juzgada. Luego de su retiro declaró: “La actividad competitiva, propia del deporte, no se aviene con la creatividad, esencia misma del arte. Un color, un trazo, una textura satisfactoria son para mí premios más gratificantes que lo que alguna vez alcancé y otorgué”.
Como pintor realista estuvo comprometido con los acontecimientos que ocurrieron en distintas épocas en el país. Sus obras constituyen un testimonio de denuncia y condena. Realizó trabajos dedicados a Santiago Pampillón (asesinado a fines de los sesenta), una serie consagrada a Ana Frank y donó algunos de sus cuadros al Sindicato Luz y Fuerza para que, con su posterior remate, se recaudaran fondos para la liberación de Agustín Tosco. Uno de sus anhelos era sacar la pintura del taller, de las colecciones privadas y de los museos para llevarlas al almacén, la escuela de un barrio, compartiéndola con los vecinos. Su último deseo fue cumplido por su familia cuando, después de su muerte, se transformó la casa que habitaban en un museo donde sus pertenencias y obras conviven con otras obras de artistas contemporáneos, talleres y conciertos.
Alberto Bruzzone falleció el 14 de julio de 1994, a los 87 años. Acaso en un modo de anticiparse a ese final, subrayó poco tiempo antes: “La pintura supone emprender un camino duro y cuesta arriba que no conduce a ninguna parte. La muerte sorprende al pintor en esa marcha y es entonces cuando su obra ha de situarse en la historia o pasa al olvido”.
Informe: Suyay Benedetti
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